Pájaros, liebres, venados, jabalíes y cazadores de escopeta o halcón (f. Hannia Gomez, 2013. Archivo Fundacion de la Memoria Urbana).
“Pisa morena,
pisa con garbo”.
El relicario, 1914 (pasodoble).
Las alfombras califales de la Casa del Caracas Country Club
En 1929 el mundo entero vivía una nueva fascinación por el estilo neohispánico. Este revival no era casual. Ese año se celebraba en Sevilla la Exposición Iberoamericana –donde Venezuela tuvo un memorable pabellón-. El Hotel Alfonso XIII, obra del arquitecto sevillano José Espiau y Muñoz, se convirtió en el epítome del nuevo gusto. Sus opulentos interiores neomudéjares fueron la vitrina de un estilo que rápidamente se volvió internacional y del cual la azulejería en paredes y techos fue uno de los elementos fundamentales.
En 1929 el mundo entero vivía una nueva fascinación por el estilo neohispánico. Este revival no era casual. Ese año se celebraba en Sevilla la Exposición Iberoamericana –donde Venezuela tuvo un memorable pabellón-. El Hotel Alfonso XIII, obra del arquitecto sevillano José Espiau y Muñoz, se convirtió en el epítome del nuevo gusto. Sus opulentos interiores neomudéjares fueron la vitrina de un estilo que rápidamente se volvió internacional y del cual la azulejería en paredes y techos fue uno de los elementos fundamentales.
Vemos así como otros de los grandes edificios de la época, como el Hotel Nacional de Cuba (McKim, Mead & White, 1930) y su entrañable contemporáneo, la Casa Club del Caracas Country Club (Clifford Charles Wendehack, 1929), son dotados de sendos pavimentos con azulejerías a la sevillana, que, además de ser entre sí prácticamente iguales, remiten ambos a su común referente arquitectónico, los pisos de ladrillo intercalados de pequeñas losetas vidriadas de los Reales Alcázares de Sevilla.
Azulejo es una voz que deriva del nombre árabe “al Zulaija” que quiere decir “piedra bruñida pequeña”. Gustaban los califas de alfombrar sus palacios para la eternidad con complejas composiciones geométricas polícromas, creando verdaderas alfombras construidas. Y este mismo arte de los alfareros musulmanes, depurado con el tiempo, llegó en los 1920s al repertorio seleccionado para la Casa Club.
Como cualquier palacio neohispánico, las alfombras neocalifales de la Casa Club presentan variados despieces del ladrillo, pero principalmente el llamado de “entrelazado”. Los ladrillos sin vidriar se intercalan con pequeñas losetas cuadradas que se conocen como “Olambrillas”. Estos olambrillas fueron a su vez del llamado “azulejo de montería”, una forma arcaizante de azulejo tambien conocida como "Delft" y que fue emblemática del siglo XVIII en adelante en Triana. Este tipo respeta el esquema compositivo tradicional holandés de un tema central e independiente para cada pieza, enmarcado con un circulo tangente a los límites cuadrados del azulejo, en cuyos ángulos se dibuja un punto o una flor de trazos groseros, realizados en policromía.
En la Casa Club hay cuatro series diferentes de estos azulejos de montería,
hoy ya casi borradas por el paso del tiempo. El tema más frecuente son las
figuras de animales ibéricos (pájaros, liebres, venados, jabalíes y cazadores
de escopeta o halcón (porches y patio).
Otros motivos son los arquitectónicos, como la torre de la Giralda o el molino (segundo salón),
o los astronómicos,
como el sol naciente (rotonda) (3),
y los que ilustran bustos de personajes (el
potro, el asno, la dama, el letrado con quevedo, el guerrero, el paisano, el
mastín y la menina) de la entrada a la Casa Club, Otros motivos sueltos son el olivo,
la carabela, el mortero y la guitarra. Bordean estas azulejerías de montería
una cinta de azulejos musulmanes de arista con lacería en azules y blanco que limita
los pisos por doquier y sirve de transición con la madera y los exteriores.
Otros motivos son los arquitectónicos, como la torre de la Giralda o el molino (segundo salón),
Afortunamente, los pavimentos de la Casa Club han sido conservados en toda
su belleza casi centenaria. Su noble desgaste nos habla de recorridos
preferidos, rutas favoritas, recodos solitarios y puntos predilectos que los
miembros han labrado en noventa años de tránsito, pausa y deleite sobre su piso
con garbo.
El potro,
el asno, la dama, el letrado con quevedo, el guerrero, el paisano, el mastín y
la menina (f. Hannia Gomez, 2013. Archivo Fundacion de la Memoria Urbana).
Publicado en: Pluscuamperfecto, Entresocios, Caracas Country Club, Caracas, 11 de Julio de 2013.
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