martes, 29 de enero de 2019

Los treinta jardines del Parque del Este


1.  Roberto Burle Marx, plano del Parque del Este. Gouache (f.. Archivo Fundación de la Memoria Urbana, 1958).


 Archipiélago, 1522.
Del it. arcipèlago, nombre primitivamente dado al Mar Egeo
(por ende calificado de "mar principal") y a sus islas.1

1. Archipiélago*
El principal parque moderno de Caracas es el Parque del Este (Roberto Burle Marx, 1956-61). Esta magnífica obra de arquitectura paisajista está ubicada al este de la ciudad en los terrenos de la colonial Hacienda San José-La Ciénaga, así llamada por sus tierras anegadizas situadas entre dos quebradas. Es el parque público de mayor uso en la ciudad, con tres millones de visitantes por año, y es internacionalmente considerado "la obra pública más importante de Roberto Burle Marx."2

Este parque patrimonial es el testimonio de una ciudad tradicional que apostó a transformarse mediante el mejor arte moderno de mediados del siglo veinte, pero es también la memoria y la metáfora moderna del lugar. El diseño de Burle Marx es de gran belleza y comprensión de las condiciones naturales pre-existentes en el sitio. El botánico del parque, Leandro Aristeguieta, recordaba cómo una vez puesto a trabajar en los 190 acres de terreno, el maestro del paisaje siguió un principio libre de diseño para definir “ambientes y jardines ecológicos, incorporando el más amplio número posible de especias nativas ornamentales."3

El Parque del Este está compuesto principalmente por tres espacios: “un paisaje abierto, fluido, suave, ondulado, de árboles de sombra dispersos y campos de grama de sutil topografía; un paisaje de floresta, espacialmente denso con calles curvas; y una secuencia de jardines pavimentados y patios íntimos que hacen referencia al pasado colonial venezolano, y donde se muestran plantas, murales cerámicos y fuentes."4 En todos estos espacios y sus diferentes jardines, Burle Marx usó la topografía, la variedad y exhuberancia de la flora tropical y la presencia múltiple del agua como principales elementos compositivos.

El valle de Caracas es un territorio con una fuerte estación lluviosa. El agua viaja de norte a sur bajando de los manantiales, las cascadas y las quebradas desde la montaña del Avila hasta caer en el río de Caracas, el Guaire, para entonces correr hacia el este hasta alcanzar el lejano mar Caribe. El lugar del parque estaba originalmente profundamente marcado por este patrón del agua, siendo como es un terreno ligeramente inclinado hacia el lecho del río salpicado de planicies abiertas, donde el agua era retenida y formaba lagos temporales de diferentes tamaños; un archipiélago atemporal de espejos rotos para los reflejos de la montaña del Avila.






2. Lago de los patos,  Parque del Este (f. 1950s,  Fernando Tábora).

2. Promenade vegetal
La historia de la metáfora moderna de Burle Marx de este archipiélago efímero pre-existente apenas comienza a ser contada. Gracias a "El Jardineiro de America", una exposición organizada por el CENTRO de la Ciudad en 2009, que celebró el centenario del artista brasilero, se comprendió por primera vez cómo creó una colección de treinta jardines para narrar el ciclo natural del sitio.5 Hoy en día, al caminar por el parque, es maravilloso leer esta narrativa en el proyecto. Todo comienza al entrar por la puerta norte del parque. De este punto en adelante, la promenade se desarrolla hacia el sur trazando un círculo a través de una espléndida secuencia de recintos encadenados y coloridos escenarios.

La promenade inicia con una metáfora de los pozos y cascadas de la montaña del Avila: los estanques del Patio de las paredes de mosaicos, para continuar con los chorros de agua monumentales del Patio del gramado con círculos. Caminando hacia el sur más allá de estos patios geométricos, se abre la amplia perspectiva del más naturalista Jardín Hidrófilo, o Lago N. 1 de las Plantas Acuáticas, una gran laguna en forma de bacteria dispersa entre la grama y plantada de grandes colonias de especies tropicales. Este primer lago verde impone la estética de los próximos espacios de agua que como una catena d´aqua fluyen el uno en el otro, mezclándose complejamente entre sí para crear un continuum de sombra y de luz sobre los puentes y bajo los árboles: los llamados Lagos de los Animales, el central Lago N. 2 o Lago de las Garzas; el Lago Este o Lago de los Patos, y el Lago Oeste o Lago Carlos Guinand Sandoz.

Habiéndolos atravesado, aparece el bosque eterno de la antigua hacienda, el Arboretum del parque. Altos árboles, caminerías cimbreantes y modernas follies arquitectónicas encontraremos aquí. Más adelante, todavía bajo el bosque, vienen más lagos: la pequeña alberca encerrada del Serpentarium; el Lago de Las Nutrias en forma de hoja de trébol; el gran Lago de los Reptiles, el estanque con isla del Lago de los Monos y el Lago hundido de los Tigres, ahora ya fuera del área del bosque.

El circuito continúa bajando hacia el sur dentro del recinto del parque. Es aquí donde todas las aguas se acumulaban cuando llovía fuerte, y donde las quebradas vecinas emergían para inundarlo todo. Sabiamente, Burle Marx, consciente de ello, decidió que ésta era el área para ubicar el lago mayor del parque, llamado Lago sur para los pequeños botes, o Lago N. 9, donde todas las aguas se encuentran. Todavía más al sur, las llanuras vacías del Aeropuerto La Carlota son un recordatorio de un antiguo proyecto de Burle Marx de 1961 para la expansión del diseño de su parque, convirtiendo esa inmensa tierra llana en un parque urbano más grande dentro en el mismo espíritu Burlemarxiano.

Finalmente, y siguiendo el recorrido del parque según el sentido las manecillas del reloj, la promenade vegetal remonta la suave pendiente natural del gran Gramado occidental, salpicado de esculturales juegos infantiles, para arribar al ultimo jardín, el Jardín Xerófilo, plantado obviamente en el área menos anegadiza del terreno sobre una pequeña colina, para arribar de nuevo frente a la puerta norte y concluir con broche de oro el circuito.

El Parque del Este y su vasto archipiélago ha venido funcionando y siendo preservado por décadas. En 1998, fue declarado oficialmente Bien de Interés Cultural de la Nación. Esta declaratoria comprende la protección de todos sus ambientes. Tristemente, a pesar de eso y de que el parque tenga más de medio siglo de antigüedad, la ciudad ha pasado del tema de su conservación a la lucha por su integridad y la salvaguarda de su misma existencia.

El aumento salvaje del uso del parque lo ha arrastrado casi hasta su completo colapso, erosionando las fronteras de su proyecto original. Las alteraciones de este se han multiplicado, la flora superficial se ha perdido prácticamente toda y, día tras día parece cada vez más susceptible de mayores transgresiones, nacidas de la ignorancia de sus valores originales patrimoniales. Por ello, los invitamos a hacer memoria urbana y a emprender con renovados ojos esta promenade vegetal. Para disfrutar y admirar en toda su riqueza ambiental, espacial y estética la sublime secuencia circular de Los Treinta Jardines del Parque del Este.







NOTAS
1. Juan Corominas. "PIELAGO", Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Editorial Gredos S.A., Madrid, 1976, p. 457.
2. Anita Berrizbeitia. Roberto Burle Marx in Caracas: Parque del Este, 1956-1961, Penn Studies in Landscape Architecture Series, University of Pennsylvania Press, 2004.
3. Hannia Gómez. "The Anti Monument", theurbantimes.com/ London, September 7, 2010; Opinion, EL NACIONAL, Caracas, Tuesday, September 23, 2008.
4. A. Berrizbeitia. Op. Cit.
5. CENTRO de la Ciudad, "Los treinta jardines del Parque del Este", in: "El Jardineiro de América", Patio de los Espejos, Trasnocho Centro Cultural, Paseo Las Mercedes, Caracas, Nov. 2009- Jan. 2010.


*Una versión de este texto fue publicada en: Ian Carson, Hannia Gómez, Robin Mann y Alan Powers. The Lakes, catalogo de la exposición Jaime Gili-The Lakes,
Riflemaker Gallery, Londres: 2011.




 Publicado en: @ElNacionalWeb, Caracas, Junio, 2015.






viernes, 11 de enero de 2019

Sogno*


Villa Monzeglio. Antonio Montini Foschi, 1953 (f. Postal, 1963. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).


 "Pienso que un sueño así no regrese jamás".
Domenico Modugno.1

                                                                             A Jorge Francisco Rivas Pérez.

1. Secuestrado por el viento

En la Sabana Grande de hacia 1946, en la esquina de la Calle Las Flores, se abrió una vez una tienda de víveres muy distinta de todas las demás. Era la primera en vender ultramarinos gastronómicos en toda la ciudad. Un matrimonio de inmigrantes italianos estaba importando desde todas las regiones de la península toda suerte de delicias: salami, mortadella, vinos, pastas, dulces, quesos. La clientela crecía. La fama de los Olari se acrecentaba. Su fortuna aumentaba entre hornos, levadura y pasta de almendras.

El S. Olari adoraba a su mujer. Ella era quien cuidaba del equilibrio de la frescura de los víveres, y por ende, del prestigio del local. Si la mozzarella se ponía demasiado blanda, si el aceite de oliva se hacía demasiado turbio, si el mazapán amanecía sospechosamente tieso, allí estaba la Sra. Olari con sus dulces manos inmaculadas.

El le dijo, "Un día te construiré una villa como la que nunca soñaste tener". Ella sonreía, y cambiaba las bandejas de antipasti. "Una villa que demuestre con su arquitectura lo que hacemos en Italia". Ella asentía, nerviosa, y frenaba el hervor del café en la gigantesca máquina de espresso automática. "Etérea, como la grappa". Ella, sin mirarlo, probaba la pannacotta. "Ligera, como la pannacotta". Gruñía, -la pannacotta estaba ácida-. "Blanca," agregó el S. Olari, "como el mascarpone". La Sra. Olari empezaba a temblar. "Bella, firme y valerosa, como la pastaciutta en el aire..." (sus espléndidas manos vacilando entre la harina) "...cruda, airosa, ténsil, ¡Una escultura justo antes de lanzarse al vacío!".

La escultura en cuestión estaba así una mañana tomando forma tras el mostrador pletórico de Da Olari, cuando apareció por la puerta del negocio un arquitecto. Buscaba el café del desayuno. Era un parroquiano del que se decía que era experto en precipicios, muros de contención, voladizos de concreto, y cosas por el estilo de la época. El S. Olari le obsequió con lo que podía. Y no era poco, con lo que podía.

Entre sorbos de café y bocados de pan dulce le susurró suplicante: "Dottore, yo lo necesito. Yo cocino -usted calcula las cantidades. Yo pongo el sueño, usted la argucia". Mas el doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas no se inmutaba. ¿Con qué podría soñar este italiano? Olari se impacientó. Desde la mesa del arquitecto, inesperadamente se alzó de un salto para gritarle a su mujer: "¡Ehhh...! ¡Cuéntale tú del terreno! ¡Cuéntale cómo es de inclinado, como si fuera la Liguria! ¡Cuéntale al Dottore del precipicio! ¡Dile si miento cuando digo que es el terreno más retador de Caracas! ¡Pregúntale si su ciencia se atreve con ese barranco!". Y éste y ella se miraron, cruzando una interrogación muda a través del local repleto de comensales. Hubo un silencio. El Dottore y la Signora habían entendido que ya nada le impediría a Olari construir su sueño.


La quinta Olari en Colinas de Bello Monte (f. 1950s - Archivo Fundación de la Memoria Urbana).

2. Volare

"Abre la puerta, mujer". Ella no se movía. "Abrela". Tras el mostrador, en ese pequeño rincón oscuro y conocido, había cocinado un pequeño universo durante demasiados años. Cuando subía la santamaría y abría la tienda al amanecer estaba entre los agrestes campos de trufas de Alba. Se arremangaba las enaguas y al éstas llenársele de un pegajoso aroma dulzón, sentía a las uvas ya pasas colgando de las pérgolas de Tiranto. Brillando tras las vitrinas veía extenderse en la calle los valles de trigo del Piemonte; los corrales de San Daniele colgaban del techo en cada jamón sobre su cabeza mientras que los frascos de caramelos le refractaban todas las cosas, las caras de los clientes, la luz de la tarde, los carros pasando, los vendedores ambulantes. Entre sus vidrios ella se asomaba a la vida... era natural que ahora no quisiera asomarse a otra vida. Frente a la puerta erizada de nerviosos arabescos de hierro, sentía vértigo como frente a un abismo.

"Entra, te lo ruego," la empujó dulcemente su marido. De la mano la llevaría. La izaría. "No abras los ojos". Del piso principal a la derecha, escaleras arriba, directo hasta el piano nobile. "Arriba, arriba". Los entrepisos eran los de un palacio urbano. Altos, altísimos. Los escalones parecían no terminar jamás. El vitral de la escalera, atravesando raudo todos los descansos, hacía sentir la verticalidad aún más dolorosa. "Aún no". En el piano nobile las estancias tenían una escala asombrosa. Tríos de escalones intentaban rebajar la magna escala de las habitaciones. Los baños tenían las piezas en cada ángulo, para disculpar en algo su inmensidad, mientras que las ventanas, dándole la espalda a las esquinas, se tragaban el paisaje de las colinas. Espejos cruzados de diagonales quebraban los ámbitos en geometrías esmeriladas; plafones surcados de neones dirigían las miradas y los sentidos hacia el vacío. En un alocado juego de formas cúbicas entrecruzadas, la tensión dinámica del espacio lo arrastraba todo hacia el balcón principal, supremo protagonista, palcoscenico, a nueve metros suspendido en voladizo sobre el talud de la vertiente.2 "Aún no, amor mío, aún no". Y el S. Olari tiraba de las manos blancas de su amada, blancas como el mascarpone, blancas como la fior di latte, blancas como la villa que había construido sólo para ella: "¡Ahora!".

Y ella los abrió. Y vio cómo se abría también a sus pies el vacío enorme del valle de Caracas. Lanzando un grito desgarrado de pavor, se desprendió de los brazos de Olari, y, corriendo enloquecida, desapareció, huyendo escaleras abajo, para siempre.





NOTAS
1. "Penso che un sogno così non ritorni mai più". Domenico Modugno, Volare, 1958.
2. Hannia Gómez. "El personaje Montini", catalogo de la exposición Las Italias de Caracas, Sala TAC/DocomomoVenezuela, Caracas, 2012, pp. 80-83.


*Este relato es una ficción. Fue escrito en 2011 a propósito de la exposición de la Sala TAC/Docomomo Venezuela "Las Italias de Caracas".







Publicado en: @ElNacionalWeb, Caracas, Mayo, 2015.



jueves, 10 de enero de 2019

La lira de Otero



1. Pedro Terán, Musa. Papeles Oterianos, Sala TAC, Trasnocho Cultural (f. Hannia Gómez, 2015).


 "Regiones del olvido".
Inocente Palacios.1

1. Musa
Una de las virtudes del arte conceptual es provocar al espectador a tener su propia experiencia a partir de los temas que le preocupan al artista, incitarlo a pensar, despertar en el sus propias impresiones. Esta fertilizante provocación, así, multiplica el efecto de su reflexión en la audiencia. Por lo tanto, no podemos sino trasmitir aquí el efecto personal que produjo en nosotros la exposición del artista conceptual Pedro Terán (Barcelona, 1943), titulada Musa. Papeles Oterianos, inaugurada el domingo pasado en la Sala TAC del Trasnocho Cultural.

El solo de tema del Anfiteatro José Angel Lamas, más conocido como Concha Acústica de Bello Monte (Julio Volante y Alejandro Otero, 1954), ya era suficiente para convocarnos. Toda la epopeya moderna de la urbanización Colinas de Bello Monte nos ha interesado desde siempre. Es una de las historias más importantes y significativas de la modernidad en Caracas, y con esta nueva prueba, vemos como su fascinación, a pesar del tiempo y de la ruina, sigue ejerciendo un poderoso influjo sobre los habitantes de la ciudad. Eso se lo agradecemos mucho, ya para comenzar, a Pedro Terán. Nombrando como musa a la concha acústica, honra exactamente la función que esta pieza urbana mantiene en la ciudad desde 1954 a pesar de su deterioro: la de fuente eterna de inspiración.



2. Pedro Terán. Musa. Papeles Oterianos, Sala TAC, Trasnocho Cultural (f. Hannia Gómez, 2015).

2. Lira
Mucho tienen los arquitectos y los urbanistas de magos y encantadores al centrar su arte en el manejo del espacio y de la forma. Es por ello que este anfiteatro al aire libre, enclavado en una idónea concavidad natural de las Colinas del sur (que ya en si misma convocaba al uso musical, proveyendo al apoyo acústico que solo puede dar una buena montaña), se convirtió en un imán ciudadano desde el mismo momento en que surgió su partido arquitectónico: el del tema y significado de la lira.

Si: una lira. Hagamos memoria urbana. La concha acústica tiene una planta en forma de lira, el instrumento musical que ancestralmente tañía Orfeo cuando iba por el mundo seduciendo a todas sus criaturas. No es casual que el proverbial amante de las artes y de la música que fue Inocente Palacios, lo hubiera dispuesto así. Hemos hablado alguna otra vez de cuán musical es toda la urbanización Colinas de Bello Monte (Antonio Lombardini, 1950).2 Pero lo más maravilloso es que en esta edificación moderna la arquitectura de Volante se une a la obra de Alejandro Otero para ofrecernos una lira de artes integradas que es a la vez un Coloritmo monumental. Ello nada mas vuelve a este bien cultural algo único en el mundo. Otero convirtió las gradas del anfiteatro -con sus bandas de mosaicos vitrificados de colores- en las cuerdas musicales más hermosas de toda la modernidad… y es pavoroso por ello, ver cuando Terán, en el aspecto más impactante de su exposición, el video Antropofagia, se devora uno a uno los mosaicos de colores de 1954, cual si fueran chocolates M&Ms.

Claro, el Coloritmo es solo perceptible desde el aire. Quizás por ello, ya que nuestras autoridades patrimoniales y municipales solo trabajan en tierra, es que no se han dado cuenta y no se avocan, por fin, a hacer la restauración según el proyecto original de este conjunto de integración de las artes, que es uno de los mayores orgullos de Venezuela. Como bien escribe Tahía Rivero en el texto que acompaña a la muestra de Terán, desgraciadamente la Concha Acústica forma parte también todavía del conjunto de obras que "el olvido y el deterioro ha ido consumiendo y están a punto de desaparecer completamente", como "una metáfora discordante de nuestra modernidad".3 

Sirvan las elaboraciones de Pedro Terán de nuevo Manifiesto para que recobremos para Caracas y el mundo estas modernas Topografías del sur, y para que la lira de Orfeo, o mejor dicho, de Otero, pueda continuar elevando desde el final de la Avenida Caurimare su música cristalina. 



 3. La lira de Otero (f. Coleccion Mobel siglo XX, 1950s).




NOTAS
1. Inocente Palacios. Regiones del olvido, Ernesto Armitano editor, Caracas, 1977.
2. Hannia Gómez. "El sueño caraqueño", EL NACIONAL, Caracas.
3, Tahía Rivero. Folleto de la exposición de Pedro Terán, Musa. Papeles Oterianos, Sala TAC, Trasnocho Cultural, Caracas, Mayo, 2015.



Publicado en: @ElNacionalWeb, Caracas, Mayo, 2015.

martes, 8 de enero de 2019

El segundo hombre


Carlos Guinand Sandoz, c. 1928 (f. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).


“Es el segundo hombre el que determina
si la creación del primer hombre
será llevada adelante o será destruida.”
Edmund Bacon. 1

En un libro de texto de diseño urbano de 1976, están escritas las principales lecciones que uno puede aprender. Se trata de Diseño de Ciudades, de Edmund N. Bacon. Este libro legendario al que nunca haremos suficiente justicia, contiene en la página 108 una bella enseñanza: el principio del segundo hombre.

Bacon, planificador y profesor de urbanismo en Filadelfia, era especialista en explicar las ideas universales del urbanismo de forma inolvidable. Así, la Toscana del Renacimiento era el alicate del libro. Y, por ende, el principio del segundo hombre. Bacon sentenciaba: “Toda obra realmente grandiosa lleva dentro de sí fuerzas seminales capaces de influenciar y desencadenar en su derredor el desarrollo.” Y éso fue lo que ocurrió en la página 108, es decir, en Florencia, en la Piazza de la Santissima Annunziata.

Hacia 1427 Fillippo Brunelleschi culminaba su famoso Ospedale degli Innocenti. La esbelta arcada pública ocupaba toda la fachada este de la plaza. Tánta fue la belleza y elegancia de este diseño, que su fuerza generatriz influenciaría todos los proyectos que se sucederían en la plaza durante varias generaciones, resonando como un eco en los flancos del espacio urbano. Brunelleschi aparece en escena como el “primer hombre” de esta historia.

En 1516, al comisionar el nuevo edificio frente al Ospedale, la Loggia dei Servi di Maria, se llamó al arquitecto Antonio da Sangallo el Viejo, un discípulo de Bramante. Vino entonces el primer momento crucial. ¿Cambio o continuidad? La quietud de los ligeros soportales brunelleschianos blandían la respuesta. Sangallo tuvo ante sí una gran disyuntiva: o hacía su propia obra maestra, y optaba por otras geometrías y otros lenguajes, o tomaba “la gran decisión de vencer su urgencia por la auto-expresión”, siguiendo, casi al pie de la letra, el glorioso diseño de Brunelleschi. Con esta gran decisión de Sangallo el edificio sentó la forma de la Piazza della Santissima Annunziata y formuló, en el tren de pensamiento del Renacimiento, el “principio del segundo hombre”: es el segundo hombre el que determina si la creación del primer hombre será llevada adelante o será destruida.

En la Casa del Caracas Country Club existe otro notable episodio o ratificación de este principio. Cuando Clifford Charles Wendehack ganara el concurso para la sede del club en 1928, dejo sentado un proyecto con sus ideas para el edificio. Wendehack es así, el primer hombre de esta historia. Pero para la construcción de este proyecto hacia falta contratar a otro arquitecto que comprendiera la complejidad y la belleza ornamental de la arquitectura de Wendehack y a la vez conociera el medio y la construcción en Caracas. Este fue el arquitecto Carlos Guinand Sandoz: el segundo hombre de la Casa Club. 2

El maestro Guinand continuaría la obra de Wendehack, permitiendo que su proyecto se hiciera realidad y se perpetuase. A la vez, logro imprimir su manera personal, su arte de hacer arquitectura en toda la obra, toda vez que continuaba las ideas y el espíritu wendehackiano. Guinand, sabiamente,  cual un maestro del Renacimiento, optó por el “camino de la continuidad,” que no desdice de lo andado, que no destruye ni da por descontado… y donde sin embargo la obra personal sigue brillando con luz propia. Una bella historia que debe seguir siendo fuente de ejemplo e inspiración y que aspiramos a contarles en una próxima oportunidad.

Vista de la Piazza della Santissima Annunziata, Florencia, con la Loggia dei Servi di Maria a la izquierda y el Ospedale degli Innocenti a  la izquierda. Giuseppe Zocchi (f. Circa 1750. Christies.com).



NOTAS
1. Edmund N. Bacon. Diseño de Ciudades, Penguin Books, 1976.
2. José Luis Colmenares R. "Casa sede del Caracas Country Club. Arquitecto-Constructor: Carlos Guinand Sandoz. Proyecto original: Clifford Wendehack", en:  Carlos Guinand Sandoz, Claderca CA., Caracas, 1989, pp. 80-89.


Publicado en: Pluscuamperfecto, Entre socios, Caracas, Mayo, 2015. 



sábado, 5 de enero de 2019

Por la foresta urbana




1. Gigantesca Ceiba talada en Los Ruices la semana pasada (f. Luis Romero R, 2015).


"Somos los hijos de nuestro paisaje".
Lawrence Durrell.1

1. La ciudad de las talas
Cuando ya nos parecía imposible que la situación en esta ciudad pudiera ser "empeorable", resulta que viene y nos embate inmisericordemente una ola de dimensiones inéditas de ataques contra nuestra foresta urbana. Tan graves son las agresiones contra nuestros árboles, mutilados, talados a diestra y siniestra sin explicaciones y arrancados de los lugares donde se levantaban muchas veces desde hace más de un siglo, sin atender las quejas ni a las razones de la gente ni esgrimir otras -y menos ofrecer estudios de impacto ambiental o patrimonial-, que la mayoría de la indignada ciudadanía se encuentra sumida en tristeza y desconcierto, conmovida hasta lo indecible.

Los ciudadanos más organizados, sin embargo, como los vecinos de Santa Mónica, han debido interponer recursos contra estas talas y podas arbitrarias contra las autoridades responsables de los hechos, hasta ahora sin éxito. La arbitrariedad es galopante, tal y como vemos que está sucediendo (2015) con la hilera de árboles en el cauce del río Valle, junto a la Autopista Valle-Coche, que incluso estaban amparados por la Protección al Patrimonio Forestal de la Parroquia San Pedro por medio de una decisión judicial del 3 de marzo de 2010, emanada del Tribunal 16° de Primera Instancia en Funciones de Control del Area Metropolitana de Caracas.2 Hoy en la manana, esos mismos valerosos vecinos seguiran denunciando este crimen ecológico ambiental y urbano en el Cabildo Metropolitano.

Los casos se multiplican, con dimensiones y gravedad que desconocíamos en Caracas. Los ataques, ahora, fuera de los usuales vecinos egoístas de siempre y que siguen en lo suyo (esos que echan kerosén a las raíces de los árboles que les molestan para poder montar sus vehículos con más comodidad en las aceras), consisten en tumbar ejemplares de gran valor paisajístico para levantar un puente o hacer un nuevo viaducto, como ocurrió con el Mare mare maravilloso de la Avenida Río de Janeiro, que era una explosión de color cada Semana Santa, o la reciente tala de una Ceiba centenaria a la salida de la urbanización Los Ruices, la cual hacia pareja con otra Ceiba contemporánea enfrente, en La Carlota. Igualmente, la liviandad con que se decide acabar con un árbol y el rupestre sistema de podas vegetales vigente en todas las alcaldías de la Gran Caracas, clama al cielo. La esquizofrenia del gobierno urbano de esta ciudad no ayuda tampoco ni al avance en este sentido ni al intercambio de las buenas iniciativas en el área, cuando las hay.  De lo fito-sanitario debemos evolucionar al manejo de la foresta urbana.

Mientras en otras ciudades del mundo lo que se está buscando es el reverdecimiento y la disminución del tránsito automotor y de las superficies de cemento, aquí ocurre surrealistamente lo contrario. Porque no se trata simplemente de transplantar lo que estorbe. El paisaje urbano de Caracas tiene memoria vegetal y los árboles también son patrimonio: ambiental, escénico, urbano, visual e histórico en muchos casos. No es lo mismo una larga hilera verde de árboles bordeando el río Valle y sirviendo de colchón ambiental de la autopista, que encontrarlos trasplantados por allá en la pirámide rosada (aunque confesamos que nos encantaría que la ocultaran de nuestra vista!). Afortunadamente, los despiertos vecinos y muchas ONGs defensoras de los árboles, como el Grupo Ecològico San Pedro, Las niñas que siembran, Caracas en flor, Caracas a pie, el Frente en Defensa del Norte de Caracas, la Fundación de la Memoria Urbana, los vecinos de San Bernardino y de Los Palos Grandes y tantos otros más, se han puesto en pie de lucha para dar frente a la situación, con campanas admirables como #EstosArbolesTienenDolientes) y renovada presencia en los medios. El reclamo, es establecer un diálogo preventivo. 

Aquí nadie quiere ser pugnaz, sino al contrario, lo que necesitamos es se haga siempre una consulta publica y que establezca un diálogo permanente con los caraqueños cada vez que vaya a proyectar una obra publica.3 Nada más el mencionado concepto global de #ForestaUrbana, creado para la preservación y aumento de los árboles que como un gran conjunto sostienen la calidad de vida en la ciudad, es un buen punto por el que podemos comenzar a conversar.

2. Avenida Los Samanes, La Florida, Caracas (f. S/f. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).

2. Infraestructura verde
Hace falta alcanzar una visión común que nos permita proteger y manejar con profesionalismo nuestro dosel de árboles urbanos. Dosel, si: tolda, baldaquín, fronda que nos protege y nos cobija placenteramente a todos por igual. El complejo sistema de árboles, plantas, suelo, aire, agua y vida salvaje de nuestra foresta urbana necesita de ese acuerdo colectivo, eso si: actualizado con las expectativas y restos actuales frente al calentamiento global.

Cuantos árboles tiene Caracas? Cada árbol en la ciudad deberá ser censado. Y los árboles centenarios o los que pertenecen a paisajes culturales específicos, deberán ser protegidos con declaratorias de patrimonio (algo que afortunadamente ya comenzó a hacerse en muchos municipios.4 Sin duda, los árboles en las calles son los más importantes, porque mejoran la vida de los que por ellas transitan. Cada calle de la ciudad es un caso distinto y los vecinos tendrán que conocerlas mejor y responsabilizarse por ellas. Hacer memoria urbana es también conocer los valores y carencias vegetales y ambientales de la ciudad.
La infraestructura verde, nueva rama de la ingeniera, tiene funciones especificas en la reducción de los costos de enfriamiento y consumo eléctrico en la ciudad. En estos días de calor y de canícula, creemos que los funcionarios que nos leen comprenderán mejor lo que decimos. Pero también en el aumento de la peatonalidad, de la sostenibilidad y en la reducción de los índices urbanos de criminalidad.

En este mes de Mayo, proverbial Mes de la Flores en Venezuela, el nuevo lema que se impone para los actores que gobiernan la ciudad es: No talarás.




NOTAS
1. "We are the children of our landscape; it dictates behaviour and even thought in the measure to which we are responsive to it". Lawrence Durrell. Justine, 1957.
2.3. D.M., "Árboles extraídos afectan el equilibrio medioambiental", El Universal, Caracas, 29/04, 2015: http://m.eluniversal.com/caracas/150429/arboles-extraidos-afectan-el-equilibrio-medioambiental
4. Estamos orgullosos de haberle propuesto la categoría Arbol centenario al Instituto del Patrimonio Cultural en 2005. Ver: blog CARACAS MODERNA: http://fundamemoria.blogspot.com/.../Arbol%20centenario


Publicado en: @ElNacionalWeb, Caracas, octubre, 2015.
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