El sprawl (desparramamiento) urbano hace tiempo ya que rebosó los vasos ideales de las murallas que contenían la escala humana de nuestras ciudades. Conurbaciones y megalópolis son el pan nuestro urbano de cada día, y ya no se habla de Buenos Aires sin hablar de la “Gran Buenos Aires”, ni de Río de Janeiro sin el “Gran Río” o de Madrid sin su AMC (Area Metropolitana de Madrid).
El problema urbano de París ya no es tanto el que conocíamos sino el de L’Ille de France, y los urbanistas manejan igualmente la paridad Londres y “Greater London” como dos caras de la misma moneda, sin mencionar lo que ocurre, paroxísticamente, con Ciudad de México y su Distrito Federal. Aunque el adjetivo “Gran” pueda llenarnos de cierto orgullo (no neguemos que a todos nos gustó mucho eso de la “Gran Caracas”), en realidad lo que está tratando es de nombrar una nueva situación urbana fuera de control: la expansión sin calidades de la suburbia conurbada.
¡Cuán lejanos estamos de las dimensiones ideales de aquella polis comedida donde la democracia calzaba como un guante! ¡Donde la participación ciudadana era cuestión de una visita responsable del ciudadano al ágora o a la piazza! Los centros de poder ahora quedan más y más lejos -y ya no sólo política, sino físicamente- de los territorios y de los ciudadanos que gobiernan. No en vano les llaman “teleciudades”, ciudades en la distancia.
Comunidades urbanas que sólo conocemos por el mapa. Vecindarios remotos de problemas más remotos aún. Comarcas perdidas tras los valles y las colinas. A los alcaldes de la Caracas contemporánea los vemos manejarse dando grandes brazadas de gigante en el aire, como bañistas que quieren dar señas para ser salvados de las aguas que los están ahogando, queriendo abarcar con monumentales gestos aquéllo que no conocen bien, que no dominan, que quizás ni siquiera han visto nunca… Se gobierna desde el helicóptero, mediante fotografías aéreas, o según los partes de mensajeros especializados que van pidiendo audiencia guardando colas infinitas en las cortes de los palacios de gobierno del valle. Se gobierna a grosso modo
Cinco municipios mayores que lo que jamás fue Siena, por ejemplo, se fugan por los confines de esta ciudad. Caracas cuenta estadísticamente sus municipios entre los de mayor tamaño del orbe urbano. Cuando en Barcelona tienen un promedio de 99 km2/mun., en Bogotá, 80; en Ciudad de México, 93; en Londres, 49; en Nueva York, 60; en París, 56; en Río, 90; y en Buenos Aires, la mayor conurbación de la región, 14, en Caracas tienen un promedio de 156 km2 por municipio. Entretanto, urbi et orbi, se sabe que el que mucho abarca…
Haciendo un análisis de los planos metropolitanos de estas ciudades, todos ellos expresan una certera distinción entre el área metropolitana y la conurbación capital, pero registrando el mismo esquema político-administrativo. Es como si el camino estuviese dispuesto para la inminente densificación. Las áreas metropolitanas se organizan en treintenas de municipios hasta que llegan a la ciudad central, donde aumenta de manera considerable el número de éstos, cuyo tamaño se va reduciendo a medida que se acercan a la City, o centro de la ciudad. Mientras que los municipios metropolitanos son más o menos del tamaño del caraqueño Municipio Libertador -cuando son grandes-, los más centrales son a lo sumo del tamaño de la igualmente caraqueña Parroquia Catedral (recuérdense el Municipio La Candelaria, en Bogotá, el primer Arrondisement de París o el de la City of London).
La acción combinada de municipios urbanos más pequeños con la presencia del layer superpuesto de las parroquias, está presente reiteradamente como dupla urbana en todas estas ciudades. Un municipio central como el Sixiéme en París puede estar compartido por cinco parroquias, en tanto que otro como el Midtown Community District del Municipio de Manhattan, tiene sólo dos: Saint Thomas y Saint Patrick (los municipios neoyorkinos se cuentan entre los más grandes del mundo urbano –aunque siempre menores que los caraqueños-, pero están asistidos por la figura del Community District, o sub-municipio).
La idea, en todos, es llevar el poder al ciudadano sin obviar las jerarquías saludables de un gobierno urbano: basta ver el rol fundamental que cumplen las sedes de las Mairies {alcaldías municipales) en París, incluso culturalmente, asentadas en espléndidos conjuntos arquitectónicos, pero dominadas por el monumental Hôtel de Ville que se eleva en Châtelet. Una metáfora viva de cómo se gobierna la ciudad para poder lograr una perfecta alta costura urbana, tanto del todo como de las partes.
Caracas detuvo su proceso de evolución urbana a principios de los años ochenta, justamente en los tiempos de la división de la ciudad en cinco municipios, cuando desapareció –old fashioned como era- su principal despacho de planificación, la Oficina Metropolitana de Urbanismo (OMPU). Desde entonces, la anarquía y la descomunicación han castigado el territorio urbano caraqueño, planificándose parcialmente desde cinco fragmentarias oficinas de gestión urbana. Lo que debió haber sido un avance, tuvo así su lado negativo. Una vez más, al no haber una autoridad mayor, las partes se perdieron en sus rencillas, sordas entre sí.
Tras dos décadas de clamor por la creación de una autoridad metropolitana y por la reaparición de una Comisión de Urbanismo -logros que vuelven a ser una realidad para el progreso real de la ciudad-, cabe ahora (2001) dar el siguiente paso: sincerar la división político-religiosa-administrativa de Caracas.
La creación de nuevas parroquias y municipios se impone para saldar esta cuenta pendiente con la capital. Esto lo demuestra el análisis simple de cómo están estructuradas las principales ciudades del mundo. Caracas, frente a ellas, luce ilógica y atrasada, inoperante y antifuncional. No es de extrañar el abandono de sus espacios públicos, la poca efectividad de las acciones emprendidas, el caos peatonal, el atraso de los proyectos de infraestructura y la altísima anarquía existente en el gobierno urbano. Parroquialización y munipalización han de ser las dos caras de un mismo proceso emprendido a la vez, y no dos puntos de vista aguerridamente opuestos. Ambas funcionan concertadamente siempre.
Nuestra capital debe ser puesta al día para que funcione mejor. Para que tenga mejores niveles de acceso de los ciudadanos a su gobierno y de control de éste para actuar sobre los problemas con más efectividad. Basta enunciar esta meta para que sea posible. La humanidad persigue inconscientemente sus sueños más caros, y como sea, siempre logra hacerlos realidad.
Comunidades urbanas que sólo conocemos por el mapa. Vecindarios remotos de problemas más remotos aún. Comarcas perdidas tras los valles y las colinas. A los alcaldes de la Caracas contemporánea los vemos manejarse dando grandes brazadas de gigante en el aire, como bañistas que quieren dar señas para ser salvados de las aguas que los están ahogando, queriendo abarcar con monumentales gestos aquéllo que no conocen bien, que no dominan, que quizás ni siquiera han visto nunca… Se gobierna desde el helicóptero, mediante fotografías aéreas, o según los partes de mensajeros especializados que van pidiendo audiencia guardando colas infinitas en las cortes de los palacios de gobierno del valle. Se gobierna a grosso modo
Cinco municipios mayores que lo que jamás fue Siena, por ejemplo, se fugan por los confines de esta ciudad. Caracas cuenta estadísticamente sus municipios entre los de mayor tamaño del orbe urbano. Cuando en Barcelona tienen un promedio de 99 km2/mun., en Bogotá, 80; en Ciudad de México, 93; en Londres, 49; en Nueva York, 60; en París, 56; en Río, 90; y en Buenos Aires, la mayor conurbación de la región, 14, en Caracas tienen un promedio de 156 km2 por municipio. Entretanto, urbi et orbi, se sabe que el que mucho abarca…
Haciendo un análisis de los planos metropolitanos de estas ciudades, todos ellos expresan una certera distinción entre el área metropolitana y la conurbación capital, pero registrando el mismo esquema político-administrativo. Es como si el camino estuviese dispuesto para la inminente densificación. Las áreas metropolitanas se organizan en treintenas de municipios hasta que llegan a la ciudad central, donde aumenta de manera considerable el número de éstos, cuyo tamaño se va reduciendo a medida que se acercan a la City, o centro de la ciudad. Mientras que los municipios metropolitanos son más o menos del tamaño del caraqueño Municipio Libertador -cuando son grandes-, los más centrales son a lo sumo del tamaño de la igualmente caraqueña Parroquia Catedral (recuérdense el Municipio La Candelaria, en Bogotá, el primer Arrondisement de París o el de la City of London).
La acción combinada de municipios urbanos más pequeños con la presencia del layer superpuesto de las parroquias, está presente reiteradamente como dupla urbana en todas estas ciudades. Un municipio central como el Sixiéme en París puede estar compartido por cinco parroquias, en tanto que otro como el Midtown Community District del Municipio de Manhattan, tiene sólo dos: Saint Thomas y Saint Patrick (los municipios neoyorkinos se cuentan entre los más grandes del mundo urbano –aunque siempre menores que los caraqueños-, pero están asistidos por la figura del Community District, o sub-municipio).
La idea, en todos, es llevar el poder al ciudadano sin obviar las jerarquías saludables de un gobierno urbano: basta ver el rol fundamental que cumplen las sedes de las Mairies {alcaldías municipales) en París, incluso culturalmente, asentadas en espléndidos conjuntos arquitectónicos, pero dominadas por el monumental Hôtel de Ville que se eleva en Châtelet. Una metáfora viva de cómo se gobierna la ciudad para poder lograr una perfecta alta costura urbana, tanto del todo como de las partes.
Caracas detuvo su proceso de evolución urbana a principios de los años ochenta, justamente en los tiempos de la división de la ciudad en cinco municipios, cuando desapareció –old fashioned como era- su principal despacho de planificación, la Oficina Metropolitana de Urbanismo (OMPU). Desde entonces, la anarquía y la descomunicación han castigado el territorio urbano caraqueño, planificándose parcialmente desde cinco fragmentarias oficinas de gestión urbana. Lo que debió haber sido un avance, tuvo así su lado negativo. Una vez más, al no haber una autoridad mayor, las partes se perdieron en sus rencillas, sordas entre sí.
Tras dos décadas de clamor por la creación de una autoridad metropolitana y por la reaparición de una Comisión de Urbanismo -logros que vuelven a ser una realidad para el progreso real de la ciudad-, cabe ahora (2001) dar el siguiente paso: sincerar la división político-religiosa-administrativa de Caracas.
La creación de nuevas parroquias y municipios se impone para saldar esta cuenta pendiente con la capital. Esto lo demuestra el análisis simple de cómo están estructuradas las principales ciudades del mundo. Caracas, frente a ellas, luce ilógica y atrasada, inoperante y antifuncional. No es de extrañar el abandono de sus espacios públicos, la poca efectividad de las acciones emprendidas, el caos peatonal, el atraso de los proyectos de infraestructura y la altísima anarquía existente en el gobierno urbano. Parroquialización y munipalización han de ser las dos caras de un mismo proceso emprendido a la vez, y no dos puntos de vista aguerridamente opuestos. Ambas funcionan concertadamente siempre.
Nuestra capital debe ser puesta al día para que funcione mejor. Para que tenga mejores niveles de acceso de los ciudadanos a su gobierno y de control de éste para actuar sobre los problemas con más efectividad. Basta enunciar esta meta para que sea posible. La humanidad persigue inconscientemente sus sueños más caros, y como sea, siempre logra hacerlos realidad.
New York City Community Districts, por municipios (f. Archivo CENTRO de la Ciudad).
Leo este post -escrito por ti en 2001- y lo digiero como si se tratara de algo concebido ayer. Tal es su vigencia. Espero, fervientemente que nuestra esperanza esté en las nuevas autoridades municipales, especialmente, en la Alcaldía Metropolitana y en su impostergable carácter aglutinador de las otras 5 alcaldías. ¿O acaso 5-1?
ResponderBorrarGracias, Mitchele!
ResponderBorrarPienso igual.
Bonne annee!
Hannia
Que buen texto, de aplicabilidad casi general. Pienso que lo escribiste para la Ciudad de México! Felicidades por tu blog. Saludos.
ResponderBorrarMe pone a pensar que asi te lo parezca, Onesimo!
ResponderBorrarY gracias por tu comentario,
Hannia