miércoles, 21 de enero de 2015

Las torres transparentes



1.  "La Calle principal de Caracas, antes Calle de la Santísima Trinidad" (f. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).


"Transparente. Del lat. trans-, a través, 
y parens, -entis, que aparece". 1

1. Por la calle del príncipe
La debacle de destrucción desatada en el valle de Caracas en los últimos tiempos está llegando a niveles casi bíblicos. Al igual que la Ley, cuya ignorancia no es excusa para su incumplimiento, debería serlo igualmente para la Memoria Urbana: no conocerla no debería ser excusa para destruirla. Pero lo ciudad está siendo demolida frente a nuestros ojos, por todas partes. Y entre los episodios de esta monstruosa debacle (que veíamos venir), merece capítulo aparte el que se dedica a la Calle principal de Caracas -hoy Bulevar Panteón- de nuestro Centro Histórico: sencillamente, la calle más incomprendida y vejada en toda Caracas.

Esta Calle principal -o Calle del Príncipe-, es la calle derecha de la Catedral. En tiempos del Obispo Díaz Madroñero (1766) fue bautizada como Calle de la Santísima Trinidad, luego renombrada como Carabobo. En suave pendiente, parte desde la esquina de la torre de la Plaza Bolívar para lanzarse en sentido norte/sur hacia el río y hacia "el Ávila cercano", siguiendo su cardinal trazado de Indias.2 Es el segundo eje mayor de Caracas (el eje mayor es la Calle Real, que va de este a oeste), uniendo al templo mayor de la ciudad con el panorama mayor de la ciudad: la montaña.

En el proceso de construcción gradual de esta escena urbana tan clásicamente caraqueña, el trayecto norte fue inmemorialmente siempre el predilecto. Es hacia allá hacia donde se dirigieron desde el principio todas las miradas. Por ello, la brevedad inicial de la calle, de solo cuatro cuadras, al ser cortada abruptamente por "las empinadas barrancas" de la quebrada de Catuche, duró tan poco.3 En 1793, cual epifanía, surge una visión con talento. Muy urbana, y a la vez, muy religiosa. Es la de la Iglesia de la Santísima Trinidad que se construiría sobre la Sabana de Ñaraulí (actual San José). En una operación pionera de diseño urbano, la Calle principal se alargó, saltando encima de la topografía con el Puente de la Trinidad, para ir a rematar contra la portada del templo.

Todo un formidable imaginario urbano se gesta entonces, muy al gusto del urbanismo del siglo XVIII, tan amante de los monumentos organizando visuales en la fábrica urbana, pero sobre todo, muy íntimamente ligado a la historia del ciudadano Simón Bolívar, cuyo nombre completo era, como todos saben, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. El templo, "dedicado a la Santísima Trinidad, con su propio nombre y advocación", se elevó entre la ciudad y el piedemonte avileño celebrando la misma dedicación de "la capilla que habían construido los antecesores de Bolívar en la Catedral, la devoción de la familia".4

Todo ese sistema urbano altamente escenográfico, genuino, lleno de sentido, se completará arquitectónicamente en la concepción tripartita de la fachada de la iglesia, diseñada con tres naves "para que reflejara mejor el simbolismo trinitario". "Tres puertas hacia el mediodía y dos torres campanarias a los lados"; tres torres rematando la calle, tres torres unidas a la torre principal de la ciudad a través de la perspectiva de la calle. Ni que decir que esta se convirtió inmediatamente en una nave ceremonial al aire libre… que con el tiempo recibiría, escenificaría y vería sucederse los episodios de la vida y muerte del Libertador uno tras otro. Mientras tanto, al fondo, la montaña, como telón de fondo integrado a la ciudad: "Y el Angelus lento siente la nostalgia / de que se revisten las nieblas del Avila".5

No nos extrañe, pues, que un magistral arquitecto como lo era el español Manuel Mujica Millán, educado en Barcelona, y diestro en las artes de la arquitectura urbana, haya concebido en 1930 que las tres torres con las que sustituiría las antiguas fueran totalmente transparentes, con largos ventanales en el fuste y en el ático que dejaran ver la montaña incluso desde la Plaza Bolívar. Pero es lógico: la ciudad que allí estaba ya lo había decidido antes por él. Mujica solo tuvo que leerlo en la memoria urbana. Y acertaron ambos.



                                               2. El Boulevard Panteón en los 2000  (f. Flickr.com).
 

2. Mausofeo
Decía André Malraux cuando era Ministro de Asuntos Culturales de Francia en los años 60, que los bienes culturales solo empiezan a existir cuando se los nombra. Y así es. La historia que no se conoce, no se puede valorar. Como las orquídeas no identificadas en la selva umbría.

No nos asombremos, entonces, cuando vemos a Caracas siendo vejada sistemáticamente hoy en día. Hay pocas capitales del mundo tan poco protegidas y con tan pocas obras publicadas sobre su arquitectura y urbanismo como la nuestra. Su historia está prácticamente inédita. Por ello, todo el mundo piensa que nada en ella vale la pena (aunque ustedes y nosotros sabemos que no es así).

Pero en el caso de nuestra calle principal, no. Pesa sobre la abolición de esta historia caraqueña una serie de declaratorias que la protegían: la del Centro Histórico de Caracas, la del mismo Panteón Nacional como Monumento Histórico, desconocidas una a una en nuestra calle principal. Pero es cuestión de tiempo. La Ley, y la Memoria Urbana, tarde o temprano, prevalecerán.



NOTAS
1. Real Academia Española, Diccionario de la lengua Española, vigésima edición, Espasa-Calpe, Madrid, 1984,  p. 1331
2. Lucas Guillermo Castillo Lara. "El Panteón Nacional, Tierra sagrada, ejemplo tutelar, lección de gloria",  El Panteón Nacional, Ediciones Centauro, Caracas, 1980,  p. 18
3. "…la calle central partía de la catedral. Hacia el norte se acababa a las cuatro cuadras. Allí la ciudad terminaba abruptamente en las empinadas barrancas del Catuche". L.G. Castillo Lara, Op. Cit., 1980, p. 17
4. L.G. Castillo Lara. Ibid., 1980, p. 21
5. Eduardo Carreño. Nieblas, En: Lucas Guillermo Castillo Lara y Edgar Pardo Stolk, El Panteón Nacional, Ediciones Centauro, Caracas, 1980, p. 19.



 Publicado en: Opinion, @ElNacionalWeb, 8 de diciembre de 2014: http://www.el-nacional.com/hannia_gomez/torres-transparentes_0_533346716.html

martes, 20 de enero de 2015

Miramar



1. "Hotel Miramar. Macuto, Venezuela", c. 1928 (f. Postal, La Margarita. J.M. Chirinos, Caracas. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).


"La construcción juega el rol del subconsciente".
Walter Benjamin. Paris, capital del siglo XX.

1. Bajo las palmeras
Miramar. Muchos grandes albergues y hoteles de playa de comienzos del siglo XX llevaron este nombre: en Málaga, en Barcelona, en La Habana, en Cannes... Desde hace meses, el río suena trayendo rumores de que el gran hotel de la costa caraqueña enfrentará posiblemente una restauración en algún momento cercano, y ello nos ha puesto a pensar con preocupación de nuevo en él.

Tendremos que hacer, por ende, memoria urbana. No era la ciudad balneario de Macuto una estación de veraneo naïf: las arquitecturas están más que bien puestas, y entre ellas, mejor que ninguna, el monumental Hotel Miramar. Fíjense ustedes: todo arranca en la playa, en la costa pedregosa con su porosa banda de Uveros. Luego, como en un oleaje de formas sucesivas que se replican mutuamente, nace el largo malecón, con su muro/banco continuo y sus escalinatas escondidas (una invención netamente caraqueña, huelga agregar; no lo hay similar en Trouville, ni en Coney Island, ni en San Sebastián, ni en Hougsgate, ni siquiera en el mismo Deauville, tan a menudo comparado con Macuto...).

Acto seguido, la planche, la promenade, el imprescindible lungomare para el desfile elegante, y junto a éste la frondosa Avenida La Playa, discurriendo -como corresponde- sous les palmiers (bajo las palmeras). El ritmado muro norte del gran albergue, limitando el predio del jardín cultivado, y las escalinatas con sus amplios toldos de lona, son la antesala perfecta a un piano nobile tropical dotado de una soberbia colección de aperturas que hacen en su conjunto el más hermoso belvedere del mar Caribe: nuestro lido favorito, la apoteosis del balneario.

Dicho esto -que es muy poco si pretendiéramos hablar de verdad de esta espléndida arquitectura caraqueña que tanto amamos-, cualquiera que se aproxime a la restauración de este palacio del Caribe de principios del siglo veinte (Alejandro Chataing, 1928) y piense en proponer para ello -como se dice ahora muy justamente-, un "Adaptive Re-Use" (re-utilización adaptada) no podría responsablemente obviar la majestad de la arquitectura ni dejar de considerar como primera opción la restitución del uso original.

Flaco servicio se le hace a la nación convertir a sus monumentos históricos en muecas destinadas al servicio comunitario, errando la acción creyendo que con esto contribuyen al bien común. El Miramar-Ambulatorio, el Miramar-Gobernación de Vargas, el Miramar-Universidad… Horror! Los ciudadanos lo que necesitan son modernos y flamantes edificios de nueva planta hechos según lo mejor del estado actual de las cosas para satisfacer sus necesidades de salud, educación y cultura, etc. No la destrucción de su memoria urbana. La ciudad debe seguirse construyendo, sin acabar con las bases de su historia, procurándole a la gente también el orgullo y el placer de vivir en ella.

Vemos al Hotel Miramar funcionando de nuevo. Vemos su arquitectura restituida como era y la leyenda de nuestro litoral volviendo a brillar con todos los adelantos de la hotelería mundial. Vemos libros contando la historia de su restauración cuidadosa y respetuosa según el proyecto original de Chataing; vemos exposiciones mostrando el renacimiento de esta joya de la arquitectura y vemos también como de esta operación renace todo Macuto, con nuevos proyectos de escuelas, viviendas, hospitales, y edificios inspirados por la calidad de esta obra de arte sembrada en la costa de Caracas en los años veinte por su legendario arquitecto. Así pues, no despreciemos los potenciales que puede tener la acupuntura urbana contemporánea. Vamos: esta es nuestra historia!  







2. "Columna del viejo Hotel Miramar" (f. Okty1, 2008. Flickr.com),


2. Flores de loto
Arrellanado, distendido en medio de una lujuriosa veranda, instalado entre las columnas con sus capiteles florales, se ofrecía una vez, deliciosamente, cual gourmandise, un restaurante que miraba al mar. Observen ustedes con atención cada capitel de su sala hipóstila. Los llaman "capiteles en capullo" o "capiteles bulbeiformes", o "lotiformes". Al parecer, este tipo de capiteles cerrados, en forma de capullo de loto, provienen de la arquitectura egipcia, aunque en el caso de los capiteles vegetales del comedor del Hotel Miramar, Chataing no quiso cerrar los pétreos bulbos del todo. Están como floreciendo eternamente… Volviendo a contemplarlos a casi un siglo de haber sido erigidos en su magnífico sitial, altos sobre sus albos tallos cilíndricos, unos lucen como un jardín plantado de Zinias troqueladas, mientras que entre las hojas de los otros -los más-, asoman litorales rosaledas.  

En el comedor del Miramar, una vez Gardel cantó Tiempos viejos. Este bosque de tallos de piedra estaba comúnmente recubierto de hiedras trepadoras tropicales, lo que da fe de que -como en el famoso tango de Gardel-, en la ciudad de Caracas de entonces los expertos en hotelería también eran expertos en el gusto antiguo de "aquellos tiempos" del Art Nouveau. No olvidemos nunca este jardín floral. Es parte de nuestro imaginario colectivo, y universal, si a restaurar vamos. Les aseguro: los tiempos viejos pueden ser también tiempos nuevos.



Publicado en: Opinion, @ElNacionalWeb, 25 de Noviembre de 2014: http://www.el-nacional.com/hannia_gomez/Miramar_0_525547598.html

lunes, 19 de enero de 2015

Ars longa



 Edificio Ars nova, Avenida Victoria, 1950s (f. Sara Maneiro, 2006. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).


"Vita brevis, ars longa
Occasio praeceps,
Experimentum periculosum,
Iudicium difficile".
Hipócrates, Aforismos (I, 1). 1

1. Ars nova
Un día en la ciudad de Caracas en la década de los 50, un desconocido le puso el singular nombre de Ars nova a un edificio en una esquina de la Avenida Victoria con la Avenida Guayana en Las Acacias. El nombre del autor o del propietario de dicha arquitectura pletórica de delirantes mármoles y de alados detalles permanecen hasta el momento perdidos, aunque no dudamos en que algún día aparecerá.  

El nombre alude sin duda a ese nuevo arte antiguo, la arquitectura urbana, que traían de vuelta consigo al país los inmigrantes italianos y que marcaría de manera indeleble la ciudad moderna que se estaba construyendo con furor por todo el valle. Ya la Caracas colonial se había erigido toda con arquitectura urbana (gracias al monumental legado de las Layes de Indias), es decir: con edificios que construían conscientemente la ciudad (no como hoy, cuando la pauta generalizada es la del "como va viniendo vamos viendo"): definiendo bordes y volúmenes, marcando esquinas, creando hitos visuales, dirigiendo perspectivas, alineándose en las calles, siguiendo patrones y materiales, en fin, armando conjuntamente la fábrica urbana como la obra de arte colectivo que debe ser.

A principios del siglo veinte, con la potencia del cambio introducido por el boom petrolero y orquestado por la modernidad, esa mediterránea cultura urbana empezó a olvidarse… y es entonces cuando afortunadamente reaparece en escena esta  "modernidad a la italiana" de la cual el edificio Ars nova es un magnifico ejemplo, para redimir a Caracas. Pero, que es la "modernidad a la italiana"? Como se puede ser moderno y antiguo a la vez? No es esto una paradoja?

Para el maestro milanés Gio Ponti, no. Nunca lo fue. Ponti lo explicaba muy bien en 1957: "La italianidad reside en su temperamento antiguo. Es una convicción de que también el día de hoy es historia. Es la conciencia de una cultura que remodela cada vez una antigua cultura en una forma nueva". Así, para la obra de Ponti y para todas las arquitecturas urbanas italianas presentes en la Avenida Victoria (y en muchas otras partes de Caracas y del resto del país hechas por sus paisanos contemporáneos), la ciudad moderna no es otra cosa que "el más reciente fenómeno 'continuativo' de la historia italiana, porque participa de las tradiciones, lo cual significa hacer cosas nuevas, de un modo nuevo, haciéndolas bien como se hicieron hace quinientos años".2

He aquí el quid de toda esta arquitectura urbana que inunda de sabiduría a la ciudad en la primera mitad del siglo veinte. Ese desconocido que bautizara Ars nova a su edificio moderno, no estaba haciendo otra cosa que comunicar el orgullo que sentía por contribuir en la construcción de la ciudad moderna a la maniera italiana. Y, si lo vemos bien, adelantándose a su tiempo, ya insinuaba la existencia de una modernidad atemporal. 





2. Piso de mármol en arlecchino geométrico del edificio Ars nova (f. 2006, Sara Maneiro - Archivo Fundación de la Memoria Urbana).





2. Doble arlequín

La frase Ars nova, arte nuevo, inevitablemente trae a mi memoria a Ars longa, arte largo. En su deseo de referirse a la nueva arquitectura, nuestro italiano de la Avenida Victoria recordó involuntariamente también a Hipócrates, el máximo de los médicos griegos, cuando escribió en sus Aforismos: "Vita brevis, ars longa" (traducido por Séneca en su De Brevitate Vitae como: "Vitam brevem esse, longam artem"). Cuánta memoria urbana es esta esquina de Las Acacias! Cuantos deseos de hacer perdurar para siempre el arte de hacer esta ciudad, de comunicar el espíritu esperanzador con que se hizo toda la caraqueña avenida, lanzando a la posteridad su aspiración a prolongarla más allá de la brevedad de la vida de quienes la ejecutaron!



Hoy, el edificio Ars nova está incluido en el conjunto de obras que protege la declaratoria de toda la Avenida Victoria en la Parroquia San Pedro del Municipio Libertador como Bien de Interés Cultural de Venezuela, pero no individualmente.3 Quisiéramos que se diera el paso para que tuviera su declaratoria, y que su arquitectura urbana moderna formalista, con "su esquina curva, su pérgola curveada de concreto, sus barandas de hierro en patrón amiboidal, su atrio con piso de mármoles de colores en losetas hexagonales en patrón de arlequín (y doble arlequín!) y su plafón ornamental de y eso en formas geométricas abstractas", sea protegida, restaurada y conservada.4





NOTAS
1. Hipócrates, Aforismos (I, 1).
2. Gio Ponti, Milano Oggi, catalogo, Edizioni Milano Moderna, Istituto Geografico De Agostini, Novara (1957)
3. Censo Nacional de Patrimonio, IPC. 'Lo Construido', ‘Avenida Victoria. Municipio Libertador, Caracas, 2009, p. 119.
4. Edificio Ars nova, "Preinventario Arquitectónico, Ambiental y Urbano Moderno de Caracas 2005-2007", Fundación de la Memoria Urbana/Instituto del Patrimonio Cultural, Caracas (2005).




 
 Publicado en: Opinion, @ElNacionalWeb, 17 de Noviembre de 2014: http://www.el-nacional.com/opinion/Ars-longa_0_520747982.html


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