viernes, 2 de marzo de 2007

Crónicas quirúrgicas

Vista aérea del Parque José María Vargas. Caracas (1985-1990).



Cuando en 1980 se acuñó el lema “La Reconstrucción de la Ciudad”para la Declaración de Bruselas sobre la ciudad europea, nadie imaginó jamás las repercusiones que la idea iba a tener en una ciudad tan lejana y tan distinta como Caracas durante toda esa década.


La “reconstrucción” caraqueña se tradujo en el emerger del Metro desde las entrañas de la tierra para recuperar los espacios públicos por donde iba a pasando, y en la decisión de 1984 de construir un paseo en el desolado centro de la ciudad que finalmente la redimiera de treinta años de abandono cívico y dictadura automovilística. Un rescate de la ciudad y los caraqueños; una recuperación del rostro grandioso de la capital; una reconstrucción de Caracas que, como epopeya urbana, es mucho más ardua y compleja que la de sus previas construcción colonial y destrucción moderna, porque ha de luchar contra una anarquía y una corrupción sin precedentes.

Para poder echarle mano a la ciudad (y echarle el guante a los que la ostigan), hay que ser como los cirujanos: artistas que no le tienen miedo a la sangre. El Parque José María Vargas (además con nombre de médico) es el más importante caso caraqueño de Cirugía Urbana Reconstructiva. Cambió la faz del centro de la ciudad ante los ojos de todos, y justo cuando empezaba a curarlo completamente... de nuevo está en peligro de muerte.

Julio, 1984: Caracas cumple treinta años sufriendo de una grave dolencia en su corazón. Ninguna capital del mundo tiene un centro urbano más absurdamente suburbano: el tejido de las calles y avenidas de su casco central está seccionado implacablemente a lo largo de 1.600 metros por una autopista que atraviesa terrenos baldíos, sin aceras, llenos de basura. Una desubicada autopista con todos sus elementos: viaductos, incorporaciones tangenciales, protecciones antiembestida, túneles y puentes, isla central, camellón, rampas, vallas y canales de circulación. Ninguna capital tiene en su centro tánta desolada tierra de nadie ni tan expedita circulación como Caracas, a 80 kilómetros por hora.

Octubre, 1984: Por decreto presidencial, los terrenos y la autopista no serán la reencarnación de Parque Central, sino que vuelven a manos de los caraqueños para convertirse en parque público 1. Se llamará Parque José María Vargas. La ciudad tiene inesperadamente la insólita oportunidad, única en el mundo, de reconstruir su centro urbano, de dar marcha atrás en sus errores, de corregir su mayor y más avergonzante lapsus urbanístico, de operar a corazón abierto.

Enero, 1985: Tras una histórica batalla conceptual, emerge triunfante la idea de hacer el nuevo parque como Parque Urbano. La Caracas caótica, la Caracas bloqueada, la Caracas infartada, la Caracas anárquica, la Caracas antipeatonal, reconstruirá treinta y cuatro hectáreas de absoluto acto de contricción y renovación de fe en sus valores como la Caracas urbana.

Abril, 1985: Una Comisión Presidencial Asesora formada por notables arquitectos y miembros de todos los organismos públicos, políticos y vecinales de la ciudad, se reúne para determinar las características del Parque Urbano. Se define que el parque será “un paseo que une un sistema de plazas” 2. Hasta el mes de Junio, la Comisión diagnostica, dirime y va modelando el Plan Maestro del proyecto que elaboran los arquitectos del Centro Simón Bolívar (dueño de los terrenos), y toma decisiones que garanticen la buena ejecución de la operación.

Junio, 1985: La Comisión aprueba que la Autopista se volverá Avenida, y que deberá ser el lugar principal para desfiles, actos y otras festividades públicas de la ciudad; que el espacio en La Hoyada extirpará todos sus usos enfermos, y será el nuevo gran centro cívico de Caracas; que el nuevo paseo urbano será como el de La Reforma en México, o como Campos Elíseos en París, con amplias aceras y jardines y un ancho de noventa metros planos que se obtendrá implantando rellenos a ambos lados de la actual autopista; y que dicho paseo será el factor de a ambos lados de la actual autopista; y que dicho paseo será el factor de sutura, de integración peatonal y vehicular definitivo de los sectores norte y sur del casco central de Caracas, para lo cual se cruzarán a nivel todas las calles laterales existentes, colocando semáforos, reconstruyendo la trama colonial preexistente de la ciudad, casi borrada por la autopista.

Setiembre, 1985: De acuerdo al Plan Maestro del Parque Vargas, se inician las obras en la Avenida Bolívar. Por el elevado valor de los terrenos afectados, hay que protegerlos contra el fantasma omnipresente del cáncer de la especulación y la anarquía. Así, la Comisión decide diseñar una Ordenanza que rija sobre las treinta y cuatro hectáreas y que congele por diez años el uso y las características del parque urbano. Esta ejemplar ordenanza, similar a las que produjeron El Silencio y el Centro Simón Bolívar en los años 30 y 40, se basa en el propio Plan Maestro del Parque, en su proyecto de diseño urbano. Su ventaja: modela y controla el corazón de la ciudad sabiendo exactamente el resultado funcional y formal que se quiere para ella… y también el que no se quiere.

Octubre, 1985: La decisión de reconstruir la ciudad empieza a hechar mano de recursos semejantes a los que se usan en Cirugía. Es Cirugía Reconstructiva, pero no mayor, sino menor. Zurcido invisible. Se cauterizan quebradas, se recortan puentes, se abren calles, se cierran otras, se transplantan árboles, se nivelan fosas, se extirpan edificios, se contienen terraplenes, se implantan semáforos. Mientras todo se construye, la avenida sigue siendo usada como autopista. Se zurce la zona de manera tan meticulosa que parece que nunca fue de otra manera. El proceso de devolución a la autopista del carácter de avenida que tenía en el Plan Rotival (1939) que la creó es el más gradual e invisible de todo el proyecto.

Mayo, 1986: Escalpelo en mano, se rectifica la rasante topográfica de la autopista para perfilarla recta como debe ser en una avenida urbana. Se cortan sus bultos y deformaciones. Al final, se remodelan los edificios de Camejo y Cruz Verde, para hacer el Palacio de Justicia.

Octubre, 1986: Se inicia la nueva sede para la Escuela Cristóbal Rojas, reciclando un sótano, una cavidad oscura en un costado de la avenida.

Mayo, 1987: Se terminan las aceras a lo largo de todo el Parque.

Octubre, 1987: Se injerta el mobiliario urbano.

Julio, 1988: Con la Plaza Aérea, se cierra la herida por el este. El CSB inicia la restauración del Paseo Los Próceres mientras empieza a aminorarse la velocidad en las obras del Parque Vargas parques. El parque se desangra.

Octubre, 1988: Se comienza a observar necrosis, falta de mantenimiento (en chaguaramos y áreas verdes, postes y señalamiento, bancos, rejas, aceras). Pareciera que alguien está interesado en el deterioro del Parque para así facilitar cualquier deformación de su objetivo ciudadano.

Enero, 1989: Se acomete la construcción de la Plaza de Próceres Civiles, de la nueva sede de la Galería de Arte Nacional y del Museo del Grabado. Se construye el pórtico sobre la nueva calle Norte-Sur 21.

Mayo, 1990: Están listas las nuevas aceras de la Avenida México, y las nuevas Calles 21 y 17. Se atan unos pocos ligamentos más.

Mayo, 1991: Todas las obras del Parque Vargas evolucionan despacio, se dice que por falta de presupuesto. Algunas se paran por largos períodos.

Junio, 1992: Se le da de alta al lado sur del Palacio de Justicia. Queda el lado norte. Se pregona que no hay dinero para continuar el Parque.

Octubre, 1992: Se devela la hermosa Escuela Cristóbal Rojas. Aún con el Parque inconcluso, frente a la nueva sede palpita una avenida donde antes estaban enquistados una maligna autopista y su basurero.

Noviembre, 1992: Surge un escándalo en torno a la inmensa deuda del CSB, quien ahora quiere meter en caja todos los haberes que pueda para saldarla. No importa qué tipo de haberes, ni violando qué logros urbanos.

Enero, 1993: Hay quienes insisten sospechosamente en alegar que en el Parque Vargas o bien no se hizo nada (lo cual, como se sabe, no es sino el mejor elogio que se le puede hacer a una operación quirúrgica cuando tiene éxito), o no se hizo bien (y hay que rehacerlo, de acuerdo a ya se sabe cuáles criterios de regreso a la apetitosa alta densidad), o no se puede hacer nada más si no se revierte su Ordenanza (y de paso, su notable proceso histórico), para entonces poder ser libres y poder hacer negocio con los jugosos espacios/terrenos públicos.

Abril, 1993: Las columnas de arquitectura de dos periódicos empiezan a dan la alarma: “Los Soportales de Ortega”3; “Un vacío lleno de sentido”4; “La Regla y el Modelo”5...

Agosto, 1993: La Página de Arquitectura de El Nacional recuerda la importancia para la ciudad del Parque Vargas y denuncia los soterrados peligros que se ciernen sobre éste, alertando a los caraqueños y reclamándoles su protección.



Aceras del Parque José María Vargas. Caracas (f. Giovanni Chiaramonte).



NOTAS
1. Decreto Presidencial No. 334. Caracas, 14 de Noviembre de 1984.
2. Comisión Presidencial Asesora. Actas y minutas del Parque-Paseo José María Vargas, Centro Simón Bolívar, Caracas, Agosto, 1985 y Mayo,1986.
3. Juan Pedro Posani. "Los Soportales de Ortega", Arquitectura HOY, Economía Hoy, Caracas.
4. J.P. Posani. "Un vacío lleno de sentido", Arquitectura HOY, Economía Hoy, Caracas.
5. Hannia Gómez. "La Regla y el Modelo", Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, 1993.


Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, Agosto de 1993.


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