Perspectiva de la nueva sede de la Galería de Arte Nacional, Parque Vargas, Caracas. Benacerraf & Gómez Arquitectura.
En 1976, cuando con la creación de la Galería de Arte Nacional se separaron físicamente las artes nacionales en institución aparte, la memoria artística de Venezuela se convirtió en el huésped temporal de un magnífico edificio que había sido diseñado para otro fin: el de Museo de Artes. No obstante, la noble arquitectura de Villanueva logró servirle también perfectamente de imagen y continente a su nueva función. La fortaleza e identidad de su arquitectura jugó un importante rol en ayudar a que la nueva institución fraguase, prosperase y se consolidase como la sólida presencia que ahora es. A ese entrañable patio blanco siempre le deberá mucho la GAN.
Más a las dos décadas de ocuparla, esa arquitectura, que aunque querida, era “prestada”, se le hizo pequeña e incómoda. La Galería reclamó cada vez más una sede propia que representase fidedigna y espacialmente su propia idiosincracia y objetivos culturales, y sobre todo su función de archivo del arte nacional, siempre lozanamente en crecimiento. De allí que es lógico que el proyecto de arquitectura que se diseñó a tal fin parta de una reflexión sobre esta historia de edificios albergadores de arte, es decir, sobre la relación arquitectónica entre los arquetipos del “Museo” y la “Galería.”
Según refiere el arquitecto de la nueva sede en construcción de la GAN, Carlos Gómez de Llarena, aunque aparentemente ambas son tipologías relativas que designan a edificios bastante semejantes, (una Galería de Arte y un Museo a veces se nos presentan en las ciudades como sinónimos de lo mismo) las ideas de ambos, arrancan de principios que ya en las etimologías se bifurcan. De acuerdo al Diccionario Etimológico de la Lengua Española, mientras que un museo es “un receptáculo para guardar y mostrar objetos preciosos, una caja, un recinto”, una galería viene del “espacio que sirve de preámbulo, el ámbito que prepara para la espera que ocurre antes de entrar al templo” 1. La condición de espera, de tránsito y, en gran medida de anticipación y preparación espiritual para el encuentro con la obra de arte, que en el templo original (de donde proviene el uso de la palabra) consistía en el Sancta Sanctorum, el recinto más sagrado de todo el edificio, se convierte así en el tema central del partido. El nuevo edificio sede de la Galería es, también arquitectónicamente, una galería en toda su esencia y espacialidad... una gran nave monumental de varias alturas que recorrerá los doscientos metros de la cuadra entre la Avenida Bolívar y la Avenida México, anticipando monumentalmente el encuentro con los tesoros que aguardan adentro.
La Galería, como tal, (y ahora estamos hablando sólo del edificio), continúa sus antecedentes en otras referencias: alude al alto aporticado del patio de Villanueva, aspirando a perpetuar la vieja costumbre ya arraigada en todos nosotros de deambular y entretenernos; es la continuación a gran escala del sistema urbano/arquitectónico del proyecto de pórticos peatonales del Parque Vargas, en su deseo de ser “un edificio en el Parque” y respaldar sus códigos formales y espaciales; es, también, una “hilera de palmas” de concreto, por la biomórfica disposición de las patas de las columnas y la sección de la estilizada cubierta en voladizo, que aspiran a prolongar hasta adentro del espacio el Palmetum/Patio de Esculturas previsto enfrente; es, finalmente, también una gran escalera que enlaza los niveles en sótano de talleres y oficinas con los de la planta urbana, relacionando personal y usuarios, y multiplicando la riqueza espacial de la misma galería, en un recuerdo del hermoso espacio de la Alte Pinakothek de Münich, de Leo von Klenze, proyectada en 1826.
Más esta reflexión etimológica no termina en la definición del espacio de la Galería. El otro aspecto, el de “museo” tiene también gran importancia. De él se deriva justamente la gran actualidad del edificio, que ha sido considerado por los expertos de Museología que han visitado recientemente el país para los “Seminarios sobre Arquitectura y Técnica de Museos” organizados en el MACCSI y en el MBA, como uno de los mejores edificios que en su género se están construyendo en el mundo. La nueva sede, además de contar con una arquitectura que se anuda a la ciudad a través del parque y que “habla” rotundamente de su significado cultural, esgrime además la parafernalia técnológica más sofisticada y actualizada de diseño de museos, concentrada en las salas y sus servicios, llamadas en el proyecto “las Cajas Técnicas”. Tras la Galería, el edificio contará con un espacio state of the art para la exhibición de cualquier tipo de obra, a cualquier escala y en cualquier medio.
Uno de los grandes problemas de los museos hoy en día (1996), como es conocido, es el de la conservación de la obras de arte. Los altos estándares exigidos para la exhibición de la gran mayoría de éstas en el mundo han relegado fuera de la línea de circulación a muchos importantes edificios hechos por notables arquitectos, a los que sin embargo, nadie les presta ninguna obra de gran valor por no ofrecer la suficiente protección. Quedarse en esta lista negra es un lujo que no puede permitirse ningún museo por más amor que a la “gran arquitectura” y a las calidades de la luz puedan tenerse. Para dar un simple ejemplo: la luz óptima con la que debe iluminarse obras de arte, más aún si es de papel, es con la mortecina luz de una vela. Por ello, hoy en día, en los nuevos diseños de espacios expositivos la luz está presente, pero controlada, desde muy poca y casi emblemática, a través de lucernarios graduables, hasta absolutamente ninguna y entonces sólo artificial. En la nueva sede de la GAN, grandes tragaluces cada seis y tres metros dejarán colar controladamente de luz del norte en las grandes salas del piso superior, que son para exposiciones temporales (y que, por ende, no tendrán que estar por mucho tiempo expuesta a ella), mientras que en la planta baja se alojarán bajo luz artificial las muestras más permanentes de la colección.
Otra exigencia funcional que representa un grave problema operacional para los montajes en muchos edificios de museos y galerías, es la entrada y salida de las obras, montacargas y movimiento de materiales en las salas. Aquí, una innovadora “Fachada Técnica”, ubicada al oeste y a todo lo largo de las salas, y una modulación estricta de ésta y del espacio, resuelve el problema limpiamente. Nunca una sala tendrá que ser cerrada totalmente por problemas de montaje. Este artificio, derivado de la experiencia en arquitectura hotelera de la oficina de Benacerraf & Gómez, es heredero de los rigurosos esquemas de servicios en los trajinantes centros de convenciones y salones de banquetes, constantemente en movimiento, y “alimentados” desde atrás por sus cocinas y depósitos. La “Fachada Técnica” es, según los especialistas que han conocido el proyecto, un aporte concreto de la arquitectura venezolana a la ciencia arquitectónica de los museos. La “Fachada Técnica” del Centro Pompidou, llamada así primordialmente por su expresiva apariencia que muestra la desnudez voluptuosa de las instalaciones, no sirve a las salas tan claramente como la que tendrá la GAN.
La Galería para el Arte Nacional, cuyas fundaciones y estructura hasta la planta baja ya están hechas, surgió del programa que la misma institución produjo previendo todo su posible crecimiento físico e intitucional. Sin embargo, ganó algunas “mejoras” que surgieron del proyecto. Entre ellas, la creación, al sur de la escisión urbana que marca en el volumen la entrada en la Calle Este 6, de una gran Sala Experimental. Esta Sala permitirá que todas las nuevas expresiones artísticas que han caracterizado en los últimos tiempos a las búsquedas del arte nacional puedan realizarse cómodamente. Además, al norte del grupo de espacios que conforman la llamada “Cabeza de la GAN”, con las oficinas de la Dirección, el cafetín y el Auditorium, se logró la inclusión y transformación de los espacios de la Estación del Metro Bellas Artes, donde, como ocurre en París al pasar bajo el Louvre en la Estación Louvre, el espacio se abrirá y se revistirá de la vida del museo, convirtiéndose también en un potencial espacio expositivo y en un recurso más de expresión urbana para Caracas.
La nueva Galería para el Arte Nacional, es pues, como su nombre lo indica, una sensible galería en realidad, pero también un sofisticado museo. Con la suma de ambas ideas, este paso hacia el futuro de la GAN se está dando, arquitectónicamente, como los buenos edificios lo saben hacer: modelando la conciencia colectiva de sus usuarios. Si el Museo de Los Caobos ayudó a la institución a que se consolidase y nos la hizo entrañable, la Galería del Parque Vargas, sin duda, la ayudará a hacerse grandiosa.
NOTAS:
1. Diccionario Etimológico de la Lengua Española.
Más a las dos décadas de ocuparla, esa arquitectura, que aunque querida, era “prestada”, se le hizo pequeña e incómoda. La Galería reclamó cada vez más una sede propia que representase fidedigna y espacialmente su propia idiosincracia y objetivos culturales, y sobre todo su función de archivo del arte nacional, siempre lozanamente en crecimiento. De allí que es lógico que el proyecto de arquitectura que se diseñó a tal fin parta de una reflexión sobre esta historia de edificios albergadores de arte, es decir, sobre la relación arquitectónica entre los arquetipos del “Museo” y la “Galería.”
Según refiere el arquitecto de la nueva sede en construcción de la GAN, Carlos Gómez de Llarena, aunque aparentemente ambas son tipologías relativas que designan a edificios bastante semejantes, (una Galería de Arte y un Museo a veces se nos presentan en las ciudades como sinónimos de lo mismo) las ideas de ambos, arrancan de principios que ya en las etimologías se bifurcan. De acuerdo al Diccionario Etimológico de la Lengua Española, mientras que un museo es “un receptáculo para guardar y mostrar objetos preciosos, una caja, un recinto”, una galería viene del “espacio que sirve de preámbulo, el ámbito que prepara para la espera que ocurre antes de entrar al templo” 1. La condición de espera, de tránsito y, en gran medida de anticipación y preparación espiritual para el encuentro con la obra de arte, que en el templo original (de donde proviene el uso de la palabra) consistía en el Sancta Sanctorum, el recinto más sagrado de todo el edificio, se convierte así en el tema central del partido. El nuevo edificio sede de la Galería es, también arquitectónicamente, una galería en toda su esencia y espacialidad... una gran nave monumental de varias alturas que recorrerá los doscientos metros de la cuadra entre la Avenida Bolívar y la Avenida México, anticipando monumentalmente el encuentro con los tesoros que aguardan adentro.
La Galería, como tal, (y ahora estamos hablando sólo del edificio), continúa sus antecedentes en otras referencias: alude al alto aporticado del patio de Villanueva, aspirando a perpetuar la vieja costumbre ya arraigada en todos nosotros de deambular y entretenernos; es la continuación a gran escala del sistema urbano/arquitectónico del proyecto de pórticos peatonales del Parque Vargas, en su deseo de ser “un edificio en el Parque” y respaldar sus códigos formales y espaciales; es, también, una “hilera de palmas” de concreto, por la biomórfica disposición de las patas de las columnas y la sección de la estilizada cubierta en voladizo, que aspiran a prolongar hasta adentro del espacio el Palmetum/Patio de Esculturas previsto enfrente; es, finalmente, también una gran escalera que enlaza los niveles en sótano de talleres y oficinas con los de la planta urbana, relacionando personal y usuarios, y multiplicando la riqueza espacial de la misma galería, en un recuerdo del hermoso espacio de la Alte Pinakothek de Münich, de Leo von Klenze, proyectada en 1826.
Más esta reflexión etimológica no termina en la definición del espacio de la Galería. El otro aspecto, el de “museo” tiene también gran importancia. De él se deriva justamente la gran actualidad del edificio, que ha sido considerado por los expertos de Museología que han visitado recientemente el país para los “Seminarios sobre Arquitectura y Técnica de Museos” organizados en el MACCSI y en el MBA, como uno de los mejores edificios que en su género se están construyendo en el mundo. La nueva sede, además de contar con una arquitectura que se anuda a la ciudad a través del parque y que “habla” rotundamente de su significado cultural, esgrime además la parafernalia técnológica más sofisticada y actualizada de diseño de museos, concentrada en las salas y sus servicios, llamadas en el proyecto “las Cajas Técnicas”. Tras la Galería, el edificio contará con un espacio state of the art para la exhibición de cualquier tipo de obra, a cualquier escala y en cualquier medio.
Uno de los grandes problemas de los museos hoy en día (1996), como es conocido, es el de la conservación de la obras de arte. Los altos estándares exigidos para la exhibición de la gran mayoría de éstas en el mundo han relegado fuera de la línea de circulación a muchos importantes edificios hechos por notables arquitectos, a los que sin embargo, nadie les presta ninguna obra de gran valor por no ofrecer la suficiente protección. Quedarse en esta lista negra es un lujo que no puede permitirse ningún museo por más amor que a la “gran arquitectura” y a las calidades de la luz puedan tenerse. Para dar un simple ejemplo: la luz óptima con la que debe iluminarse obras de arte, más aún si es de papel, es con la mortecina luz de una vela. Por ello, hoy en día, en los nuevos diseños de espacios expositivos la luz está presente, pero controlada, desde muy poca y casi emblemática, a través de lucernarios graduables, hasta absolutamente ninguna y entonces sólo artificial. En la nueva sede de la GAN, grandes tragaluces cada seis y tres metros dejarán colar controladamente de luz del norte en las grandes salas del piso superior, que son para exposiciones temporales (y que, por ende, no tendrán que estar por mucho tiempo expuesta a ella), mientras que en la planta baja se alojarán bajo luz artificial las muestras más permanentes de la colección.
Otra exigencia funcional que representa un grave problema operacional para los montajes en muchos edificios de museos y galerías, es la entrada y salida de las obras, montacargas y movimiento de materiales en las salas. Aquí, una innovadora “Fachada Técnica”, ubicada al oeste y a todo lo largo de las salas, y una modulación estricta de ésta y del espacio, resuelve el problema limpiamente. Nunca una sala tendrá que ser cerrada totalmente por problemas de montaje. Este artificio, derivado de la experiencia en arquitectura hotelera de la oficina de Benacerraf & Gómez, es heredero de los rigurosos esquemas de servicios en los trajinantes centros de convenciones y salones de banquetes, constantemente en movimiento, y “alimentados” desde atrás por sus cocinas y depósitos. La “Fachada Técnica” es, según los especialistas que han conocido el proyecto, un aporte concreto de la arquitectura venezolana a la ciencia arquitectónica de los museos. La “Fachada Técnica” del Centro Pompidou, llamada así primordialmente por su expresiva apariencia que muestra la desnudez voluptuosa de las instalaciones, no sirve a las salas tan claramente como la que tendrá la GAN.
La Galería para el Arte Nacional, cuyas fundaciones y estructura hasta la planta baja ya están hechas, surgió del programa que la misma institución produjo previendo todo su posible crecimiento físico e intitucional. Sin embargo, ganó algunas “mejoras” que surgieron del proyecto. Entre ellas, la creación, al sur de la escisión urbana que marca en el volumen la entrada en la Calle Este 6, de una gran Sala Experimental. Esta Sala permitirá que todas las nuevas expresiones artísticas que han caracterizado en los últimos tiempos a las búsquedas del arte nacional puedan realizarse cómodamente. Además, al norte del grupo de espacios que conforman la llamada “Cabeza de la GAN”, con las oficinas de la Dirección, el cafetín y el Auditorium, se logró la inclusión y transformación de los espacios de la Estación del Metro Bellas Artes, donde, como ocurre en París al pasar bajo el Louvre en la Estación Louvre, el espacio se abrirá y se revistirá de la vida del museo, convirtiéndose también en un potencial espacio expositivo y en un recurso más de expresión urbana para Caracas.
La nueva Galería para el Arte Nacional, es pues, como su nombre lo indica, una sensible galería en realidad, pero también un sofisticado museo. Con la suma de ambas ideas, este paso hacia el futuro de la GAN se está dando, arquitectónicamente, como los buenos edificios lo saben hacer: modelando la conciencia colectiva de sus usuarios. Si el Museo de Los Caobos ayudó a la institución a que se consolidase y nos la hizo entrañable, la Galería del Parque Vargas, sin duda, la ayudará a hacerse grandiosa.
NOTAS:
1. Diccionario Etimológico de la Lengua Española.
Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, 11 de Marzo de 1996; Revista ESTILO. Caracas, 1996.
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