viernes, 11 de mayo de 2007

Neotaxidermia caraqueña

Santiago de León de Caracas.



Para hablar del lenguaje o los lenguajes arquitectónicos que coexisten en Caracas, lo primero que habría que hacer es darse cuenta de que en ninguna ciudad la cosa estuvo nunca tan claramente definida, como podríamos equivocadamente suponer. Todo ese conocimiento que existe hoy en día (1995) y que se publica en los libros y en las guías de arquitectura y que forma parte de las charlas y conferencias sobre el tema del lugar y sus expresiones arquitectónicas, toda esa ciencia de la nomenclatura apropiada y justa, casi taxidérmica de las áreas urbanas cualitativamente distintas y diferenciadas, que corresponden a estilos arquitectónicos locales, es bastante reciente, y, sin duda, algo precioso y muy sofisticado.

Revisando lo que existe en clasificaciones estilísticas en arquitectura, encontramos que primero, las grandes ciudades tienen lo que se llama sus estilos arquitectónics propios. Así como las ciudades tienen colores propios y, algunos dicen, hasta olores particulares, tienen también estilos arquitectónicos propios.1 Hay una arquitectura veneciana, una londinense, una bostoniana, una san juanera, una parisina e, indudablemente, una caraqueña, más o menos identificables. La escena del arquitecto proponiendo a su cliente, o de éste pidiendo, la elaboración de un proyecto en el más puro estilo romano, vienés o bonaerense, es clásica. Todo arquitecto debe tener idea de cuál son los estilos arquitectónicos que existen. Por lo menos, los de las grandes ciudades.

Lo que ocurre es que hasta hace muy poco (quiero decir, hasta este segundo medio siglo) a lo que usualmente se había llegado era a definir los lenguajes o los estilos arquitectónicos de las épocas comprendidas en la historia de la ciudad. Así, por ejemplo, una ciudad relativamente nueva como Nueva York se dividía en los estilos de cada una de sus épocas históricas, desde el Colonial o Federal de finales del siglo XVIII, pasando por los revivals Griego, Gótico y Victoriano Alto, por los revivals Italiano y Segundo Imperio de los 1850s, por el estilo Reina Ana y Románico (1870s), y por el estilo Beauxartiano de fines de siglo, el período ecléctico de los primeros rascacielos, el Art Déco de 1920, y así hasta llegar a nuestros días entre el Estilo Internacional de 1930 y el Postmodernismo y sus afines.2

Una ciudad antigua, por el contrario, como Florencia, acusa e
n su clasificatoria la historia completa de la arquitectura de Occidente.3 Así se pasa desde el estilo fortificado y de defensa de hacia 1284, por el Gótico civil de la edad media, por el Palaciego mediceo del siglo quince y por el Renacimiento civil, por el Clasicismo y el Manierismo florentino de hacia 1520, por el Barroco del diecisiete y los estilos Neoclasicistas y Liberty del siglo XIX hasta las expresiones especialísimas de los Racionalismos de entre las dos guerras de este siglo.

Ahora bien, ¿cuándo es que se empieza a hablar, en el caso de Nu
eva York, de un estilo Finantial District, o un estilo Olde New Amsterdam, o un estilo City Hall Area, o un estilo Lower East Side o un estilo de Broadway Avenue o un estilo propio y exclusivo de la arquitectura de Soho? ¿Cuándo el problema del estilo arquitectónico trascendió las fronteras de las tradicionales divisiones histórico-temporales para empezar a ser el de los lugares, el de los distritos arquitectónicos de la ciudad? Pues desde que aparecieron en escena el Contextualismo arquitectónico, el movimiento por la Reconstrucción de la Ciudad y los escritos de Aldo Rossi sobre la memoria urbana, y en general, con la revolución cultural urbana que trajo condigo el pensamiento arquitectónico de los años setenta. Todo este clasificacionismo, además, es deudor del más grande clasificador de todos los tiempos después de Linneo: el crítico inglés Charles Jencks. El era quien decía en 1980 que “la vida y la muerte de los movimientos arquitectónicos parece una noción absurda; los períodos de la historia, sean ellos lo que sean, no son organismos ni los mayores protagonistas de una era, que se despiertan una mañana diciendo: Hoy acabó el Románico...”4

Si Jencks, en medio de todo su alegre festival de opiniones, tuvo algún mérito en el siglo XX, ha sido justamente esa alegría, esa despreocupación en inventar nombres para cada estilo y en afirmar que “los estilos arquitectónicos son eventos complejos, parte estilísticos, parte ideológicos, parte práctica inconsciente y parte convención consciente, y cualquier transición de una era a la otra (o de un lugar al otro) is bound to be a flowing
thing, una evolución, lenta o rápida".

Así, Jencks pudo inventar todo el enredo inimitable de sus terminologías jenckianas, que designaban cada pequeña invariante de la modernidad. De su libro Lat
e-Modern Architecture del año 1980, sacamos algunos ejemplos: estilo (Moderno) Inconsciente, Pragmático, Loose fit, Capitalista Tardío, Artístico Reprimido, Profesional Elitista, Wholistic, Zeitgeist, Purista, Anti-metafórico, Antihistórico. Estilo (moderno) Supersensualista, Slick-Tech, Sfumato, Segunda Estética Maquinista, Metafórico, Reductivo, Gridismo Elíptico; Racionalismo Irracional, etc.

Hoy, ante la imperiosa necesidad de nombrar el plano estilístico de nu
estra ciudad, dos cosas son absolutamente necesarias: primero, entender que los estilos hace tiempo que dejaron de ser solamente los estilos históricos de la arquitectura, y que ahora deben referirse al lugar de la ciudad que los produce, y dos, que han de ser tanto más adecuados, precisos, sofisticados y refinados que los que nunca pudo imaginar nadie antes.
En el ánimo de estos razonamientos, Caracas verá el alumbramiento inmediato del estilo Platabanda Italianesco, del estilo Paisajismo de Autopista, del Belmontino, del Crystal House, del Fogadista, del Franciscano (por la Miranda), Kenitex Tardío, Horizontal Beckhoffiano, Avenida Victoriano, Huge Vernacular, Changa, Pre-Changa y Post-Changa, Rossiano Povero, Taco-Time, Burgerismo, Post-Celina, Neo-Australiano, Post-Ani, y así, hasta el infinito.


Estilos. 


NOTAS
1. "Desde Pugin hasta Pevsner los arquitectos y los historiadores de arquitectura han clamado que el estilo escogido por ellos de arquitectura no es meramente un estilo sino una manera verdadera, racional de construir que evolucionó inevitablemente en respuesta a las necesidades de lo que la sociedad es o debe ser, por lo que el cuestionar sus formas es ciertamente antisocial y probablemente inmoral." En: David Watkin. Morality and Architecture.
2. Nueva York.
3. Florencia.
4. Charles Jencks. Late-Modern Architecture, 1980.



Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, 25 de Julio de 1995.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails