¿Cuán valiosa puede volverse la propuesta de un escritor para el tema de la ciudad frente a la banalidad generalizada del pensamiento urbano global reciente? La mayoría de los proyectos de todas partes del mundo presentados con gran alarde tecnológico en la Séptima Biennale d’Architettura di Venezia –hasta el 30 de Octubre de 2000 en los Giardini di Castello- abordan de una manera débil el gran tema de la ciudad y sus complejos dilemas contemporáneos, redundando en clichés escondidos tras una jerga cibernética. En algunos casos, quizás lo único que queda tras contemplar las voluptuosas vistas hechas con ordenador de los proyectos arquitectónico/urbanos presentados, es uno que otro vestigio “conceptual” que ronda más bien los terrenos de la literatura, por lo que es sólo como ésta, en el mejor de los casos, que puede ser evaluada como propuesta…
En este contexto, Alessandro Baricco, con su última novela City (1999), construida “como la idea de una ciudad”, podría resultar siendo el mejor de los diseñadores urbanos que actúan contemporáneamente en la escena global, el arquitecto/urbanista inexplicablemente fuera de concurso que hubiera podido ser premiado con el León de Oro acaso se le hubiera ocurrido presentar su “ciudad” ante la contienda planteada por el Comisario Massimiliano Fuksas en Città: Less Aesthetics More Ethics (www.labiennale.org/it/architettura).
Durante el lento discurrir de todo el verano pasado, dos libros de sabor urbano se alternaron en sus turnos nocturnos para confundirme con sus voces: City y Città: Less Aesthetics More Ethics. Yo no sabía muy bien, en medio de tántas atmósferas deliciosamente mezcladas, cuándo hablaba la ciudad en boca de Alessandro Baricco -el autor de Seda- ni cuándo en boca de Massimiliano Fuksas, el director de la Séptima Bienal de Arquitectura de Venecia.
A ratos me parecía oir a Shatzy Shell, la adorable heroína de City -diciendo lo que siente al tener frente a sí a una ciudad ideal, tema principal tras todo el libro: "es... como una suerte de consuelo, en el interior, como una revelación que abre el corazón pero que al mismo tiempo se siente como una puntada, como una sensación de pérdida irremediable y definitiva: Una catástrofe dulce", confiesa.1 Yo la escuchaba, sigilosamente, jurando que ésa era sin duda su voz, la modulada voz de Shatzy Shell: "...seguros y confiados en la capacidad de cambio del hombre, colocamos este nuevo y precioso momento de búsqueda a la disposición de todos aquéllos que han sentido que su deber es intervenir la realidad de cualquier manera posible porque están todavía convencidos de que son capaces de cambiarla, aún con la web..."
Sí: seguro que era ella la que hablaba. Shatzy en la web, dictando en su grabador personal, Shatzy caminando por las calles ideales de la ciudad sobre sus afilados stiletti negros, Shatzy navegando en el ordenador por esa city ideal que Alessandro quiso escribir al proponerse construir un libro que fuera "...como una ciudad, como la idea de una ciudad". Fascinante idea para cualquier libro, o para cualquier bienal de arquitectura en estos días.
Para Baricco, la fundación de una ciudad imaginaria donde "las historias son barrios, los personajes son calles y el resto, es el tiempo que pasa, las ganas de deambular y la necesidad de mirar", se convierte en la alucinante comprobación de la importancia universal del diseño, especialmente para quienes escriben. Así nos lo ratifica él mismo, reflexionando: "yo diseñé en City dos barrios, que se deslizan hacia atrás en el tiempo. En uno de ellos, hay una historia de boxeo de tiempos de la radio. En el otro, hay un Western". Habiendo viajado por su ciudad, Torino, durante tres años completos, lo que termina haciendo es lanzar al espacio editorial el postulado de su idea personal del habitar, de un plan propio donde traza un camino que "el lector, si lo desea, podrá rehacer". Su conclusión final, a manera de pregunta, pareciera más bien sacada de la presentación de la Bienal de Venecia: "ésto es lo que hay de bello, y de difícil (en todos los libros): ¿realmente podemos hacer el viaje de otros?".2 Ay, ¡el viaje imposible de la ciudad ideal!
Las cien contribuciones finales online que hubo para la Bienal de Venecia (llamada también -¿puede caber otro nombre?- "Città"), los cien improbables metabolismos urbanos enviados electrónicamente desde todo el mundo para que pudiéramos rehacer el camino por sus imágenes en movimiento y "hacer el viaje de los otros" surfeando por sus performances técnicos, son en el fondo iguales a City. No por ser propuestas urbanas para una bienal dedicada a la ciudad, sino porque son también "una manera de diseñar sin "construir", sin abandonar la exploración y la búsqueda de todos los posibles 'espacios' que existan" ...pero, ¿estaba trascribiendo de nuevo el monólogo? Con tánto calor en las noches, podía uno confundirse. Mas no: ésto último tenía algo más de histérico y mesiánico; era más el tono del director Fuksas, cuando arrancaba invocando a "ese hombre de la metrópolis, quien está solo y se encuentra socialmente desconectado, y que se convierte gracias a Internet en un nodo virtual del universo, en un espectador desde afuera".
Afuera. Uno esta siempre afuera de las utópicas divagaciones de las vanguardias. Tan afuera como nuestra amiga, creyendo ilusoriamente habitar en el corazón real de su ciudad ideal: "...uno está siempre fuera, mirando pero siempre desde afuera. No puedes meterte en ella, estás irremediablemente delante, miras y no puedes hacer ninguna otra cosa. Es un buen truco. Cuando te llega el momento de ver el lugar donde serás salvado, siempre es desde afuera que lo observas. Nunca estás dentro. Es tu lugar, pero no estás allí jamás"... y no lo estarás, nunca, aunque participes todo lo activamente posible de la "nueva revolución" propuesta por Fuksas, y comulgues electrónicamente con las supuestas nuevas ideas, utopías y soluciones (trucos) que van a responder a los viejos problemas de la ciudad... Porque lo importante -dice Massimiliano- era "que se reunieran en el site la mayor cantidad de ideas posibles, que empezara un diálogo sobre los fragmentos visionarios de una nueva geografía metropolitana".
Y fragmentos, sí que los hubo: estadios/contenedores; ciudades espaciales satelitales; villas elevadas; rascatierras flotantes (Earthscrapers); multiciudades; ciudades de papel antiterremotos; túneles interfase; alquimias urbanas; ciudades invisibles de Coop Himmelb(l)au; ladrillos y pixels de Dillier y Scofidio; contenedores coreográficos; máquinas fluidas, chips de infraestructura, espacios smooth, laberintos dinámicos, desapariciones suaves; paredes sin paredes de Zaha Hadid; arquitecturas extraterrestres; urbanismos automáticos; robots urbanos... y los morphs y las matrix usuales, en el eterno, infinito y siempre cambiante campo de las creaciones de sus habitantes.
Uno de los participantes de la Bienal se llamaba Pietro Caruso. A mí se me se destacó en la noche de Agosto como una estrella fulgurante. Su proposición era tan solo una cita textual de Max Frisch: "estoy sentado en un bar, es de tarde y por lo tanto hay un solo barman trabajando; me cuenta la historia de su vida, una historia de verdad. Entonces, ¡se la creo! Y se lo digo. El seca los vasos que ha lavado. -Sí- repite, -¡así es como fue!- Yo bebo, y pienso: un hombre ha tenido una experiencia y ahora busca la historia de esa experiencia... el cuento que la acompaña. Uno no puede vivir con una experiencia sin una historia, así pienso yo y algunas veces imagino que otro posee la historia que va con mi experiencia... (pero no es el barman)".3
Los comisarios de la Bienal no premiaron a Pietro Caruso, pero yo casi lo ví de la mano de Shatzy Shell, entendiendo mejor que nadie este asunto veraniego de la ciudad.
NOTAS
1. Alessandro Baricco. City, RCS Libri, 1999.
2. La Biennale di Venezia. Expo on line: "Città : Less Aesthetics, More Ethics", 7th International Architecture Exhibition, La Biennale di Venezia, Marsilio, Venecia, 2000: www.labiennale.org/it/architettura.
3. Max Frisch (Arquitecto y Premio Nóbel de Literatura, Zurich, 1911- ). Il Mio Nome Sia Gantenbeinv.
Publicado en: Papel literario, EL NACIONAL, Caracas, Sábado 28 de Octubre de 2000.
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