domingo, 19 de agosto de 2007

La Rentrée

La Rentrée.

 


La pasada fue una de las semanas más activamente agitadas de que se tenga memoria en esta ciudad (1996) con respecto a congresos, eventos y presencia de personalidades internacionales del mundo arquitectónico. 

Se unió el “Encuentro sobre Legislación y Actuación en Centros Históricos”, con invitados como José Salazar, Dora Arízaga y Enrique Capablanca, organizado por el Instituto de Patrimonio Cultural, con la presencia para estudiar Caracas del grupo de Maestría en Historia y Urbanismo de Rice University, Houston, y sus tutores Richard Ingersoll, editor de la revista Design Book Review, y Roberto Segre, así como de Richard Plunz, Director del Programa de Master de Arquitectura y Diseño Urbano de Columbia University, Nueva York, organizado por eI Instituto Regional de Estudios Urbanos; a ellos se sumó el evento “Meridiano, Continente y Contenido en Arquitectura”, con invitados como Enrique Norten, Jorge Rigau y Jorge Silvetti, organizado por la Universidad Simón Bolívar, al curso “Arquitectura de Museos”, con personajes como Carlos Bazián, María Dolores Muñoz, Javier Feducchi, Manuel Gallegos y Luis Moreno, organizado por la Dirección de Museos del CONAC.

Esta inflexión espasmódica del acontecer arquitectónico de nuestra ciudad, luego de tan prolongado silencio cultural, sugiere que en realidad no era cierto que ello no estaba afectando a nadie. La organización de todos estos encuentros (que llevó su tiempo), representó un inquieto reingreso en el mundo de la discusión nacional e internacional, que arrancó con la reciente inauguración de la exposición sobre Tomás J. Sanabria en la Galería de Arte Nacional. El solapamiento casi surrealista de las múltiples charlas y discusiones, todas apetecibles, aunque unas más importantes que otras, las perjudicó mutuamente; pero también es verdad que en el fondo sentíamos que éso de tener tan apretada agenda, estar forzados a “escoger entre” y tener que “perderse algo” fue una deliciosa tragedia que solo nos había pasado al enfrentar la oferta cultural de otras grandes ciudades. La sola idea fue muy reconfortante.

No podemos dejar de reseñar que es muy significativo el deseo simultáneo de nuestra comunidad arquitectónica de reintegrarse a través de tántas y tan diversas instituciones a la discusión internacional. Habíamos estado ausentes de ellas por demasiado tiempo en todos los campos de la arquitectura, el diseño urbano, el urbanismo, la preservación y la historia. Con algunas dispersas incursiones en los concursos internacionales (más que nada, escasamente, de índole latinoamericana), parecíamos habernos olvidado del resto del mundo. Y éste, por ende, como consecuencia, se olvida de nosotros.

Aleccionados por la fructífera labor constructiva, teórica, docente y, sobre todo, editorial, de nuestros contemporáneos latinoamericanos (quienes dominaron, fundamentalmente la lista de los invitados internacionales a los eventos), la mirada, ejecutiva y seria puesta de nuevo en la justa internacional y en el retomar para la justa nacional una exactitud gerencial y productiva, por demasiado tiempo perdida, ahora parece clara y definitiva. Ojalá así sea.

Esperamos que este nuevo ímpetu de las diferentes instituciones, no recaiga ahora que todo terminó, y sus esfuerzos redunden en programas más estables y periódicos y en sendas publicaciones cuya difusión trascienda nuestras cerradas fronteras. La difusión del trabajo y de la vida intelectual que existe en el país es casi tan importante como su existencia misma. No estamos solos, y no debemos querer estarlo por más tiempo. No es justo con nuestra arquitectura, con nuestras ciudades, con nuestra historia, ni con nosotros mismos.


Seaside, Florida, 1996.



Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, lunes 23 de Octubre de 1996.




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