domingo, 10 de febrero de 2019

Evocaciones


 Edificio Solares, Las Mercedes, Caracas (f. Marylee Coll, 2008).


"Con entusiasmo y con fe, con sinceridad y con respeto,
voy a exponer todo lo que pienso sobre lo que es y lo que puede ser Caracas".
Rafael Bergamín Gutiérrez. Urbanismo (1938).

1. Solares
Desde muy temprano en la historia de Venezuela, de lado y lado del océano las crónicas conservan el registro de las obras de los españoles que llegaron a estas costas luego de hacer la larga travesía del Atlántico.

La costa caraqueña es una costa bautizada desde entonces como "costa brava", justamente por la fuerza con la que aquí también el mar Caribe rompe contra gran parte del litoral… Justamente, en el puerto de La Guaira, en 1734, se construye una de las primeras grandes arquitecturas civiles de Caracas, la Casa de la Real Compañía Guipuzcoana, de enorme cubierta y acusada reminiscencia naval. Es interesante detenerse un momento en ello, por el interés que tiene para la historia de la arquitectura de influencia española en nuestra capital.

Podemos imaginar lo que sentían los españoles al tener la primera visión de la vertical costa brava caraqueña y más tarde la del verde y bucólico valle de Caracas de entonces, alto tras la montaña. El valle de San Francisco. Y podemos imaginarnos también cómo todo esto empezó pronto y con facilidad a mutar hasta convertirse en una metáfora del recuerdo.

Fueron muchos los autores españoles que trabajaron en Caracas a partir de su fundación, iniciada por primera vez en la costa caraqueña, para aportar sus creaciones, gran parte desde la primera mitad del siglo veinte. Entre 1900 y 1970 (ámbito temporal de la exposición Suite IBERIA: la arquitectura de influencia española en Caracas, que se exhibe hasta el 30 de agosto en la Sala TAC del Trasnochco Cultural), llegaron, provenientes de muy diversas ciudades y escuelas de arquitectura españolas, cuyos árboles genealógicos e influencias debemos seguir; unas más modernas, otras más académicas. Algunos fueron contratados puntualmente para hacer trabajos que diseñarían desde fuera de Venezuela, como Secundino Suazo, José Luis Sert, Victorio Macho o Andrés Martínez Abelenda; otros recibieron encargos especiales que los traerían al país para realizarlos aquí mismo, a pie de obra, como fue el caso de Manuel Mujica Millán y Ángel Cabré i Magrinyà. El resto de los autores, de una u otra forma decididos a hacer de Caracas su ciudad, retomaron en ella sus espléndidas carreras y profesiones, haciéndola suya, para fortuna de Caracas. Su trayectoria se diversificaría y multiplicaría en variadas versiones y vertientes al llegar a la capital venezolana y mezclarse con la práctica local. 

La arquitectura de influencia española abarcará toda Caracas. Los principales sitios de la ciudad donde estas nuevas arquitecturas, urbanismos, obras de arte urbano e integraciones artísticas van a aparecer son Macuto, Caraballeda, Los Caracas, El Paraíso, Los Caobos, La Florida, el Caracas Country Club, Campo Alegre, La Castellana, Altamira, El Rosal, Las Mercedes y el Valle Arriba Golf Club: los nuevos desarrollos y urbanizaciones de la Caracas moderna. No obstante, aunque en esta oportunidad hemos logrado dar con muchas de las obras que los maestros españoles realizaron aquí, es imposible determinar hasta dónde llegan las influencias. La Caracas hispana es una bella ciudad en gran parte invisible esperando todavía por ser develada en la totalidad del vasto conjunto de sus ibéricas formas.

El valle de Caracas, planificado como una ciudad de Indias en base a un idealmente infinito trazado de damero, lanzó desde 1567 por todo el territorio su desiderata de orden y construcción civilizatoria. Aunque la retícula no continuara a realizarse más allá de los cauces de los ríos Guaire y Anauco, y la metrópolis moderna optase por otras ideas urbanísticas para transformar cada hacienda en ciudad, el influjo de la trama persiste, inmanente, incólume, intangible, como un plan ideal.

La idea española del solar esclarecido, presto a anidar organizadamente en el territorio virgen para instaurar un universo racional e impartir su propia cátedra de ciudad, la encontramos por todas partes. No hay una arquitectura de influencia española que no intente rendir una lección de arquitectura y ciudad en su lote y fungir de puerto para las grandes tradiciones constructivas y las mejores ideas de su época. Un talante que resumiera muy bien el "racionalista madrileño", Rafael Bergamín Gutiérrez, ya en Caracas, cuando escribiera desde su tribuna en El Univesal: en 1938: "Voy a sugerir lo que debe ser una ciudad moderna. Serán como unas elementales lecciones de urbanismo al alcance de todos".  

2. Evocaciones
Un abanico de composiciones evocadoras de las muchas regiones y maneras de hacer arte, arquitectura y ciudad en España hasta 1970, confirmarán dicho talante nuevo en Caracas. Por ello, fue inevitable el que como curadores de la antes citada exposición, hiciéramos alusión a "Suite Iberia", el retablo musical español que compusiera entre 1905 y 1909 Isaac Albéniz, y a su docena de composiciones para piano dedicadas a varios lugares españoles, la primera de las cuales se llama, justamente Evocaciones.

Sin embargo, la selección de las obras de nuestra muestra no parte de representar puntualmente a todas las regiones de España, como pudiera esperarse. Emana de lo que la fábrica misma de la ciudad nos tenía que decir: de la lista de sus arquitecturas más notables, de sus mejores proyectos artísticos, de sus lugares más significativos. Estos sitios existían, eran ya partes notables de la ciudad, eran nuestros antes de que decidiéramos recordar quienes los habían hecho; incluso antes de que, transitoriamente, los hubiéramos olvidado. Son parte de la Caracas que todos admiramos. Son, eso sí, un elenco de obras exclusivamente hechas por españoles. Porque no olvidemos que en Caracas hubo también muchos arquitectos venezolanos de virtuosa hispanofilia que trabajaban muy bien todos los lenguajes arquitectónicos de la época en España, sobre todo, el Neohispano. Recordemos la obra de Carlos Raúl Villanueva.

De esta manera, encontramos entre los principales urbanismos neohispanos de Caracas, las urbanizaciones El Rosal y Las Mercedes, construidas a partir de 1940. Ambos trazados, con una misma idea de ciudad, duplicada al norte y al sur del río Guaire, con sus urbanismos de ciudad americana, pero imbuida de la culta memoria urbana de las ciudades españolas de su tiempo, habían sido admirados desde siempre. Hoy empezamos a vislumbrar las evocaciones riojanas de estas comarcas tan caraqueñas, diseñadas por Francisco Iñiguez de Luis y Amós Salvador Carreras, ambos oriundos de la ciudad de Logroño.

O también, la vasta impronta que dejaron en el valle los arquitectos, delineantes y constructores provenientes del país vasco, quienes propiciaron la creación de todo un nuevo lenguaje formal, de un "estilo" arquitectónico de reminiscencia vasca: el Neovasco venezolano. Este lenguaje produjo en la ciudad unas tipologías de vivienda muy particulares y difundidas, desde lo unifamiliar a lo multifamiliar, basadas en variaciones del caserío rural vasco.

Oficiando una monumental operación evocativa, el artífice de la mayoría de los edificios de estilo y nombre vasco que existen hoy (incluidos el célebre edificio Eguzki de 1941 construido en la urbanización Los Caobos, el primero de propiedad horizontal en la ciudad, y el suntuoso caserón del Centro Vasco), fue Miguel Salvador Cordón. Este convirtió a Caracas en una auténtica comarca guipuzcoana. Afincado en su nostalgia y conocimientos, nos legó sus ricamente guarnecidos caseríos tropicalizados, como naves dispersas de la "Euzkadi peregrina”, ancladas por todo el valle.

La arquitectura neovasca se propagó con éxito rápidamente. En los años cuarenta otros profesionales empezaron a destacarse también en "versionar la arquitectura al euskera”. Las urbanizaciones se empezaron a llenar de nombres como Izarra, Amaya, Mondragón, Toki Eder, Mendi Eder…. Así, encontramos los chalets neovascos del arquitecto Manuel Mujica Millán, quien, aunque había sido educado en Barcelona en el oficio de arquitecto, nació en Vitoria, provincia de Alava, y nos dejó muchas obras de su interpretación personal del estilo neovasco. Más ligero, más delicado, si se quiere. Como la quinta La Ruezga, aún hoy en pie en la urbanización Campo Alegre.

Mujica Millán, quien de por sí merece -y aún está esperando- por una retrospectiva individual de su obra completa en Venezuela, es el maestro de las evocaciones. Nada más en Caracas es el autor en 1930 de la renovación del altar de la patria, el Panteón Nacional, cuyas altas torres transparentes recuerdan tanto a la de la Iglesia de San Vicente de la ciudad de Vitoria. Famoso como el versionador excelso de todos los estilos, fue del neovasco al neohispano, de éste al neocolonial y de allí al racionalismo, al neoplasticismo y al funcionalismo… aunque nunca sabremos a ciencia cierta por dónde andaban verdaderamente sus sueños arquitectónicos en cada fragmento de sus obras, tan ricas en contenidos y en hibridaciones son. En ellas parecieran estar todos los lugares de España -y de Venezuela, por cuyo territorio tanto amaba viajar a fin de conocer su arquitectura colonial-, para luego volver al tablero de dibujo y evocarla en sus proyectos. Como un Albéniz arquitectónico.





Panteón Nacional, Caracas (f. Valeria Ragonne, 2009).



Suite IBERIA: la arquitectura de influencia española en CaracasSala TAC, Trasnocho Cultural, 4 de julio -  30 de agosto, 2015.



Publicado en: @ElNacionalWeb, Caracas, Agosto de 2015.



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