sábado, 30 de enero de 2010

Caracas ejemplar

Parque Vargas, Caracas.





Una de las cosas con la que más orgullo cuento en mi vida es el haber formado parte del equipo que diseñó el Parque José María Vargas en los años ochenta. Yo tuve la suerte de ser testigo de excepción de esa epopeya histórica -que periódicamente deberíamos prohibir olvidar, tan ingratas y desmemoriadas son algunas personas-.

Epopeya en la que nuestra ciudad logró convertir la hostil autopista que dividía en dos su corazón en la gran avenida urbana a la que originalmente aspiraba; en la que esta ciudad logró para sí la mejora definitiva de la calidad de su vida urbana recuperando treinta y cuatro hectáreas donde antes habían proyectado grandes negocios especulativos para destinarlas a plazas, aceras, parques, jardines y edificios culturales; en la que esta ciudad apoyó en todos sus niveles de discusión pública el largo camino político, institucional y legal para asegurarse un futuro cualitativamente mejor, erradicando de su propio corazón con una Ordenanza de Zonificación ejemplar -la Ordenanza vigente del Parque Vargas-, el fantasma de la densificación gigantesca, irracional y antiurbana del meganegocio Bantrab, que algunos ya habían proyectado para continuar con los negocios “latinos” del proyecto de Parque Central. En un giro radical, el Parque Vargas se basa en obtener una clara y evidente rentabilidad social, substituyendo a la “rentabilidad económica” de quienes engañaron y causaron la quiebra del Centro Simón Bolívar en aquél momento.

Partiendo de la importancia que tuvo para Caracas el Plan Rotival en 1939, generador de la idea de la Avenida Bolívar, luego fueron igualmente notables las sucesivas alternativas de otros arquitectos, desde Carlos Raúl Villanueva a Cipriano J. Domínguez, para desarrollarlo y convertirlo en realidad. Pero a fines del siglo pasado, después de aquellas propuestas, Caracas había cambiado, ya era otra: en esas cuatro décadas se habían cometido errores garrafales y omisiones lamentables en la construcción de su fábrica urbana que eran absolutamente imprevisibles para aquellos notables arquitectos. Caracas había densificado su centro sin hacer previsiones para nuevos espacios públicos ni conjuntos de tipo cultural a la escala del futuro, la ciudad creció impetuosamente hacia el este y hacia el sur igualmente sin preocuparse por ninguna de estas calidades, y poco a poco, los únicos terrenos estratégicos que fueron quedando, el mejor espacio que aún nos queda para saldar la imperiosa deuda con los niveles de calidad de vida urbana que necesita tener una gran capital es éste mismo de siempre alrededor de la Avenida Bolívar.

Es inmoral y abominable saber en estos tiempos (2002), cuando se supone que todos ya estamos de acuerdo en qué es lo que hace humana una ciudad y qué es lo que más necesita Caracas, de iniciativas que buscan revertir el trabajo inmenso y desconocer la responsabilidad social y el profesionalismo en Diseño Urbano con que actuaron los integrantes de la Comisión del Parque Vargas, configurada por cinco Premios Nacionales de Arquitectura: Juan Andrés Vegas, Antonio Cruz Fernández, Tomás J. Sanabria y Fruto Vivas, unidos a Carlos Gómez de Llarena. Ese grupo de notables logró para Caracas entre 1985 y 1989 la dosis de espacio público y zonas de esparcimiento necesarias para equilibrar los desafueros y la apretada mediocridad y egoísmo con que se construyó el centro. Todas sus positivas ideas de blindar con una Ordenanza estos apetitosos terrenos (tan apetitosos eran y son que nunca han dejado, ni siquiera hoy, de tener manos peludas zamureándolos e intentando convertirlos de nuevo en metros cuadrados rentables) para garantizar que Caracas pudiera tener un corazón monumental, pero en el sentido humanizador de la palabra, quieren revocarlas o disminuirlas.

Alegar que el Parque Vargas no ha podido concluirse, que la Plaza Cívica de La Hoyada no ha podido construirse aún, que la Galería de Arte Nacional lucha por terminarse, son argumentos del absurdo. Si en toda la década pasada esas mismas personas hubieran tenido una actitud más respetuosa de la ciudad y de su épica proyectual, quizás hoy tendríamos ese corazón monumental concluido, ese ejemplar eje dorsal terminado, y quién quita que hasta con sus mismas firmas endosando los demás proyectos que hacen falta para completar el Parque… si es éso lo que tánto les quita el sueño. Porque no pueden alegar nada contra la idea de la humanización que trae consigo el Parque Vargas en este lugar, ni contra el aumento generoso de los espacios urbanos y de las áreas verdes, ni contra la peatonalización, ni contra la presencia de las edificaciones culturales, ni contra las posibilidades de mejora de la calidad de vida para toda la metrópolis.

Pero eso es harina de otro costal. El tamaño del Parque Vargas es apenas proporcional a las necesidades de esta ciudad y haría falta que todos los ciudadanos, todo el gremio de colegas arquitectos y urbanistas, todos los medios y especialmente todos los vecinos, todos los ciudadanos se unan y apoyen vigorosamente las dimensiones, las dotaciones y los usos que están previstos en el Parque Vargas, a fin de que se concluya de una vez por todas en todos sus nobles planteamientos para el disfrute y la salud urbana de esta ciudad. Caracas no puede avanzar con tan poca fe en nuestros mejores hombres. Los enceguecidos críticos que hoy nos hablan de “construir los bordes del Parque Vargas” (cuando su borde urbano es la propia ciudad a la que meramente habría que incentivar, como ha dicho Tomás J. Sanabria, para que se homogeinice alrededor) o de “definir la Plaza” (cuando lo que es hacen es reducirla criminalmente), lo que están promoviendo es restarle metros cuadrados de espacios públicos a nuestra pobre Caracas. Los terrenos, de nuevo para ellos, no son sino el símbolo de “$$$” (Avida Dollars).

El perímetro del Parque Vargas no se ha reservado para permitir desarrollos y negocios inmobiliarios comunes y corrientes sino para garantizar y equilibrar con su generosa dosis de urbanidad las carencias urgentes de esta ciudad. Caracas no puede permitirse perder para su futuro ni un solo metro de los que conquistó con tanto esfuerzo, en aras de no se sabe qué negocios, intereses o apetencias personales.


Gran Plaza Cívica de La Hoyada, Parque Vargas.

 




Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, Lunes 30 de Septiembre de 2002.



2 comentarios:

  1. Excelente comentario, Hannia, estoy 100% de acuerdo contigo. ¿Habría alguna forma de apurar esos proyectos mediante la organización popular? Estoy dispuesto a colaborar en todo lo que haya que hacer. Caracas se merece que la amen realmente.

    ResponderBorrar
  2. Hoy de nuevo el Parque Vargas se haya en peligro con los planes de construir viviendas en sus áreas verdes, determinadas por la Ordenanza del Parque Vargas.¡Con qué facilidad violan la ley quienes no conocen ni aprecian la historia de la ciudad! Esas viviendas son ilegales. No a la destrucción de los espacios públicos de Caracas!
    Saludos,
    Hannia
    FUNDACION DE LA MEMORIA URBANA

    ResponderBorrar

Related Posts with Thumbnails