Edificio Solares, Las
Mercedes, Caracas (f. Marylee Coll, 2008).
"Con entusiasmo y con fe, con sinceridad y
con respeto,
voy a exponer todo lo que pienso sobre lo que es y
lo que puede ser Caracas".
Rafael Bergamín Gutiérrez. Urbanismo (1938).
1. Solares
Desde muy temprano en la historia de Venezuela, de lado y lado del océano
las crónicas conservan el registro de las obras de los españoles que llegaron a
estas costas luego de hacer la larga travesía del Atlántico.
La costa caraqueña es una costa bautizada desde entonces como "costa
brava", justamente por la fuerza con la que aquí también el mar Caribe
rompe contra gran parte del litoral… Justamente, en el puerto de La Guaira, en
1734, se construye una de las primeras grandes arquitecturas civiles de
Caracas, la Casa de la Real Compañía Guipuzcoana, de enorme cubierta y acusada
reminiscencia naval. Es interesante detenerse un momento en ello, por el
interés que tiene para la historia de la arquitectura de influencia española en
nuestra capital.
Podemos imaginar lo que sentían los españoles al tener la primera visión de
la vertical costa brava caraqueña y más tarde la del verde y bucólico valle de
Caracas de entonces, alto tras la montaña. El valle de San Francisco. Y podemos
imaginarnos también cómo todo esto empezó pronto y con facilidad a mutar hasta
convertirse en una metáfora del recuerdo.
Fueron muchos los autores españoles que trabajaron en Caracas a partir de
su fundación, iniciada por primera vez en la costa caraqueña, para aportar sus
creaciones, gran parte desde la primera mitad del siglo veinte. Entre 1900 y
1970 (ámbito temporal de la exposición Suite IBERIA: la arquitectura de
influencia española en Caracas, que se exhibe hasta el 30 de agosto en la Sala
TAC del Trasnochco Cultural), llegaron, provenientes de muy diversas ciudades y
escuelas de arquitectura españolas, cuyos árboles genealógicos e influencias
debemos seguir; unas más modernas, otras más académicas. Algunos fueron
contratados puntualmente para hacer trabajos que diseñarían desde fuera de
Venezuela, como Secundino Suazo, José Luis Sert, Victorio Macho o Andrés
Martínez Abelenda; otros recibieron encargos especiales que los traerían al
país para realizarlos aquí mismo, a pie de obra, como fue el caso de Manuel
Mujica Millán y Ángel Cabré i Magrinyà. El resto de los autores, de una u otra
forma decididos a hacer de Caracas su ciudad, retomaron en ella sus espléndidas
carreras y profesiones, haciéndola suya, para fortuna de Caracas. Su
trayectoria se diversificaría y multiplicaría en variadas versiones y
vertientes al llegar a la capital venezolana y mezclarse con la práctica
local.
La arquitectura de influencia española abarcará toda Caracas. Los
principales sitios de la ciudad donde estas nuevas arquitecturas, urbanismos,
obras de arte urbano e integraciones artísticas van a aparecer son Macuto,
Caraballeda, Los Caracas, El Paraíso, Los Caobos, La Florida, el Caracas
Country Club, Campo Alegre, La Castellana, Altamira, El Rosal, Las Mercedes y
el Valle Arriba Golf Club: los nuevos desarrollos y urbanizaciones de la
Caracas moderna. No obstante, aunque en esta oportunidad hemos logrado dar con
muchas de las obras que los maestros españoles realizaron aquí, es imposible
determinar hasta dónde llegan las influencias. La Caracas hispana es una bella
ciudad en gran parte invisible esperando todavía por ser develada en la
totalidad del vasto conjunto de sus ibéricas formas.
El valle de Caracas, planificado como una ciudad de Indias en base a un
idealmente infinito trazado de damero, lanzó desde 1567 por todo el territorio
su desiderata de orden y construcción civilizatoria. Aunque la retícula no
continuara a realizarse más allá de los cauces de los ríos Guaire y Anauco, y
la metrópolis moderna optase por otras ideas urbanísticas para transformar cada
hacienda en ciudad, el influjo de la trama persiste, inmanente, incólume,
intangible, como un plan ideal.
La idea española del solar esclarecido, presto a anidar organizadamente en
el territorio virgen para instaurar un universo racional e impartir su propia
cátedra de ciudad, la encontramos por todas partes. No hay una arquitectura de
influencia española que no intente rendir una lección de arquitectura y ciudad
en su lote y fungir de puerto para las grandes tradiciones constructivas y las
mejores ideas de su época. Un talante que resumiera muy bien el
"racionalista madrileño", Rafael Bergamín Gutiérrez, ya en Caracas,
cuando escribiera desde su tribuna en El Univesal: en 1938: "Voy a sugerir
lo que debe ser una ciudad moderna. Serán como unas elementales lecciones de urbanismo
al alcance de todos".
2. Evocaciones
Un abanico de composiciones evocadoras de las muchas regiones y maneras de
hacer arte, arquitectura y ciudad en España hasta 1970, confirmarán dicho
talante nuevo en Caracas. Por ello, fue inevitable el que como curadores de la
antes citada exposición, hiciéramos alusión a "Suite Iberia", el
retablo musical español que compusiera entre 1905 y 1909 Isaac Albéniz, y a su
docena de composiciones para piano dedicadas a varios lugares españoles, la
primera de las cuales se llama, justamente Evocaciones.
Sin embargo, la selección de las obras de nuestra muestra no parte de
representar puntualmente a todas las regiones de España, como pudiera
esperarse. Emana de lo que la fábrica misma de la ciudad nos tenía que decir:
de la lista de sus arquitecturas más notables, de sus mejores proyectos
artísticos, de sus lugares más significativos. Estos sitios existían, eran ya
partes notables de la ciudad, eran nuestros antes de que decidiéramos recordar
quienes los habían hecho; incluso antes de que, transitoriamente, los
hubiéramos olvidado. Son parte de la Caracas que todos admiramos. Son, eso sí,
un elenco de obras exclusivamente hechas por españoles. Porque no olvidemos que
en Caracas hubo también muchos arquitectos venezolanos de virtuosa hispanofilia
que trabajaban muy bien todos los lenguajes arquitectónicos de la época en
España, sobre todo, el Neohispano. Recordemos la obra de Carlos Raúl
Villanueva.
De esta manera, encontramos entre los principales urbanismos neohispanos de
Caracas, las urbanizaciones El Rosal y Las Mercedes, construidas a partir de
1940. Ambos trazados, con una misma idea de ciudad, duplicada al norte y al sur
del río Guaire, con sus urbanismos de ciudad americana, pero imbuida de la
culta memoria urbana de las ciudades españolas de su tiempo, habían sido
admirados desde siempre. Hoy empezamos a vislumbrar las evocaciones riojanas de
estas comarcas tan caraqueñas, diseñadas por Francisco Iñiguez de Luis y Amós
Salvador Carreras, ambos oriundos de la ciudad de Logroño.
O también, la vasta impronta que dejaron en el valle los arquitectos,
delineantes y constructores provenientes del país vasco, quienes propiciaron la
creación de todo un nuevo lenguaje formal, de un "estilo"
arquitectónico de reminiscencia vasca: el Neovasco venezolano. Este lenguaje
produjo en la ciudad unas tipologías de vivienda muy particulares y difundidas,
desde lo unifamiliar a lo multifamiliar, basadas en variaciones del caserío
rural vasco.
Oficiando una monumental operación evocativa, el artífice de la mayoría de
los edificios de estilo y nombre vasco que existen hoy (incluidos el célebre
edificio Eguzki de 1941 construido en la urbanización Los Caobos, el primero de
propiedad horizontal en la ciudad, y el suntuoso caserón del Centro Vasco), fue
Miguel Salvador Cordón. Este convirtió a Caracas en una auténtica comarca
guipuzcoana. Afincado en su nostalgia y conocimientos, nos legó sus ricamente
guarnecidos caseríos tropicalizados, como naves dispersas de la "Euzkadi
peregrina”, ancladas por todo el valle.
La arquitectura neovasca se propagó con éxito rápidamente. En los años
cuarenta otros profesionales empezaron a destacarse también en "versionar
la arquitectura al euskera”. Las urbanizaciones se empezaron a llenar de
nombres como Izarra, Amaya, Mondragón, Toki Eder, Mendi Eder…. Así, encontramos
los chalets neovascos del arquitecto Manuel Mujica Millán, quien, aunque había
sido educado en Barcelona en el oficio de arquitecto, nació en Vitoria,
provincia de Alava, y nos dejó muchas obras de su interpretación personal del
estilo neovasco. Más ligero, más delicado, si se quiere. Como la quinta La
Ruezga, aún hoy en pie en la urbanización Campo Alegre.
Mujica Millán, quien de por sí merece -y aún está esperando- por una
retrospectiva individual de su obra completa en Venezuela, es el maestro de las
evocaciones. Nada más en Caracas es el autor en 1930 de la renovación del altar
de la patria, el Panteón Nacional, cuyas altas torres transparentes recuerdan
tanto a la de la Iglesia de San Vicente de la ciudad de Vitoria. Famoso como el
versionador excelso de todos los estilos, fue del neovasco al neohispano, de
éste al neocolonial y de allí al racionalismo, al neoplasticismo y al
funcionalismo… aunque nunca sabremos a ciencia cierta por dónde andaban
verdaderamente sus sueños arquitectónicos en cada fragmento de sus obras, tan
ricas en contenidos y en hibridaciones son. En ellas parecieran estar todos los
lugares de España -y de Venezuela, por cuyo territorio tanto amaba viajar a fin
de conocer su arquitectura colonial-, para luego volver al tablero de dibujo y
evocarla en sus proyectos. Como un Albéniz arquitectónico.
Panteón Nacional, Caracas (f. Valeria Ragonne, 2009).
Suite IBERIA: la arquitectura
de influencia española en Caracas, Sala TAC, Trasnocho
Cultural, 4 de julio - 30 de agosto, 2015.
Publicado en: @ElNacionalWeb, Caracas, Agosto de 2015.
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