jueves, 1 de marzo de 2007

Entrevista que sostuvieron algunas vecinas de Campo Alegre con la Alcaldesa de Chacao, cuando ya todo parecía perdido

La Atalaya. Carlos Agell Martín (1993).

Capilla de Nuestra Señora del Carmen de Campo Alegre: - “Quisiera agradecerte, Irene, en nombre del patrimonio arquitectónico y urbano de Campo Alegre, que nos hayas concedido esta audiencia, conociendo lo ocupada que estás trabajando por Chacao”.
La Alcaldesa: - “¡Oh! No faltaba más. Estoy siempre dispuesta a escuchar las opiniones e inquietudes de todos los vecinos de mi Municipio. Las de ustedes también".
Capilla: - “Te presento a las dos distinguidas damas que me acompañan en la comitiva: a mi izquierda, sobre la Calle 4, la Casa Tucker, más conocida como La Atalaya, proverbial ejemplo de la casa caraqueña, y un poco más abajo, en medio de la cuadra, Las Guaycas, primera dama de la Modernidad Arquitectónica del país. Señoras: la Alcaldesa de Chacao”.
En medio de un murmullo nervioso, los edificios saludaron respetuosamente a la Alcaldesa. Pasadas las presentaciones, Las Guaycas, siempre caracterizada por su pionerismo, inició la conversación.
Las Guaycas: - “Hemos tenido que acudir nosotras directamente a vernos con usted, porque parece mentira que no hay en Caracas nadie que defienda nuestra causa. ¡Usted sabe que hoy en día, si se quieren hacer bien las cosas, tiene que terminarlas haciendo uno mismo!”
La Alcaldesa: (respondió inocente, abriendo desmesuradamente los ojos) – “Bueno, sí… pero perdónenme, ¿defenderse de qué?”
La Atalaya: - “¡…Niña! ¿Cómo que de qué? ¡Que nos tumban, mijita: nos tum-ban! ¡Y yo soy la próxima en la lista! Los políticos, que no hacen sino hablar de la inseguridad personal que hay en esta ciudad, ¿qué me dicen de la inseguridad personal que nos amenaza a nosotros, los edificios?” (La Atalaya chillaba escandalizada desde el final de la Calle 4, a punto de perder su controlada apariencia de dama reposada). “Yo, que siempre llevé una vida tranquila y decente, que contribuí por tánto tiempo con la caraqueñidad; yo, que fuí una de las extrellas de la exposición que le hizo la GAN a Manuel Mujica Millán hace tan sólo año y medio, ¡yo soy la que está en el estricote y no tánto mamarracho construido que inunda por todas partes la ciudad!” Un sollozo casi quebró momentáneamente sus palabras. Pero prosiguió, con ronca voz proveniente desde lo alto de su atalaya coronada de tejas: “Me hicieron muchas promesas, Señorita. Que si me iban a convertir en Centro Cultural, que si me iban a remodelar para que fuera sede del Museo de Arquitectura… Pero al final, ya usted ve: una catástrofe. Mi fin se acerca.” (La casa se persignaba con los ojos vueltos al cielo, a todas luces la imagen misma de la desolación).
Capilla: - “No te exaltes, ¡por el amor de Dios!, que con éso no lograremos nada”. Y, volviendo su fachada hacia la Alcaldesa, (quien parecía dar señales de empezar a conmoverse): “En realidad, Irene, nosotros los edificios no tenemos nada contra tus deseos de cambio y de reforma. Lo que hemos querido es venir a hablarte, en representación de toda la urbanización, a favor de la arquitectura, como un último recurso. No es justo, que después de tántos foros, planos, fotos, seminarios, charlas y catálogos, vayamos a tener la misma suerte de El Conde o La Pastora… Tenemos fe en que el Señor se apiadará de Campo Alegre y te hará mediadora para que abogues por nuestra desesperada situación”.
La Alcaldesa se acercó a la capilla, y empezó a palmotearle cariñosamente los contrafuertes neobarrocos. La verdad, era bastante difícil no sucumbir ante la dulzura de esta Alcaldesa.
La Alcaldesa: - “Pero, doña, no tema. Usted sabe que nadie le haría nada, que puede estar tranquila. Usted es la iglesia favorita de media Caracas. La gente se pone en lista de espera hasta con dos años de antelación para lograr casarse en su interior. ¡Hasta yo sueño con hacerlo también aquí algún día!"
La capilla, quien tenía muy claros los objetivos de esta entrevista, mientras se reacomodaba sus volutas y cornisas con resolución, le replicó maternalmente, pero con firmeza:
Capilla: - “Hija mía, ¿es que tú desconoces acaso que lo que pasa es que media Caracas no entiende que lo que hace valioso a mi humilde recinto es la Avenida Principal que en mi portal desemboca? ¿Es que tú no te has dado cuenta que yo no sería la misma sin el grupo coral distinguidísimo de casas entre las cuales puedo destacar y cuyas arquitecturas liderizo? Campo Alegre es una comunidad que comulga unida sobre todo arquitectónicamente. ¿Qué se hace con salvar un solo edificio, o dos? Nosotros queremos estar todos juntos, no aislados, porque juntos es que somos Campo Alegre y juntos es que somos importantes para la memoria urbana de Caracas”. Y diciendo ésto, les guiñó animosa su único ojo desde el campanario a los demás edificios de la comitiva.
La Alcaldesa: - “Yo no he hecho más que respetar las voluntades de la comunidad. Cuando me encargué de la alcaldía, ya los vecinos habían logrado el cambio de ordenanza”.
Los edificios se sintieron desahuciados. ¿Qué sería de ellos sin la protección ni el apego de sus dueños? ¿Qué arquitectura puede jamás alcanzar permanencia en el tiempo sin un usuario fiel que vele por ella? ¿Cómo hacer volver al grupo de clientes originales de Mujica, los amantísimos primeros habitantes de Campo Alegre y de sus edificios? Las Guaycas empezó a mostrar señales de que iba a darle un ataque; sus blancos voladizos neoplásticos parecían a punto de ser lanzados como auténticas guillotinas voladoras.
Las Guaycas: - “¡Los vecinos, los vecinos! ¡Señorita!, ¿de qué clase de vecinos habla usted? ¿O quiere que le presente uno? Pues bien: Doña Berta Heny de Mujica, de noventa y nueve años de edad, quien todavía vive aquí adentro…” (1993) (y mostró la zona relativa al estómago en lo que se refiere a una casa) “…es una vecina legítima de Campo Alegre. Yo no creo que ella estaría muy de acuerdo con todo este enojoso asunto. Hasta ahora he logrado ocultarle el zaperoco, no vaya a ser que se me muera del disgusto, y la “ordenanza” cobre su primera víctima…”
La Atalaya: -“Dirás, su primera víctima de carne y hueso.”
Las Guaycas: - “Sí, tienes razón, porque de ladrillo, madera, hierro y tejas ya se cobró al número 26 de la Avenida Principal”. (Y así diciendo, prosiguió a cerrar las geométricas puertas y ventanas que le quedaban abiertas).
La Atalaya: - “¡Pobrecilla! ¿Recuerdan que tenía un precioso patio aporticado? Una composición formidable, donde la más pura articulación moderna se cobijaba bajo un florido ropaje español. Era una casa que siempre me hacía suspirar. Manolo le construyó ese patio acolumnado, algo que yo nunca tuve, y que siempre me hizo falta, con tánto rosario en familia y partidas de bridge que he organizado”.
Las Guaycas: - “No te quejes, Tucker, que a tí en cambio te tocó una redoma. Mujica nos puso a todas sus mejores obras al final de sendos ejes urbanos para ser cabalmente contempladas desde lejos. Recuerden que él estudió en Barcelona, donde cada rambla, cada avenida está enmarcando un monumento. El sí sabía lo que era hacer diseño urbano con pocos recursos, enriqueciendo el conjunto urbano con arquitectura y viceversa. La verdad, Señorita Alcaldesa, yo no sé qué van a hacer ustedes con este trazado de calles cuando nos tumben a todas: será como un escenario sin actores, incompleto e incoherente”.
La Capilla: - “Bien, Irene, ¿qué nos respondes?”, preguntó ansiosa la Capilla. “Tú no te mereces llevarte sobre los hombros la triste gloria de ser quien permitió que acabasen con este pedazo de ciudad digna, que en sus edificios y calles ha acompañado, cobijado y educado en la vida civilizada durante más de medio siglo a todos los caraqueños…”
Los edificios se quedaron en silencio, dirigiendo sus miradas agónicas sobre la minúscula persona de la Alcaldesa, quien desde hacía rato también había enmudecido, y a su vez los contemplaba. Al percibir que comenzaba a sonreir, algunos de los edificios creyeron ver en ello una esperanza.


Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL. Caracas, lunes 22 de Febrero de 1993.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails