jueves, 19 de marzo de 2009

Rambla

La rambla de Campo Alegre (f. 1930. Archivo Fundación de la Memoria Urbana). 







En un reciente documental conducido por el escritor Manuel Vicent sobre la figura del arquitecto Oriol Bohigas, quien ejerciera durante varios años cruciales en la vida de Barcelona el cargo paradigmático de “Arquitecto de la Ciudad”, la importancia del rol fundamental de la memoria urbana en el diseño urbano de la ciudad contemporánea quedó despejada para siempre.

La conversación entre Vicent y Bohigas transcurre durante un paseo por los espacios de los que Bohigas fuera artífice directa o indirectamente: los grandes trabajos urbanos y arquitectónicos de la Barcelona Olímpica de 1992 y la gestión humanizadora de renovación urbana impulsada por el Alcalde Maragall, pero también por la ciudad histórica. La pregunta que le reformulaba de mil maneras el escritor al arquitecto era siempre la misma: “¿Qué siente usted recorriendo estos espacios que en gran medida usted mismo soñó, o contribuyó en buena parte a que se recuperaran?”.

La cámara le seguía los pasos a Bohigas mientras éste le iba contestando a Vincent. Ambos atravesaban plazas, se adentraban entre soportales, se detenían junto a las fuentes, se internaban en un atrio en la penumbra, subían por escaleras y rampas pasando indistintamente de lo viejo a lo nuevo y de lo nuevo a lo viejo, admiraban el paisaje urbano desde varios notables edificios, y, conversando, llegaban al estudio de arquitectura de Martorell, Bohigas & MacKay, balcón a su vez privilegiado para contemplar a Barcelona, al estar como está situado sobre la estupenda Plaza Real. Desde allí, una vez pasada revista a los proyectos, a los libros y a las maquetas, ambos hombres se lanzaron otra vez a la calle, al puerto, al Moll de la Fusta, a la Barcelona actual y a la antigua, a la imaginada y a la aún por soñar en el Foro Universal de las Culturas del venidero 2004…

Una hora después ambos se despidieron junto al Monumento a Colón, pero la cámara insistió en seguir a un Bohigas solitario mientras iba alejándose por la Rambla de las Flores, el espacio público más exitoso de toda la ciudad, uno que sin embargo, paradójicamente, él mismo no había diseñado. Rambla arriba, el arquitecto caminaba a paso sosegado por el andén central, bajo la sombra de las hileras de plátanos, abriéndose paso entre los ciudadanos que, como él, “rambleaban” hasta la Plaza de Cataluña… Con esta decidida imagen suya adentrándose en el corazón de la ciudad antigua, el polémico autor de Arquitectura y vanguardia cerraba aleccionadoramente su documental. Un guión magistral. Y una lección de civilidad contundentes. El moderno, el revolucionario del diseño, uno de los hombres que más ha contribuido en la transformación de la ciudad contemporánea, elegía como epílogo nada menos que a la rambla histórica, respondiendo sin palabras a la pregunta implícita de “¿Cómo deberemos diseñar la ciudad del futuro?”.

Viéndolo alejarse por la rambla, siguiendo el cauce natural entre Montserrat y el Mediterráneo (rambla quiere decir “ruta de agua hacia el agua”), de pronto deseamos fervientemente que Bohigas pudiera reaparecer del otro lado de esa rambla, mas no en Barcelona, sino aquí mismo, en Caracas. La Rambla de las Flores, de pronto, se nos convirtió en otra: en la inédita “rambla” que tenemos sin que nadie la aprecie en Campo Alegre. Desde allí, Bohigas, con su autoridad y su energía vital características, abriéndoles los ojos a a la historia de la ciudad a sus amnésicos telespectadores caraqueños, les espetaría: “¿Se dan cuenta de que ya no estamos en la Rambla de las Flores, sino en la Rambla de Campo Alegre? Y no obstante ello, ¿ven cómo las proporciones del espacio son prácticamente las mismas? Miren a ambos lados: hagan todas las mediciones. Constatarán que la caminería central mantiene un ancho de unos dieciséis metros, como el de Barcelona, donde el andén va oscilando en los dieciocho metros; como allí, los árboles están a menos de seis metros de distancia y están a sesenta centímetros de la cuneta, y como allí también, dos vías opuestas de dos canales de unos cinco metros de ancho cada una con aceras menores a tres metros, acompañan todo el largo de esta estupenda rambla caraqueña. A pesar de la destrucción inmisericorde que han hecho y siguen ustedes haciendo de la magnífica arquitectura histórica local, la rambla aún vale. ¡Aún vale! Es espaciosa, de treinta y dos metros de ancho en total… Un verdadero parque lineal. No me extraña que el maestro Mujica Millán, arquitecto de la Rambla de Mataró, la haya bautizado como “Avenida del Parque”..., ¡y tampoco me extraña que sea la Real Cátedra Gaudí la única instancia que aún defienda hoy la obra de este arquitecto en su ciudad!…” 
 
Dicho esto, yendo Campo Alegre abajo y siempre seguido por la cámara, Bohigas habría agregado, ya en plena faena proyectual: “Si continuásemos de la misma suerte por aquí con la rambla hacia el sur, podríamos llegar hasta el río, y con ello, ésta encontraría su lecho urbano natural, como seguramente Mujica debió haber imaginado. Claro, pero antes habría que construir una Gran Plaza sobre la Avenida Libertador a la altura de la Francisco de Miranda.¡ Algo fantástico!... ¡La de cosas que aún tendría que decirles Caracas si la diseñaran a partir de su historia urbana y no en contra de ella!”.

Desgraciadamente, como el escritor Manuel Vicent se había quedado en Colón, no pudo descubrir cuánto ama Bohigas a Caracas ni las posibilidades que le hubiera abierto un pasaje como éste al vídeo. Mas seguramente lo habría aprobado. ¿Que cómo lo sabemos? Porque la idea central del guión de su documental "Oriol Bohigas, pasión por la ciudad", era: “Para diseñar la ciudad del futuro debemos empezar por respetar su memoria urbana”.

 

Elogio de La Luz. 12 Documentales Arquitectos Españoles (España, 2003). Juan Manuel Martin De Blas y Manuel Vicent (tomado de: taringa.net





Publicado en: Opinión, EL NACIONAL, Caracas, 2003.




1 comentario:

  1. Caminar rambla abajo... una cosa son los espacios que la ciudad va dejando sin tocar a su paso, y otra es caminar como cuando eramos ninos... somos la Caracas que demolio el Convento de Las Monjas Concepciones para dar lugar a un Palacio Legislativo; no con el casco historico del tamano de la Sevilla que comerciaba con la Isla de Santo Domingo... somos la ciudad que apenas se pacifico (a sangre y fuego)a partir de 1908 bajo Juan Vicente Gomez.... Si el analfabetismo funcional rematara con glorietas los paseos de los ingenuos sonadores!!! La memoria urbana no es otra cosa que la feliz exactitud de aquellos tiempos mirados en la distancia...

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