sábado, 13 de marzo de 2010

Fuera de la ley

 Jean Nouvel. Torre Aguas de Barcelona. Barcelona (1999). 




  
Nadie que se llame Chantal podría actuar de otra manera. Ese nombre marca a cualquiera… más si se trata de la curadora jefe del gran arquitecto francés contemporáneo Jean Nouvel, Chantal Béret. En su nombre ya estaba comprendido, ya se anunciaba, todo lo que sería la exposición que organizase en el Centro Georges Pompidou. Chantal.
 
Lo dijo Michel Volkovitch en su libro Verbolario (para el uso de escritores y lectores): “en una página de Du côté de chez Swann, titulada 'Encanto de los nombres', Proust analiza el efecto que producían sobre él ciertos nombres de ciudades: Parma, Vitré, Coutances, Questembert, Pontorson… diciendo: 'el nombre Parma me parece compacto, liso, malva y suave, con su sílaba pesada, donde no circula ningún aire… en cambio, Vitré, cuyo acento agudo lamía de madera negra el vitral antiguo'”.1 Esto también podría ocurrir con los curadores de arquitectura. Sigue Volkovitch: “uno podría igualmente estudiar los nombres propios inventados, aquellos a los que los autores encargan expresar, resumir, todo el carácter de un personaje o de un lugar ficticio. ¿Porqué Vautrin, Goriot, Bovary, Homays, Swann, Verduryn?” O también, ¿porqué Chantal?

Digamos que era lo más apropiado. Se trataba de hacer un show donde se respirase el más puro espíritu de los tiempos. Seducir absoultamente a todos. A tout le monde. Si la gran exposición retrospectiva de Jean Nouvel debía simular la visión personal de su arquitectura, debería “petrificar” el momento cultural. Capturar las ondas, ser el sismógrafo sensible a todas las mutaciones. Debería absorber dicho espíritu de los tiempos, especialmente de lo no-arquitectónico: “los estallidos de lo real, las emociones fugitivas de las luces de los aeropuertos, de las autopistas, de los carros, de las líneas eléctricas, de las suburbias, de las vallas, de las imágenes, de lo trivial, del estado actual de las cosas, de las tecnologías de punta, de los fotones, de los fractales, de Wenders y Goddard, Blade Runner, James Turrell, Anish Kapoor, Jenny Holzer, Richard Serra, Foucault, Deleuze…” y de la moda, claro está.2

Si Nouvel, para Chantal, era también Prouvé, Mies van der Rohe y sobre todo Archigram, entonces ella, Chantal, para el Pompidou, devendría Chanel/Lagerfeld, Saint-Laurent, Wallpaper y hasta el Buddha Bar, todo aderezado por el espectacular patronazgo digital de Samsung. La exposición de arquitectura “Jean Nouvel” se comprendería como el “set” Jean Nouvel, la “novela” Jean Nouvel, el “recital” Jean Nouvel, el “desfile” Jean Nouvel, y Chantal, vestida de negro, inspiraría la puesta en escena en un catwalk. Sólo le faltaron los DJ’s… si es que decidimos no tomar como música de “ambiance” el cliquear parpadeante de los video beams unidos a la voz electrónica de Nouvel desde las pantallas planas: “Les propongo una sucesión de inmersiones en micromundos como ecos de nuestro mundo, y a cada uno sus propias resonancias”. 

Chantal se dió la vuelta, e hizo un mohín displicente ante el directorio del museo. Para exponer a Nouvel, para poder mostrar su arquitectura crítica, su memoria activa, su hiperespecificidad, su darwinismo arquitectónico, su singularidad, su poética, su “estética del milagro”, había decidido estar, como él, “fuera de la ley”. Su proyecto de exposición, al igual que la Torre Aguas de Barcelona (el ícono central del show), que, muy a la Foucault, “no es una torre”, tampoco sería una exposición.

La imagen bajo todas sus formas contituiría su dispositivo esencial, y para develar la clave de todos los placeres, de todos los misterios de la seducción arquitectónica nouveliana haría “una historia discontinua, una especie de novela sin palabras, una pluralidad de aproximaciones para dirigir la mirada, entre la distracción y la demostración, la reflexión y la fascinación, y dar cabida a una percepción flotante del espacio arquitectónico”. Haría una caja de imágenes mágicas. Con ésto, su curaduría se zambulle en la corriente más actual de la museografía arquitectónica, a saber, la de los arquitectos-escenógrafos. Prueba de ello es el proyecto para la nueva Cité de l’Architecture et du Patrimoine en el Trocadero, a ser inaugurada en el 2003.

Chantal, con una elegante arrogancia tipo Sonia Rikyel, había levantado la voz, que resonó en los ámbitos de vidrio y acero: “Esta exposición no es ni exhaustiva, ni objetiva, ni retrospectiva, ni didáctica, ni científica. No se dirige a los iniciados: ¡No esperen ni planos, ni maquetas que arriesguen ser fuentes de incomprensión por su escala, la naturaleza de la luz o de los materiales; nada de información sobre aquéllo que es la génesis del proyecto, sobre la arquitectura como trabajo, como no sea archivada en la memoria de un ordenador!” 

Oh, pero claro, Chantal: ¡Nouvel es lo imaginario asistido por el ordenador! Y así, a través de cinco secuencias temáticas contenidas en densas cajas negras, containers hundidos en la oscuridad donde no se ve sino la luz de aquéllo que es mostrado, “desfilan” por la pasarela de Chantal un “jardín extraordinario” (la Embajada de Francia en Alemania), el “paradigma artificio-naturaleza” (el Museo Temporal Guggenheim de Arte), la “infiltración” (la sede social de la Sociedad Richemont, Ginebra), el “misterio del origen” (el Museo de la Evolución humana, Burgos), el “traza(do) del futuro” (el Centro Cultural de Santiago de Compostela), y así sucesivamente, hasta alcanzar la susodicha torre que no es una torre, Aguas de Barcelona (AcBar).

Solamente al concluir, Chantal
Béret le permitió una excepción a la vulgar realidad, y la luz vuelve en la sala llamada de la “Agencia”, inspirada en el tema del taller, donde archivos, ficheros, y bancos de datos aguardan en unas treintena de computadoras para que los descreídos podamos urgar con el mouse en la memoria de más de doscientos proyectos y veinte años de espléndida carrera arquitectónica. 


La exposición en el Centro Georges Pompidou.







NOTAS
1. Michel Volkovitch.Verbolario (para el uso de escritores y lectores).
2. "Jean Nouvel", Centre Georges-Pompidou, Paris, 2002.




Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, lunes 21 de enero de 2002. 


 

1 comentario:

  1. ......densidad, sentido de lo estetico, universalidad de "desde la memoria urbana"......

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