Casa de la Hacienda Blandín hacia 1922 (f. wwviejasfotosactuales.com).
1. Dèja Vû
A la entrada del Caracas Country Club todo visitante se topa con una placa colocada allí en 1982, que dice: “Esta casa, sede del Caracas Country Club, fue construida en el año de 1929, en el sitio exacto donde estuvo la antigua casona de la Hacienda Blandín, lugar en el que se tomó la primera taza de café cultivado en el valle de Caracas, en el año de 1786”. Muy próximo a la placa, sobre un caballete de madera, se exhibe igualmente un dibujo original del proyecto de dicha residencia, proyectado por el arquitecto germano-californiano Clifford Charles Wendehack en 1928. El dibujo en cuestión, un hermoso alzado hecho a creyón, ilustra la que luego con el tiempo se convertiría en la vista canónica del edificio: la vista sur, con el Avila al fondo, mirando sobre lo que fueron los cafetales de la Hacienda Blandín.
Atravesando el salón principal, unos pasos más allá, se sale a un corredor abierto, una suerte de veranda, de arquería, que unida a su terraza es uno de los principales belvederes monumentales de Caracas. Desde allí, la vista del paisaje es espléndida… como siempre lo fue. Si volvemos sobre las palabras de la placa: “…esta casa fue construida en el sitio exacto donde estuvo la antigua casona de Blandín…” es imposible no empezar a retrazar mentalmente ambas casas, la de 1780 y la de 1928, superponiéndolas, y comenzar a conjeturar sobre qué otras coincidencias nos legaron los refinados arquitectos protagonistas de esta historia, que tan bien procuraron hacer uso –y preservar para la posteridad- las destrezas de la primera casa en beneficio de la segunda. Nada más asomados desde los arcos, ya hemos comprendido que nos encontramos ante uno de los más notables palimpsestos arquitectónicos de que se tenga noticia en el valle.
2. La Casa de Blandín
Pocas casas de hacienda del valle de Caracas cuentan con la suerte de haber tan sido minuciosamente descritas por algún viajero como lo fue la Casa de Blandín, gracias al diligente y detallista Coronel William Duane. Por ende, pocas son tan susceptibles de ser reconstruidas virtualmente. Hoy, resulta más que plausible trazar el dibujo de su planta basándose tan sólo en la lectura de su Viaje a la Gran Colombia 1822-1823.
Sabemos por Duane que Don Bartolomé Blandín, su primer propietario – y plausiblemente, también el primer arquitecto de esta historia-, a fines de los 1780s “…hízose de nueva y hermosa casa que ensanchó, y fue ésta la solariega de la familia Blandain”, en su hacienda del Valle de Chacao. Era pues, una casona rural de la época colonial tardía. Su descripción, de inicios de la era republicana, aún permite claramente tener una idea de cómo estaban organizados la arquitectura y el territorio.
Por el texto aprendemos, por ejemplo, que la desaparecida arquitectura estaba “situada a más de una milla del camino que lleva hacia Petare” (su exacta coordenada norte) y que la vía de acceso hasta ella – hoy la Avenida Principal del Country- fue desde siempre más o menos paralela a la Quebrada de Chacaíto extendiéndose “a lo largo de la acequia por la cual corre el arroyo que riega la plantación de café, y que por ella se abre paso hacia el Guaire”. Este fue un tema típico de las entradas a las haciendas en el valle de Caracas, origen de las repetidas avenidas arboladas norte-sur de las urbanizaciones entre los 30 y los 40, Vollmer (San Bernardino) y la Avenida del Parque (Campo Alegre), ambas alamedas de mangos, si es que es posible llamarlas así.
Pero Duane nos ayuda aún más: nos indica que el cafetal se encontraba dispuesto a lado y lado, en “avenidas”, “entre el camino y la residencia”, y que “la graciosa erytrina”, es decir, un macizo de bucares, “interceptaba la vista de la casa hasta que uno se encontraba ya muy cerca”. Basta sustituir imaginariamente la naturaleza de las plantaciones, y ya aparece ante nuestra vista el acanalado paisaje agrícola de Blandín, salpicado de altos árboles y blandido en dos por la senda principal.
Pero, ¿qué más dice de la arquitectura de la casa? Pues bien, habla ante todo de la presencia de un gran patio exterior “adoquinado”, de ciento ochenta y tres por doce metros, zurcado de varios canales de agua, al que se le entraba “por la parte oriental”: el patio del café. Uno de estos canales “descargaba sus aguas en una gran pila circular de mampostería, construida a un nivel inferior”. Al cruzar dicho patio abierto, se menciona un “ala izquierda” de la casa, el ala utilitaria (con molinos, pilones, sitios de limpiar el grano, almacenes, talleres, una herrería y una carpintería), lo cual nos permite conocer que eran dos los cuerpos que formaban el conjunto: el ala izquierda y el cuerpo principal. Dicha ala es dejada atrás al ir en pos de la puerta, desde la cual se ingresaba a “un espacioso salón que daba a la parte sur”. Este es el legendario salón del arpa francesa, pieza central del mobiliario, que estaba tutelado por un gran y único cuadro, un retrato de Bolívar, salón que se volcaba sobre la vista del paisaje.
Plano de la Casa Blandín y sus alrededores (f. National
Park Service/Frederick Law Olmsted National Historic Site - Archivo
Fundación de la Memoria Urbana).
Quienquiera que desee recrear el plano de la Casa de Blandín, también sabrá por el texto sus medidas: la fachada -principal, intuimos- tiene de más de dieciocho metros, y es simétrica, con un par de aposentos a cada lado, de seis metros de lado cada uno, entre los cuales “se extiende un corredor con pilares de bambú, que sostienen –bajo las vigas maestras- la parte frontera del techo, cuya altura no es inferior a seis metros”. Al centro está un segundo patio, el interno, que “era de ladrillo”, “construido en alto”; y “alzado un metro ochenta del suelo”. Un patio se asoma sobre el otro gracias al gran vano central en la fachada sur, cosa que confusamente Duane intenta explicar. Con más claridad, da cuenta del tema de las instalaciones, ya que el arroyo “después de hacer girar la rueda del molino”, suplía “el agua necesaria para el consumo doméstico, así como para la cocina, lavandería y baños”.
Para el Coronel, las diversas secciones del edificio, que consideraba “realmente espléndido”, eran “perfectas”. Y hasta alcanza a darnos la descripción exacta de su estructura, que para aquél entonces – y por temor a los temblores (hay que recordar que la original Casa de Blandín fue parcialmente derruida por el terremoto de 1812)- estaba compuesta de bambú y bahareque. Conocedor, la compara con un exótico “bungalow” bengalés, al cual se asemejaba no solo en sus materiales, sino “en su forma, anchura y elevación”. Y tal cual un bungalow, tenía columnas de bambú, una “verandah” a la manera del Indostán, circundada de habitaciones, y un gran techo de tejas “de una sola pieza” que cubría toda la casa … Es decir, el más pleclaro estilo arquitectónico de las Indias occidentales.
Recientemente, todas estas apreciaciones suyas pudieron ser constatadas y ampliadas, al hacer aparición en escena el plano de levantamiento de la antigua Casa de Blandín dibujado en 1928 por la oficina de arquitectura paisajista Olmsted Brothers, cuando ésta estudiara del paisaje de las haciendas para el proyecto de diseño urbano del Caracas Country Club. El plano, titulado “Plano de la Casa de Blandín y sus alrededores”, confirma todas las descripciones del bueno de Duane: allí está la casa con su irregular ala oeste junto a la Quebrada de Chacaíto, aunque mucho más grande de lo que hubiéramos podido deducir jamás del texto; allí su geométrico cuerpo principal, mirando al sur, sobre el extenso patio de café. Allí, la gran pila donde “nadaban peces de color oro y plata”, que si bien no terminó siendo circular –un error atribuible a la distancia y a la perspectiva- sino elíptica, estaba situada efectivamente al sur, y perfectamente alineada con el eje de simetría principal de la casa.
Pero la mejor nueva son los datos inéditos que aporta el plano. Revela que la Casa de Blandín tenía un Rond Point junto a su fachada este, al final del camino principal de la hacienda, para uso de coches y cabalgaduras; que el puente original estaba también construido junto a la casa, sobre la Quebrada de Chacaíto, en la continuación del camino principal hacia el norte; y que, además de las grandes extensiones de cafetales, Blandín contaba al noreste – donde hoy están el parque infantil y el tennis-, con una extensa área de huertos y lo que parece ser un jardín geométricamente plantado.
El proyecto de M. Mujica
Millán, Caracas 25 de septiembre de 1928 (f. Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani, Caracas a través de su arquitectura, Fundación Fina Gómez.,Caracas, 1969, p. 305)
3. Una nueva casa
La historia continúa durante todo el siglo XIX con la preservación de la Casa de Blandín por sus herederos prácticamente intacta hasta el día de su demolición, en 1929. Aunque sabemos por un par de imágenes de comienzos de los años veinte, que para ese entonces ya había dejado de ser un romántico bungalow de bambú, y ahora, aunque con la misma composición, era de robusta mampostería. Cuando el Sindicato Blandín la adquiere de su último propietario, imaginamos que se le vuelve impracticable a los fines de proveer espacios para todos los nuevos usos que implicaban un club de golf de diecioho hoyos y la urbanización. Por lo cual, la Casa de Blandín desaparece… mas al parecer, sólo físicamente.
La sabia decisión de encargarle el proyecto del Caracas Country Club a Olmsted Brothers afecta profundamente no solo la manera como se aborda el tema general del paisajismo, sino cómo se enfocará también la concepción de la nueva casa club. La línea de la firma, desde tiempos de Frederick Law Olmsted, había sido desde siempre la preservación de la naturaleza americana a fin de traspasarla como legado escénico a las generaciones futuras. Este particular punto de vista hace inmediatamente apreciar a los arquitectos el protagonismo que ejercía en el paisaje de la hacienda la Casa de Blandín, así como su señorial arquitectura, su armonía compositiva, algunas de sus sabias ideas ya comprobadas en el terreno, y su circunstancia de terraza panorámica sobre el valle de Chacao.
La sabia decisión de encargarle el proyecto del Caracas Country Club a Olmsted Brothers afecta profundamente no solo la manera como se aborda el tema general del paisajismo, sino cómo se enfocará también la concepción de la nueva casa club. La línea de la firma, desde tiempos de Frederick Law Olmsted, había sido desde siempre la preservación de la naturaleza americana a fin de traspasarla como legado escénico a las generaciones futuras. Este particular punto de vista hace inmediatamente apreciar a los arquitectos el protagonismo que ejercía en el paisaje de la hacienda la Casa de Blandín, así como su señorial arquitectura, su armonía compositiva, algunas de sus sabias ideas ya comprobadas en el terreno, y su circunstancia de terraza panorámica sobre el valle de Chacao.
De allí que tomen la decisión en el plan maestro – como prueban los planos del proyecto- de reedificar en el mismo sitio casa sobre casa, reeditando para la casa club la condición de enclave central de toda la composición que tenía la vieja casona en sus dominios. Esta admirable decisión, que erige toda la operación en un ejemplo de persistencia y respeto a la memoria del lugar, fue acompañada de otras también muy importantes: la ratificación del camino de chaguaramos de la hacienda como avenida principal del nuevo suburbio, del sitio sobre la quebrada del viejo puente colonial para el nuevo puente de tres arcos (hoy lamentablemente perdido) y de las áreas verdes de los viejos huertos y jardines.
De resultas a lo dispuesto por los arquitectos paisajistas, el Sindicato Blandín en septiembre de 1928 llama a un concurso internacional de arquitectura, en el que hasta ahora solo sabemos compitieron el arquitecto de origen español Manuel Mujica Millán, y el arquitecto triunfador, Clifford Charles Wendehack. Nuestra hipótesis es que para participar en el concurso, estos arquitectos recibieron al inscribirse algunas de las decisiones de diseño ya predeterminadas por los Olmsted. Cuando se admira la bella perspectiva que nos queda de la entrada de Mujica Millán en el concurso, es clarísimo que en su versión de la Casa Club, donde versionaba a La Alhambra, hay indicios de elementos que pertenecen a la Casa de Blandín: allí está la veranda; allí el mismo patio elevado; allí la simetría de los dos volúmenes enmarcando el vano central de la columnata. Y podríamos seguir…
El caso es que Wendehack, “el más prominente diseñador de casas club de la era” en los Estados Unidos, triunfa. El deberá ser el artífice del palimpsesto arquitectónico que se pretende construir.
4. La Casa Club
Wendehack adereza el planteamiento. Inmediatamente se ocupa, aparte de respetar el sitio original de la casa principal de la Hacienda Blandín, de idear un nuevo lenguaje arquitectónico. Hábil intérprete de los estilos (Colonial Americano en la casa club de Forsgate (New Jersery, 1929), Tudor Inglés en la de Norwood Country West (New Jersey, 1919), Moderno en la de Bethpage Park (Farmingdale, Long Island, 1934 y Misional Español en la de Douglaston Park (Little Neck, Brooklyn, 1927, para citar solo algunos de sus diseños), había publicado justo antes de ganar este concurso un par de muy difundidos libros: Casas Holandesas tempranas de New Jersey (1925), que nos habla de su amor por las viejas casas de abolengo, y, más importante aún, Golf & Country Clubs: un survey de los requerimientos para la planificación, construcción, y equipamiento de la Casa Club Moderna (1929), en donde aparece como el mayor especialista contemporáneo en la materia.
Wendehack tuvo, que, digamos, empezar por “recetar” el sabor apropiado para Blandín. Del estilo empleado en su Job N. 447, se han dicho muchas cosas. Unos han dicho que es Neohispánico, comparándolo con el Monasterio de Santa María de la Rábida en Huelva; España Otros, que es más bien “arábigo” (Zawisza, 1988), y el resto, que es Neocolonial Californiano (Colmenares, 1989), basándose en el auge que para la época tenía ese estilo internacionalmente gracias a “la famosa exhibición Panamá-California realizada en San Diego en 1915, dirigida por el arquitecto Bertram Grosvenor Goodhue” y a “la ruptura arquitectónica que muestra Caracas con respecto a las formas afrancesadas y los eclecticismos europeos” que favoreció al patrimonio histórico venezolano. Todas estas aseveraciones tienen algo de cierto, a las que habría que agregar que la Casa Club de Douglaston Park -diseñada y construida al mismo tiempo que la de Caracas-, fue clasificada por el Registro Nacional de Edificios Históricos de los Estados Unidos como Spanish Mission Style. Lo que nos lleva a suponer que es posible que la Casa de Blandín tuviera más de una heredera…
El proyecto de Clifford Charles Wendehack (f. Archivo Histórico Caracas Country Club, 1928).
Plano de replanteo (f. National Park Service/Frederick Law Olmsted National Historic Site – Archivo Fundación de la Memoria Urbana).
Finalmente, en otro plano del proyecto de Olmsted Brothers, titulado “Plot Plan” (Plano de replanteo), podemos ver cómo termina la historia de estas dos casas. Allí encontramos al palimpsesto arquitectónico ya plenamente representado: planta sobre planta, las dos casas están superpuestas una sobre otra a la misma escala.
La Casa Club, aunque a muchos esto pueda sorprenderles, es más pequeña que la Casa de Blandín: ¡casi la mitad! Vemos cómo Wendehack parte para su proyecto del patio original colonial, habiendo colocado patio sobre patio, y organizado la nueva arquitectura a partir de los viejos ejes de simetría. Con maestría, permite que se perciba el corazón de la vieja casa, al articular los volúmenes sueltos de las diversas dependencias alrededor del patio, engarzándolos graciosamente en la periferia como satélites neocoloniales. En ambas casas, la orientación es exactamente la misma; en ambas casas, hay un estanque de agua al sur de lo que era el patio de secado original y un rond point oriental; en ambas casas, un gran salón este-oeste se instala entre el patio interior y el paisaje, los jardines están el este, y la vista, al sur. Y en ambas casas, una veranda simétrica contempla inamovible el espléndido panorama.
El proyecto de Wendehack fue construido por el maestro Carlos Guinand Sandoz, el último de los arquitectos de esta historia, quien complementó muchos de los pormenores del diseño con magníficos aportes personales. Pero ésa es otra historia que aún habrá que contar... De la segunda Casa de Blandín, inaugurada el 12 de Diciembre de 1930, solo nos queda decir que ha contribuido a nuestra preferencia por las arquitecturas que nos dejan una inquietante sensación de dèja vû…
NOTAS
1. Belén Rodríguez de Mendoza y Carlos F. Duarte. En: Testimonio de la Hacienda Blandín, Cromotip, Caracas, 1982.
2. Coronel William Duane.Viaje a la Gran Colombia 1822-23, en: Testimonio de la Hacienda Blandín, Op. Cit., 1982, pp. 30-36.
3. Colección del Frederick Law Olmsted National Historic Site.
4. www.golfclubatlas.com.
5. Clifford C. Wendehack. Golf & Country Clubs: A Survey of the Requirement of Planning, Construction, and Equipment of the Modern Club House, New York, William Helburn, Inc., 1929.
6. C.C. Wendehack. Early Dutch Houses of New Jersey, The White Pine Series of Architectural Monographs, Volume XI, Number 3, Russell F. Whitehead, New York, 1925.
7. Leszek Zawisza. Inventario del Patrimonio Arquitectónico Venezolano, Código MI-L.4-1-M, Ficha No. 1/11, Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV, Caracas, 1988.
8. José Luis Colmenares. Carlos Guinand Sandoz, Colección Documentos para la historia de la arquitectura venezolana contemporánea, Claderca C.A., Caracas, 1989, pp. 80-89.
Publicado en: revista Entresocios, Caracas, 2006.
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