domingo, 5 de agosto de 2007

Queremos la cabeza de Ribas


Monumento al General José Félix Ribas, Puerta de Caracas, Calle Real de La Pastora, Caracas (f. Archivo de la Fundación de la Memoria Urbana).



1. puertadecaracas@columbia.edu.Del 19 al 23 de Enero pasado (1996) estuvo por primera vez en Caracas el grupo del Master de Diseño Urbano de la Universidad de Columbia de Nueva York, para iniciar el estudio de una zona álgida de la ciudad: la franja que se extiende entre Catia y La Pastora, al pie del Avila. Justamente el día lunes 22, el Gobierno Nacional anunció su decisión de volver a activar el proyecto que “prolongará la Avenida Boyacá (Cota Mil) hasta Catia para enlazar con la autopista Caracas - La Guaira”, con lo cual el trabajo de Columbia, oportunamente fijado en octubre del año pasado como una indagación en torno al problema mundial de la suburbia, se vuelve ahora mucho más útil para todos.

La visita forma parte del convenio que adelanta el Instituto Regional de Estudios Urbanos (IREU/UNESCO) y fue posible gracias a la generosa ayuda de la Gobernación del Distrito Federal y la Orquesta Sinfónica Juvenil, quienes proveyeron autobuses, vuelos de helicóptero y seguridad para el grupo de profesores y estudiantes (entre ellos el Director del Programa de Diseño Urbano de Columbia, Richard Plunz). Así, pudimos acercamos ampliamente a esa parte del territorio caraqueño tan activa durante las primeras etapas de la historia de la ciudad, pero que hoy en día se ha vuelto casi imposible de recorrer por su inseguridad.

Dos conclusiones fueron cruciales: 1. Que no obstante las dimensiones de la invasión informal que escala la montaña y del problema que implique erradicarla, “al Parque Nacional de El Avila deberá asegurársele su continuidad total hasta Catia, como una medida para garantizar su integridad futura a todo lo largo del valle; y, 2. Habiendo constatado el trazado del proyecto vial que le dará continuidad a la Cota Mil, y viendo que lo primero que se lleva por delante con el Viaducto de Catuche es el monumento que hace recordar que en la Puerta de Caracas estuvo expuesta la cabeza del General José Félix Ribas para escarnio de los patriotas, “hay que defender urgentemente la Memoria Urbana de la zona”.

Tan vital obra vial para la ciudad deberá hacerse, sí, y lo más pronto posible. De esta manera, tendremos la oportunidad de que el Parque Nacional El Avila se termine de completar de punta a punta en toda su magnífica y mundialmente admirada totalidad paisajística, y también de que se instaurare en la zona un sistema ejemplar de protección del Patrimonio Arquitectónico (ruinas y vestigios arquitectónicos de edificios y estructuras) y del Patrimonio Urbano (la trama colonial, y las huellas de calles y de espacios públicos). Cuando las empresas constructivas vayan a sembrar las portentosas patas de los viaductos y vayan a excavar las monumentales trincheras de vías y túneles, lo deberán hacer con suma delicadeza, sorteando cada ícono, cada fragmento de la historia natural y urbana, palpando metro a metro la tierra como si de una excavación se tratase. Construir para el futuro de la ciudad puede bien hacerse conservando los vestigios de su pasado.

2. Sobre poética ingenieril: la lección de Los ChorrosDe los años cuando se construyó la Cota Mil, es memorable la polémica que enfrentaba la idea de una autopista apoyada directamente sobre el terreno (cortando en dos totalmente el piedemonte) contra una autopista elevada sobre viaductos (dejando la topografía intacta y permitiendo la continuidad por debajo del cerro).

Con el paso de los años, ya es un consenso general la valoración positiva de esta visionaria obra de ingeniería vial y de su radical aporte para la exaltación del paisaje del valle. Pero, de todos los kilómetros de vía construida, los más acertados siguen siendo los que pasaron rasantes sobre las faldas del Avila casi sin tocar el paisaje...

La ingeniería que trazó parte de la vía tangente, flotante, como un horizonte o una línea estructural de concreto que respeta y realza las variaciones de la topografía, tiene su mejor episodio a la altura de Los Chorros. Allí, gracias al paso de la autopista por arriba, pudo crearse ese reducto de la memoria hídrica de este valle que es el Parque Los Chorros. La salvaguarda del cauce natural y de su ecosistema, así como del paisaje agreste que baja de la montaña para la fácil visita, comprensión y disfrute de todos, es el mejor ejemplo de lo que ahora deberíamos repetir en el legendario lecho del Catuche, pero también en Agua Salud, Caraballo, Coticita... hasta llegar a Catia.

El proyecto de 4.2 kms. desde la Avenida Baralt, (terminado, como es de imaginarse, desde hace años), cuenta además con largos tramos de trincheras y de túneles. Nuestras preguntas son: ¿Se comportarán todas esas obras de ingeniería de la misma manera con todas las cabezas de Ribas regadas por la zona? ¿Qué pasará con la trama tradicional que llega hasta el nuevo tramo de la Cota Mil? ¿Podemos todavía escoger qué tipo de viaductos queremos? o, lo que es perentorio saber, ¿Recibirá el histórico oeste en los noventa el mismo tratamiento del suburbano este en los setenta?

3. Aide-memoir urbanoAunque el Instituto del Patrimonio Cultural empezó hace un año (en 1995) una investigación sobre la historia del área, aún no está disponible. La información, por lo tanto, está todavía dispersa en varias crónicas de viajeros, diversos planos, revistas de arquitectura y catálogos sobre Caracas. Hemos reunido aquí algunos datos, dispersos, pero nor ello menos importantes:

a. Lo de Puerta de Caracas es un nombre simbólico porque allí no existió nunca ninguna puerta (construida)...

b. A la derecha de esta “Puerta” (al este), sitio por mucho tiempo de un célebre árbol de Cují, se construyeron los estanques de agua, y de allí salía una senda de penetración para el Bosque y Toma de Agua del Río Catuche. Esa senda fue el paseo favorito de los diplomáticos, viajeros y pintores a principios de siglo, predilecto a la hora del crepúsculo.

c. En la crónica Caracas y sus alrededores, de Edward B. Eastwick, viajero por Venezuela en 1864, Eastwick da fe de ese viejo paseo caraqueño y de la existencia de un lugar ya sólidamente establecido, cuando dice “...sólo un sitio al norte de la ciudad valía la pena visitar. Se trata de la Toma o reservoir, que abastece de agua a Caracas, situada en un barranco cubierto de espeso boscaje..." Este era el Bosque de Catuche. Catuche es el nombre de la especie de la guanábana y la chirimoya (el bosque en su mayoría estaba formado por árboles de esa especie). El Bosque de Catuche finalizaba en el sitio llamado de Los Mecedores, y que, según Jenny de Tallenay, otra cronista más tardía, también era un "tupido bosque" y lugar de "paseos y fiestas campestres". Consistía de un claro "…rodeado con árboles seculares que proyectaban sombra sobre la hierba verde. Los árboles estaban enlazados unos con otros por gigantescas lianas, algunas de las cuales formaban columpios naturales, lo cual valió a esta localidad la denominacion de Los Mecedores”. La costumbre del paseo hasta La Toma condujo a que, cuenta el historiador Leszek Zawisza, "…en 1784 el gobernador Manuel González de Naharra dispusiera la construcción de una alameda (...) como continuación de las obras del Cuartel de Veteranos y del Puente de Carlos III. La posición de la proyectada alameda, paralela a las dos quebradas Catuche y Punceres, era oblicua con respecto al damero”. Esta "alameda" se inició pero quedó sin concluirse. Luego, en 1887, se presentó el proyecto de Las Ramblas del Catuche y Punceres al Concejo Municipal. Eran cuatro ramblas siguiendo naturalmente el curso del río Catuche, con una proposición semejante para la Quebrada de Punceres más al este, que venían subiendo desde la altura de la actual Plaza Carabobo. La Rambla se construía "…embaulando el Río Catuche entre el Puente de la Trinidad y la calle 6 (Esquina de Cuartel Nuevo), con una anchura de 30 mts., desviando el río al norte, hacia el río Anauco. En el centro de la rambla se sembrarían dos hileras de árboles a 16 mts de distancia ente ambas líneas y entre uno y otro árbol". En Las Ramblas habrían pavimentos, faroles, urinarios publicos, establecimiento de baños públicos, aparadores y hasta tranvía.

d. El Río Catuche surtió la mayoría de las fuentes o pilas públicas de agua de la ciudad durante mucho tiempo, ya que su agua era muy sana, preferida a la del estanque de Macarao.

e. Más arriba de la Caja de Agua, al noreste de la esquina de Torrero, se hizo en 1843 un estanque de forma ovalada o elíptica, para darle agua a los edificios públicos. Junto a él había un gran árbol.

f. Más abajo en el Catuche, había también un famoso samán, que en sus tiempos fue tan famoso como la Ceiba de San Francisco, llamado el Samán de la Trinidad. Fue sembrado por Juan Domingo Infante, el humilde constructor de la Iglesia de la Trinidad, con estacas que provenían del Saman de Güere. Este se encontraba en una cota de terreno por debajo del puente que cerca al Panteón cruzaba el río Catuche.

g. Como el terremoto de 1812 causó “…gran destrucción hacia esta parte de la ciudad," y "...ni una sola casa parece haber escapado", porque "…mientras más cerca estaba la montaña, más fuerte pareció ser la sacudida", es razonable esperar ver decrecer hacia el cerro los vestigios arquitectónicos previos a mediados del siglo pasado. Sin embargo, Eastwick atestigua que habían algunas importantes casas, probabalmente posteriores, "...en algunos sitios del Cerro d'Avila, donde se alzaban a una altura de varios centenares de pies, como la casa del Ministro de Holanda... o más abajo la casa de campo llamada El Paraíso, del Ministro británico...” 


h. El Camino de los Españoles fue el primero de los llamados Caminos a la Mar de Caracas. Llamado primero “La Vereda del Indio”, por haber sido por muchos siglos ya transitado por los indios, luego fue llamado “El Camino Viejo”, y empedrado en 1603. Es de unas seis millas de largo. Por allí venía todo el comercio de La Guayra, como el pescado fresco que llegaba todos los días a lomo de burro a las cuatro de la mañana. En una jaula de hierro, bajando por el cerro por este Camino de los Españoles, bajando por “…una anchurosa calle que estaba empedrada hasta la bifurcación de la Calle Real”, se contemplaba la cabeza en bronce de José Félix Ribas, monumento que hace recordar que allí estuvo expuesta la auténtica para escarnio de los patriotas.

i. Frente al monumento a Ribas habia una casa de corredor: el Antiguo Peaje. La Alcabala la llamaban también “Barrera de La Pastora”. Al lado izquierdo del Peaje estaba construido el Polvorín, o Almacen de Pólvora.

j. El camino empedrado se bifurcaba. La bifurcación tiene (aún) del lado derecho al Boulevard Brasil, y del izquierdo, la ancha Calle Real de La Pastora (con las esquinas de San Rafael, Medina, San Vicente y Torrero).

k. De Torrero se bajaba por una calle angosta y pendiente a la esquina de Portillo, la cual, desde tiempos de la colonia, había sido como una especie de Segunda Alcabala.

l. De La Pastora salían peregrinaciones a Nuestra Señora de Lourdes de Maiquetía, por lo que el Camino también está sembrado de las Estaciones del Via Crucis de estas peregrinaciones que "…salen de La Pastora con una cruz, y cantando y rezando el Via Crucis, trasmontan la montaña por el antiguo Camino de los Españoles”.


m. Entre las esquinas de Torrero y Dos Pilitas, en sentido este-oeste de la trama, se construyó el Puente de Carlos III, en 1810. Esta era la continuación de la vieja entrada principal a Caracas... La Avenida Baralt rompió este eje urbano histórico.

n. Las iglesias de la zona, específicamente la de La Trinidad (hoy Panteón Nacional) y la de La Pastora, tienen la peculiaridad de que a diferencia de todas las demás de Caracas, están orientadas norte-sur: de "cara a la ciudad" y al centro.

o. Entre Torrero y Dos Pilitas, en la acera norte, está el llamado "Jardín de Ramiro Nava”, el utopista de Caracas de los años veinte. Allí construye un Barrio-Jardín con un grupo de casas-quintas “contra temblores”.

p. La parte más alta y aislada en la zona, “…vistosísima planicie en las faldas del Avila”, era la Sabana del Blanco, sitio de pintores de paisajes, como Michelena, Cristábal Rojas, Tovar y Tovar, Tito Salas, Cabré, Alcántara, Pedro Zerpa. Allí fue donde se encontraba el Cementerio de los Hijos de Dios.

q. El Cementerio de los Hijos de Dios, de 1855, ubicado en línea recta con el Puente del Guanábano (1881), fue obra del Ing. Olegario Meneses. Según Eastwick, era “...el cementerio católico, según se dice, más hermoso de toda Sudamérica... situado en una elevación del terreno... con altos muros que lo rodean, revestidos, en su parte inferior, por una especie de casillero gigantesco. Cada compartimiento tiene unos ocho pies de profundidad por tres de ancho y alto...” Tenía una puerta en arco en la pared frontal, enmarcada en un frontón barroco, precedida de un pórtico con columnas de cuatro tramos en cada lado. En 1951 fue derribado para dar lugar a los bloques de la urbanización Diego Ibarra, o Cementerio de la Concepción. Al sur se encontraba el Seminario, en edificio aparte, ligeramente orientado en diagonal respecto al damero.

r. Entre las quebradas de Caraballo y Coticita, estaba la llamada Explanada de El Retiro.

s. El Manicomio y su Avenida (particular) de Manicomio, que atraviesa el Barrio Obrero (de trama reticular como la colonial), entre las Quebradas de Agua Salud, al este, y de Agua Salada, al oeste.

t. Algunos últimos hitos: la Congregación de Santa Ana, con sus dos patios (en Torrero), y el Puente Negro Primero. La Plaza de La Pastora; el Puente Monagas, al oeste; el Callejón Sanabria (una calle privada de interesantes casas pareadas de los tempranos años treinta), desde la Avenida Baralt hacia el oeste sobre el río Catuche; la Congregación de Santa Ana, con sus dos patios (Torrero), y el Puente Negro Primero, al oeste.




Puerta de Caracas en 1930 (f. Archivo Fundación de la Memoria Urbana)





Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, lunes 5 de Febrero de 1996.


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