1. Libro-dije-recuerdo en miniatura (cerrado) (f. Archivo Fundación de la Memoria Urbana).
"A todos los que
entran en este lugar feliz: bienvenidos.
Esta es vuestra tierra.
Aquí se reviven los amados recuerdos del pasado
y la juventud puede
saborear el reto y las promesas del futuro".
Placa en el Town
Square de Disneylandia. Anaheim, California.1
1. Cuento de hadas
En la década de los cincuenta la industria del turismo echó mano de un
recurso sumamente hechizante para atrapar el sueño fugaz de un viaje. Se
trataba de unas diminutas guías que mostraban a las ciudades del mundo adoptando
la curiosa forma de pequeños libros que alcanzaban a lo sumo cinco centímetros
de altura.
Yo misma tuve en mi infancia varios little books como éste que les traigo hoy aquí. Los liliputienses libritos podían ofrecerse colgando de un llavero, o en solitario, a manera de charm. Sin santo ni seña en la tapa, al abrir cada "Miniature Souvenir Book Charm" (libro-dije-recuerdo en miniatura), nos encontrábamos con su título. Mi favorito era: "CARACAS".
No obstante su arcaico aspecto exterior adornado de arabescos, la historia que se nos presentaba era moderna. En el caso de Caracas, la narración comenzaba con la visión de una torre inexpugnable, enclavada a la mejor manera de un castillo tipo Walt Disney, en lo alto de una montaña: el Hotel Humboldt. Acto seguido, la magia se desencadenaba... A manera de abanico caían en cascada sobre la mano dieciséis vistas estampadas a color -por ambos lados- de la ciudad: la Estación Maripérez, el Teleférico, la Estación Pico del Avila, la Autopista del Este, el Palacio Federal, la Avenida Urdaneta, la Plaza Bolívar.
Yo misma tuve en mi infancia varios little books como éste que les traigo hoy aquí. Los liliputienses libritos podían ofrecerse colgando de un llavero, o en solitario, a manera de charm. Sin santo ni seña en la tapa, al abrir cada "Miniature Souvenir Book Charm" (libro-dije-recuerdo en miniatura), nos encontrábamos con su título. Mi favorito era: "CARACAS".
No obstante su arcaico aspecto exterior adornado de arabescos, la historia que se nos presentaba era moderna. En el caso de Caracas, la narración comenzaba con la visión de una torre inexpugnable, enclavada a la mejor manera de un castillo tipo Walt Disney, en lo alto de una montaña: el Hotel Humboldt. Acto seguido, la magia se desencadenaba... A manera de abanico caían en cascada sobre la mano dieciséis vistas estampadas a color -por ambos lados- de la ciudad: la Estación Maripérez, el Teleférico, la Estación Pico del Avila, la Autopista del Este, el Palacio Federal, la Avenida Urdaneta, la Plaza Bolívar.
Ni más ni menos: la Tierra del Futuro encerrada dentro del Reino de la Fantasía.
2. Once Upon A Time
"Hace mucho tiempo, en
un reino muy lejano, érase una ciudad encantada..." Y de ahí en adelante el bello volumen,
enjaezado de piedras preciosas, bisagras crujiendo, abría lentamente su pesada
portada para empezar a dar rienda suelta a un cuento.
Walt Disney fue el más hábil artífice en la reelaboración de esta imagen en
los cincuenta. Inspirado en los libros medievales que una vez iluminaran los más
virtuosos artistas de la época, Disney iniciaba siempre sus películas animadas con un ejemplar, un objet de vertú tan
precioso en sí mismo como su atesorado contenido. Qué potencia, qué fuerza
tenían estos libros como cofres, joyeros guardando tras siete cerrojos el inmortal
tesoro de una historia! Y, cuánto más poderosos se volvían los relatos y las leyendas
tras la gruesa cerradura y sus tapas centinelas! La maciza carátula en oro,
plata, bronce o cuero, recamada de joyas preciosas, encerraba un mundo y desataba un
sortilegio: la capacidad de poder despertar para nuestras vidas -si tenemos el
amor suficiente-, a la belleza que duerme, the beauty that sleeps.
Viéndolo ahora de nuevo, mi librito vintage de Caracas, con sus postales
fotográficas en blanco y negro que hace mucho, mucho tiempo fueron dulcemente
iluminadas a mano en tonos rosa y azul, amarillo y verde, probablemente por un secreto
amanuense en alguna abadía medieval de esta comarca,
quizás tenga mucho que ver con la visión de la ciudad que aún hoy conservo: ese territorio fantástico, esa mágico reino, esa arca inagotable en historias maravillosas,
que solo se devela ante quienes son capaces de creer con fe y perseverancia en su
inmortal hechizo.
Charming.
Isn't it?
Charming.
Isn't it?
NOTAS.
1. Cristopher Finch. The Art of Walt Disney: From Mickey Mouse to
the Magic Kindoms, Harry N. Abrams, INC., New York City, 1973, p. 293.
Publicado en: Opinion, @ElNacionalWeb, 17 de febrero, 2015: http://www.el-nacional.com/noticias/historico/libro-encantador_71451
Lectura de Mardi Gras.
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