miércoles, 12 de septiembre de 2007

Estufas jubilares (II)


El nuevo Crystal Palace Concert Hall de South London, propuesto por Ian Ritchie, de RFR (Ritchie, Francis & Rice), 1999 (f. www.ianritchiearchitects.co.uk).




I. El principio de la estufa
En los dos últimos párrafos suprimidos -por falta de espacio- en “Estufas jubilares” (ahora I), echábamos de menos (aparte de mucha pólvora) la falta d
e un Plan Caraqueño para el Milenio. Cuando lanzábamos la pregunta: ¿qué se está cocinando en las caldeadas estufas del Jubileo?, era para referirnos, sí, al culinario alboroto en las regocijadas alcaldías de tántas ciudades del globo, cocineras de suculentos proyectos y álgidas estrategias de fin de milenio, pero en realidad lo que queríamos era señalar la cruel paradoja histórica en la cual nos veremos inmersos pronto, contemplando cómo se eleva siglo y medio después en la cima del Crystal Palace Park de South London un nuevo, cristalino, resplandeciente y High Tech Crystal Palace, mientras que en nuestra propia ciudad lo único que se caldea con fiereza ante el año dos mil son los cuerpos fervientes de los peregrinos feriales, sofocados de calor, al borde del soponcio. Todavía el soñador proyecto ferial no construido de Juan Hurtado Manrique (el Palacio de la Exposición, de 1822) sigue siendo un mudo reclamo ante el vacío de una sociedad que nunca atina en completar el repertorio urbano de sus ciudades.

El nuevo palacio londinense reflejará el espíritu original del de 1851, desde entonces considerado el edificio ferial por antonomasia, el arquetipo sublime de todo centro de convenciones. Nosotros encontrábamos algo realmente enternecedor, el hecho de que este flamante Crystal Palace comparta con nuestro ignominioso Rental Palace un mismo principio generatriz (en su buena y mala aplicación, se entiende). Aunque uno sea el símbolo de la arquitectura ingenieril que blande Inglaterra como su nueva identidad nacional arquitectónica y el otro sea una chatarra infecta que no obstante se perpetúa feria tras feria y año tras año, ambos aluden al leit motiv del viejo palacio, señalado por Kenneth Frampton: "The Stove Principle".

El principio de la estufa nació en las experiencias de Paxton,
su arquitecto, quien fuera jardinero, con los viveros de nenúfares y los grandes invernaderos horticultores, y del uso del simple principio de la convección del aire. El aire caliente sube, señores, y la carrocería sea cual fuere hierve y se retuerce, o se congela. El profético principio, mientras que en Londres ventilará la Feria Global que se avecina, aquí sigue atizando la llama en los fogones de la Estufa Mayor. Mas, cómo será de intensa la necesidad de un centro de convenciones en esta ciudad, que las ferias siguen teniendo éxito aún achicharrándose en el mismísimo infierno.

2. La caldera del diablo

Yo, que juré tras mi última incursión no volver jamás a nada que allí se cocinara, pensé que podría recomendar una emigración ferial a espacios más
dignos, como el Paseo de Los Próceres o el Parque Los Caobos, por ejemplo. Allí al menos el calor sería producto directo del clima inocente, y no de una endiablada conjura constructiva, y el Rancho Look, mera consecuencia de lo efímero. Pero una deliciosa feria llena de público y de autores como lo es la del libro en el Paseo de Recoletos de Madrid no impidió que esa ciudad bregara el sueño de un recinto ferial apropiado y ajeno a las variables climáticas como lo es el moderno Recinto Ferial Juan Carlos I. En los Estados Unidos todas las llamadas Book Expo se realizan en sendos centros de convenciones, como el Jacovits Center de Nueva York o el MC Cormick Place, en Chicago, su sede desde hace cinco años. Ni la LIBER de Barcelona, ni la semanal de Milán, ni la feria anual de Argentina, ni la colombiana, ni la del libro infantil de Bologna, ni la más importante de Europa, la de Frankfurt, serían posibles sin sus modernos complejos feriales.

Aún hay tiempo para acudir a la cita finisecular. Con más r
ecursos que el Ilustre Americano, bien podríamos, un siglo después, caldear la estufa hasta que prenda fuego, y arrasar hasta las cenizas con el gamelotal y con la chivera de la Zona Rental. Así podría arrancar un honorable Plan Caraqueño para el Milenio: con un nuevo y monumental Centro de Exposiciones, donde como Water Lilies, como delicados lotos, como Victorias Regias, los lectores, los libreros y todos los peregrinos feriales puedan discurrir agradecidos entre el rocío refrescante de la gracia divina.

Recinto Ferial Juan Carlos I, IFEMA, MAdrid. (f. mediateca.educa.madrid.org).




Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, 24 de Noviembre de 1997.

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