Monumento al Bicentenario del 19 de Abril de 1810, Plaza de San Jacinto (f. Rossella Consolini, 2010. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).
El Centro Histórico de Caracas es, quién lo duda, el Sancta sanctorum de la capital, y por ende, del país entero. Con el paso de los años, hemos seguido de cerca cómo han ido aumentando poco a poco las protecciones sobre su territorio de trama colonial y sus episodios urbanos y arquitectónicos de todas las épocas. Mas, frente a los acontecimientos recientes, podemos decir que este proceso que apenas ha comenzado, es muy poco entendido por la mayoría.
¿Qué es un Centro Histórico? ¿Alguien por estos lares lo ha discutido públicamente alguna vez? Que yo sepa, no. Así que, así vamos: de la mano de la intuición del que le toque opinar, por ejemplo, en el caso reciente del polémico Monumento al Bicentenario, el Presidente de la República. Y me pregunto, ¿de qué ha valido hacer largas listas de declaratorias, censos, o catálogos patrimoniales, todos muy razonados, todos muy publicados en Gaceta Oficial, si la gente poco comprende la naturaleza de las protecciones que norman en el Centro Histórico? ¿Qué es éso, a fin de cuentas, un "centro histórico"? ¿Qué hace que una plaza se le declare Monumento de la Nación, qué significa patrimonio moderno y qué patrimonio derivado, hasta dónde alcanzan las previsiones urbanas para los bienes de interés cultural, cuáles son los parámetros que protegen a la cada vez más menguada herencia urbana de Caracas?
Puestos frente al deseo muy válido de seguir interviniendo o erigiendo obras contemporáneas en el corazón de la ciudad, pareciera que a pesar de las protecciones, dado el caso, todo puede borrarse a placer, y todo vale… según el cristal con que se mire. Y así, hoy en Caracas, vale todo. Cualquier sentimiento, cualquier intuición: con tal de que se esgrima que "las intenciones son nobles".
¿O porqué ustedes creen que la Plaza Bolívar se salvó a última hora, escombros afuera y todo, de que se le montara en la Esquina de Principal entre Casa Amarilla y antiguo Palacio de la Gobernación la actual bayoneta que ahora tenemos atravesada en la pobre Plaza San Jacinto? No por los criterios de los funcionarios patrimoniales de turno, no: se salvó por Chávez -a quien, como a cualquier ciudadano - le pareció absurdo aquéllo allí. Gracias a Dios, pensamos entonces. La lástima es que la cosa no pudo repetirse en San Jacinto… pero eso fue, apostamos, por el apresuramiento y por la falta de tiempo. Y la acción se consumó, entre bombos y platillos.
Es una pena ver cómo no ha habido reflexión suficiente con la única plaza del Centro Histórico de Caracas que cuenta con una declaratoria individual de Monumento Histórico Nacional (publicada en la Gaceta Nº 31.341 del 17 de Octubre de 1977). Eso la hace, ad litteram, intocable, o al menos, obligaría a una discusión más amplia y profunda de su destino.
Así vemos cómo la ubicación al norte de la plaza de la aguja de 47 metros, pone en entredicho la memoria urbana del sitio y ridiculiza la presencia de su único objeto histórico sobreviviente, el Reloj de sol de Alejandro de Humboldt (1803). Cuando la Plazuela de San Jacinto fue convertida en Plaza El Venezolano por Guzmán Blanco en 1882, éste la se mandó a rehacer en forma de plaza real, de la misma guisa que la Plaza Bolívar, pero con la estatua de Antonio Leocadio Guzmán al centro. Luego Tomás J. Sanabria en 1963 repetiría el esquema esta vez con el reloj como protagonista. Hoy, todo ello es olvidado por la desmesurada y autónoma bayoneta.
¿Qué es un Centro Histórico? ¿Alguien por estos lares lo ha discutido públicamente alguna vez? Que yo sepa, no. Así que, así vamos: de la mano de la intuición del que le toque opinar, por ejemplo, en el caso reciente del polémico Monumento al Bicentenario, el Presidente de la República. Y me pregunto, ¿de qué ha valido hacer largas listas de declaratorias, censos, o catálogos patrimoniales, todos muy razonados, todos muy publicados en Gaceta Oficial, si la gente poco comprende la naturaleza de las protecciones que norman en el Centro Histórico? ¿Qué es éso, a fin de cuentas, un "centro histórico"? ¿Qué hace que una plaza se le declare Monumento de la Nación, qué significa patrimonio moderno y qué patrimonio derivado, hasta dónde alcanzan las previsiones urbanas para los bienes de interés cultural, cuáles son los parámetros que protegen a la cada vez más menguada herencia urbana de Caracas?
Puestos frente al deseo muy válido de seguir interviniendo o erigiendo obras contemporáneas en el corazón de la ciudad, pareciera que a pesar de las protecciones, dado el caso, todo puede borrarse a placer, y todo vale… según el cristal con que se mire. Y así, hoy en Caracas, vale todo. Cualquier sentimiento, cualquier intuición: con tal de que se esgrima que "las intenciones son nobles".
¿O porqué ustedes creen que la Plaza Bolívar se salvó a última hora, escombros afuera y todo, de que se le montara en la Esquina de Principal entre Casa Amarilla y antiguo Palacio de la Gobernación la actual bayoneta que ahora tenemos atravesada en la pobre Plaza San Jacinto? No por los criterios de los funcionarios patrimoniales de turno, no: se salvó por Chávez -a quien, como a cualquier ciudadano - le pareció absurdo aquéllo allí. Gracias a Dios, pensamos entonces. La lástima es que la cosa no pudo repetirse en San Jacinto… pero eso fue, apostamos, por el apresuramiento y por la falta de tiempo. Y la acción se consumó, entre bombos y platillos.
Es una pena ver cómo no ha habido reflexión suficiente con la única plaza del Centro Histórico de Caracas que cuenta con una declaratoria individual de Monumento Histórico Nacional (publicada en la Gaceta Nº 31.341 del 17 de Octubre de 1977). Eso la hace, ad litteram, intocable, o al menos, obligaría a una discusión más amplia y profunda de su destino.
Así vemos cómo la ubicación al norte de la plaza de la aguja de 47 metros, pone en entredicho la memoria urbana del sitio y ridiculiza la presencia de su único objeto histórico sobreviviente, el Reloj de sol de Alejandro de Humboldt (1803). Cuando la Plazuela de San Jacinto fue convertida en Plaza El Venezolano por Guzmán Blanco en 1882, éste la se mandó a rehacer en forma de plaza real, de la misma guisa que la Plaza Bolívar, pero con la estatua de Antonio Leocadio Guzmán al centro. Luego Tomás J. Sanabria en 1963 repetiría el esquema esta vez con el reloj como protagonista. Hoy, todo ello es olvidado por la desmesurada y autónoma bayoneta.
Podemos dar fe, no obstante, de que el susodicho obelisco_minarete_misil_cohete_ catalejo_ monumento_bayoneta fue erigido en el punto de la Cuadra de San Jacinto que al parecer menos compromete a los restos arqueológicos no visibles de los coloniales Convento e Iglesia de San Jacinto que subyacen por toda el área (especialmente en el interior del Pasaje Linares y del restaurante La Atarraya, ambos edificios declarados patrimonio) y de los cuales dan prueba documentos planimétricos antiguos, fotográficos y las prospecciones arqueológicas realizadas en el Pasaje Linares cuando se incendió en 1997. Creemos que nada más esta circunstancia merecería otra valoración ambiental, urbana, patrimonial, paisajística y de conjunto para toda la Cuadra de San Jacinto. Porque este es un vasto sitio arqueológico colonial (recuerden el Museo Nacional de Arte Romano en Mérida, España, de Rafael Moneo, 1986).
Estamos a tiempo, pues. Puestos desde la tribuna a ver la conmemoración del Bicentenario del 19 de Abril de 1810, le hemos encontrado una gran virtud al proyecto de nuestros colegas arquitectos: que ha probado ser sumamente portátil. Estructura tubular de hierro fácilmente desmontable y transportable, le auguramos y deseamos a la bayonette rojinegra una tercera y próxima reubicación, ojalá y con un espacio urbano monumental de nueva planta incorporado, en otro lugar (como al sur del eje del Bulevar Panteón, por ejemplo). Para que sea un sitio ad hoc donde se construya realmente una historia actual sin ir en detrimento o distorsión de la historia pasada, en este caso iniciada por el mismo padre de Bolívar en 1593, cuando emprendió la recaudación de fondos para dedicarle un templo en la ciudad a San Jacinto de Polonia.
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Estamos a tiempo, pues. Puestos desde la tribuna a ver la conmemoración del Bicentenario del 19 de Abril de 1810, le hemos encontrado una gran virtud al proyecto de nuestros colegas arquitectos: que ha probado ser sumamente portátil. Estructura tubular de hierro fácilmente desmontable y transportable, le auguramos y deseamos a la bayonette rojinegra una tercera y próxima reubicación, ojalá y con un espacio urbano monumental de nueva planta incorporado, en otro lugar (como al sur del eje del Bulevar Panteón, por ejemplo). Para que sea un sitio ad hoc donde se construya realmente una historia actual sin ir en detrimento o distorsión de la historia pasada, en este caso iniciada por el mismo padre de Bolívar en 1593, cuando emprendió la recaudación de fondos para dedicarle un templo en la ciudad a San Jacinto de Polonia.
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La Virgen y el Niño se aparecen a San Jacinto (f. Carracci, 1594. Musée du Louvre, Paris).
Publicado en: revista CAV (Colegio de Arquitectos de Venezuela), Caracas, Lunes 26 de abril de 2010.
humor, acuciosidad, sentido de la belleza en este blog. Desesperacion por la poesia en lo urbano de nuestra parte. Certidumbre de una crisis existencial que se expresa en lo urbano. Crecimiento de Choroni sin espacios publicos, el viejo malecon es el unico; y es en donde se hace todo.
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