jueves, 21 de marzo de 2019

Primera fila







“Plano de Caracas Monumental”, fragmento. Ramón Sosa B. Caracas, 1936. 


“…me encantan las copas de los árboles
que como cabezas curiosas se asoman por las tapias…”
Teresa de la Parra. Ifigenia. Capítulo II.

I. Memorias urbanas de Quebrada Honda
Con el paso del tiempo, al ir tomando la ciudad el carácter que le confiere la superposición de las capas históricas en su fábrica urbana, la importancia de entender un lugar y continuarlo empieza a crecer en quienes actúan en ella. No tenemos una capital milenaria, es cierto, pero nadie puede negar que los años van dejando en Caracas –como en todas las ciudades del mundo- una huella indeleble. 

La presencia de la compacta sede de la FESNOJIV entre la Calle Real de Quebrada Honda y el Parque Los Caobos es una ocasión ideal para reencontrar las oportunidades perdidas, los momentos urbanos notables borrados u olvidados y -sobre todo- para enmendar los errores cometidos en el lugar y relanzarlo hacia su rediseño y reconstrucción futuras. Estamos literalmente al borde de nuestras butacas para asistir al impacto a punto de desencadenarse con esta nueva obra y sus posibles ampliaciones. Hacer un recuento de las memorias urbanas de Quebrada Honda es así imprescindible. 

Lo primero que hay que entender es la dicotomía del territorio. Un territorio a caballo entre dos sitios contiguos de la unión de cuyas peculiaridades surge el genio del lugar. Por una parte, al sur, una amplia ribera donde desde tiempos de la colonia había noticias de una hacienda de café. El enclave -anterior a la ciudad- de un bosque natural.1 Un dato abrumador: porque quiere decir que la principal memoria en la zona es tener cinco siglos bajo la sombra alta y frondosa de una gran foresta: la única que queda de su tipo en el valle. Bajo esta selva ribereña subyace además la naturaleza profunda, la honda hoya de la quebrada encajonada, que junto a las quebradas de Canoa y de Maripérez, perfilan la topografía y la hidrografía del bosque hasta su natural desaguadero en el río Guaire.  

Por otra parte, al norte, un largo balcón urbano de suave curvatura se asoma sobre el bosque, el cual se convierte en su escena y espectáculo. Esta cornisa alongada tiene casi cinco siglos construyéndose. Una ciudad lineal que se ha ido fabricando poco a poco para acompañar la carretera hacia el este,  la cual se llamó sucesivamente “Camino a Petare”, “Camino de Oriente”, “Carretera Oriental”, “Camino de Sabana Grande”… Y, como toda ciudad lineal, tiene una calle principal, esquinas, edificios, ensanches, espacios públicos, fachadas campestres y fachadas urbanas.

II. De caobos altos y cauces profundos
Todo llama a la verticalidad en este lugar. En ninguna otra parte del valle la mirada recorre tan radicales ángulos visuales. De perderse arriba entre las alturas catedralicias de las copas de los árboles baja a hundirse en las simas del suelo por entre las que corre el agua de la montaña. Uno de los “más hermosos y agrestes” parajes de las inmediaciones de Caracas.2

De una sombra a la otra, una alfombra de oscuros cafetos tapizaba el terreno de la antigua hacienda cafetalera ocultando sus accidentes superficiales hasta llegar a la orilla del río. Era el sembradío de “La Industria”. La garganta de Quebrada Honda, de tan profunda, se había convertido en una barrera natural, en un “duro obstáculo” para el crecimiento de la ciudad hacia el este (hoy sigue siendo el límite, vestigio del derecho urbano colonial, entre las históricas parroquias de Candelaria y El Recreo). De su cauce en adelante lo que había era la umbría foresta y una historia de puentes sucesivos que le franqueaban el paso a la carretera y al tren.

Avenida central de Los Caobos, paseo,1922 (Postal. Archivo Fundacion de la Memoria Urbana)
 
Hacia 1857 la propiedad fue adquirida por don Juan Antonio Mosquera, “hidalgo apasionado de los árboles”, y también de la música. Mosquera, quien “con visión profética acerca del crecimiento al que estaba destinada la pequeña villa de su tiempo, sembró este bosque de caobos de Santo Domingo” 3. Caobos de las Antillas, según Pittier, Swietenia Mahogani, llamados en Venezuela caobos ‘de Santo Domingo’”.4  La plantación hecha entre la selva natural preexistente fue “simétrica y perfectamente orientada de occidente a oriente”.5 A mediados del siglo diecinueve encontramos así a un aficionado – e ilustrado- paisajista caraqueño que sembraba en tresbolillo su cafetal y su jardín personal... Como en Versalles.6

En 1887 se escribe por primera vez en los planos de la ciudad el nombre de “Quebrada Honda”, reconocida como “profunda y tupida de árboles”.7  Este nombre irá a extenderse entre quebrada y quebrada a todo el sector y al barrio, y así llegar hasta nuestros días. Los otros dos afluentes de las cercanías no logran competir con los atributos pantagruélicos de esta garganta ascendida a nomenclatura, pariente de los profundos barrancos de Sarría. Lógico es que la primera esquina de la ciudad lineal fuera bautizada en 1889 como “Esquina de Hoyo”; cerca de allí habrá también un rincón que pasará a la posteridad como “Bajo seco”.

Para fines de siglo se construye en medio del bosque una cruz de calzadas, sutilmente inclinada, que sale del Camino Real –a la altura de la actual Esquina de Santa Rosa-, entre unos ondulantes jardines para llegar al río. Son los primeros paseos domésticos del futuro parque. Mas no será sino hasta la primera década del siglo veinte que un verdadero diseño urbano se impondrá sobre toda Quebrada Honda: el año de 1911, dibujándose sobre el sombreado territorio con aires de utopía, campea un reticular urbanismo surcado de diagonales. La diagonal originaria es la que traza más al oeste el río Arauco en el plano; las demás replican su ángulo o son sus desdoblamientos. El corazón de este diseño es una circular “Plaza Mohedano” (hoy Plaza Morelos).8 A la nueva plaza la atraviesa una calle que viene desde el Centro Histórico a la altura de  la vieja Plaza de la Ley,  que irá a convertirse en el eje de lo que ahora se llama por vez primera “Los Caobos”. Es así como nace una de las perspectivas más memorables y amadas de Caracas…

Avenida central de Los Caobos, c. 1929 (f. Torito. Archivo Fundacion de la Memoria Urbana)

La arboleda de caobos sembrada el siglo XIX ya para 1920 estaba verdaderamente alta. Entonces la hacienda se convierte en parque. En 1927 se le da el nombre de “Parque Sucre”, pero poco durará,  porque el nombre que los caraqueños harán perdurar es el de “Los Caobos”. Una de las allées de árboles es ahora avenida central del parque. La adornan neoclásicos copones mampostería sobre pedestales, antecesores de los que vendrán en los años cincuenta para el Paseo de los Precursores. Al norte, una pequeña acequia se divisa bordeando sinuosamente la cornisa de estrechas casas Art Nouveau que cada día crece más…


Puente Los Caobos, c. 1936 (Postal. Foto A. Müller. Archivo Fundacion de la Memoria Urbana)

El tráfico vehicular va en aumento. Hasta entonces, “el paseo de Los Caobos solo contaba con un rústico sendero por el cual se aventuraban los automovilistas que se dirigían a Sabana Grande evitando el rodeo por Venus y Quebrada Honda…” 9 En 1929 se construye el “Puente Bolívar” sobre el lecho de la Quebrada Honda. Tres años más tarde la avenida central se vuelve vía vehicular “a Sabana Grande”. Tiene dos puentes que lo permiten: uno adicional sobre la Quebrada Honda y otro al este sobre la Quebrada de Maripérez.
 
La década de los años treinta será arquitectónicamente crucial. Todos los arquitectos que van a trabajar en el parque de alguna manera sueñan Los Caobos. Sus intervenciones dispersas arrojan intenciones que hoy deberían ser reestudiadas. Carlos Raúl Villanueva, por ejemplo, en 1936 diseña sus dos museos agrupados en torno a una nueva plaza que hará de puerta principal del parque, la “Plaza de los Museos”. Los edificios estaban rodeados de sendos jardines que culminaban donde comenzaba la arboleda. Ambos nacieron con fachadas dobles: una a la plaza, una a Los Caobos… cosas que las ampliaciones y transformaciones de hoy han tapiado. Pero la aspiración está ahí. 

 Plantas originales del Museo de Bellas Artes y del Museo de Ciencias, con sus puertas posteriores abiertos al Parque Los Caobos (f. GAN)

Entretanto, mientras que la avenida central al año siguiente es bautizada por el Concejo Municipal como “Avenida Mosquera”, en justo reconocimiento a su primer paisajista, en el extremo oeste, los espacios verdes del parque y la fábrica urbana de su par del norte, la cornisa de Quebrada Honda, culminan juntos en el “Paseo Colón” (1934), donde recién se ha reinsertado el “Monumento a Colón en el Golfo triste”. Ninguna calle hay aún al sur del bosque, el cual alcanzaba el río. Para 1940, además,  Los Caobos conservaban completa su larga diagonal suroeste, diseñada como reflejo especular del trazado del río Anauco a partir del eje de la Avenida Mohedano. El parque tenía así otra “puerta” occidental, la de Puente Mohedano, como el madrileño Parque El Retiro. En 1941, una “autopista” (que primero se llamará “Avenida Colón” y luego “Avenida Principal de Los Caobos”) hará que se pierda esta segunda puerta y se corte la relación con el río.



La redoma en Puente Mohedano, con la puerta suroeste del Parque Los Caobos (f. Ricardo Rodríguez Boades).

 
En 1951 un nuevo puente desconecta el Paseo Colón del resto del parque. Ya no será más un paseo, sino una “plaza” aislada, un islote. Con los años cincuenta vendrá también la desaparición de la Plaza Morelos a merced de las vías y la instalación en Los Caobos de algunas mejoras, como “fuentes y figuras escultóricas, elementos para la recreación infantil y bibliotecas escolares en pabellones especiales".10  La vocación de parque de esculturas viene desde entonces. Seguidamente, en 1958, el Gobernador del Distrito Federal nombra la Comisión de Areas  Recreacionales,  y surge el Plan General de Parques del Area Metropolitana. Eso permite al arquitecto José Miguel Galia formular la remodelación del Parque Los Caobos, donde “propone extensas áreas peatonales pavimentadas para reuniones cívicas, conservando la estructura espacial anterior definida por las avenidas vehiculares y la alineación de los árboles”.11 Su concepto “surge del antiguo trazado que genera espacios en tres direcciones y conduce a un módulo de base triangular”, basado en los viejos ángulos acuáticos del plan de los años.12 El proyecto de Galia se construye en 1968, y es el que hoy persiste, parcialmente desfigurado. Los sesenta serán también la década de la mudanza de la Fuente Venezuela a la Avenida Mosquera, y de la re-plantación de “caobos jóvenes para sustituir algunos ya viejos o destruidos por la tiña y otras plagas”,  en un primer  intento por preservar la memoria vegetal.13
 


Plaza Mohedano. Al este, se aprecia la Plaza de los Museos, y al norte el edificio de los tranvías y la Estación de l Ferrocarril Central (f. Ricardo Rodríguez Boades).

Para 1973, Villanueva reinventa junto con Oscar Carmona su arquitectura en el parque con la ampliación del Museo de Bellas Artes. Esta vez su edificio irrumpirá dentro de las copas de los árboles alto como una presencia escultórica para ver y para ser vista… algo que en 1979 será un tema menos importante en la nueva sede del Ateneo de Caracas de Gustavo Legórburu, construida un centenar de metros más allá. Ese mismo año, un nuevo balcón se abre al suroeste con la inauguración del Complejo Cultural Teresa Carreño, obra de los arquitectos Tomás Lugo, Jesús Sandoval y Dietrich Kunckel, con un monumental foyer abierto al bosque. Para entonces, todavía, ningún plan unifica todas las operaciones arquitectónicas existentes y por venir en el Parque Los Caobos, salvo una inestable reja de reciente factura y total desubicación formal.

III. De líneas que se esfuman y cornisas que se reafirman
Varias fuerzas modelan la forma urbana del barrio de Quebrada Honda. Primero, el “Camino Real” (“Real en el sentido de principal”) que partía de la Esquina de la Torre y pasaba por el peaje del río Arauco; luego, la finca La Industria, que configuró desde mediados del siglo diecinueve la base del antiguo barrio de Maripérez, y finalmente, la construcción a los pies del Avila de la Casa del Real Amparo (1790), que propició el desarrollo de la barriada de Sarría.14

El Camino Real avanza raudo y rectilíneo hasta dar con el obstáculo de Quebrada Honda.13 Ello, unido a la aparición de la vía férrea en 1885, hace surgir el famoso triángulo de la “Esquina de Venus”. En la legendaria venusina intersección, los caminos se bifurcan: al norte para el Ferrocarril Central (cuyo curso era Sabana Grande-Chacao- Los Dos Caminos- Petare), con su línea de la que hoy solo la “Esquina de la Línea” guarda el recuerdo (“al lado de la vía férrea existía, a trechos, la Calle de la Línea, transformada en los años setenta en la Avenida Libertador”), y al sur para seguir carretera hasta Petare.15 


“Estación del Ferrocarril Central”, 1915 (Postal.Archivo Fundacion de la Memoria Urbana)

Gradualmente, el barrio se consolida. En 1887 se construye la hermosa Estación del Ferrocarril Central, con sus cinco columnas toscanas y su gran terraza sur. Su simétrica arquitectura es perpendicular a una calle que baja desde el Lazareto por Sarría (primero llamada “Calle N. 19” y luego “Calle Santa Rosa”),  mientras que un gran espacio público de forma  semicircular va formándose al sur. La Esquina de Hoyo (primera al este en la trama) ya presenta sus cuatro ángulos bien configurados a fines de siglo, con una calle que baja directo hasta el parque.


Fachada al parque del Colegio de Ingenieros de Venezuela. Luis Eduardo Chataing, 1939 (f. Archivo Fundacion de la Memoria Urbana)

El tranvía, al aparecer en 1889, agrega su infraestructura a las redes del lugar. Viniendo también de Catedral, luego de pasar en la Esquina de La Cervecería por el edificio de los Tranvías Bolívar (Tranvías Eléctricos de Venezuela), llega a Venus y salva por un nuevo puente la quebrada hasta alcanzar la estación, para ir de ahí hasta la población de Sabana Grande (en 1906). En Venus, el Camino Real – que durante su paso por el barrio adquiere el nombre de “Calle Real de Quebrada Honda”- se desvía siguiendo el cauce de la quebrada, para luego re-enderezarse. Este año aparecen también en el plano de Caracas la “Esquina de Santa Rosa” y un puente para la vía férrea sobre la Quebrada de Maripérez.  En dicha esquina, en 1906, se erige la Iglesia de Santa Rosa de Lima, la cual por lo tanto,  acaba de cumplir un siglo de existencia. 
 
El urbanismo reticular con diagonales que afecta el diseño urbano del parque desde 1911, impone su trama también sobre el barrio, reticulándolo en manzanas largas en sentido este-oeste y creando una diagonal que une la Calle N. 23 con el Puente Canoa.

En 1927 un nuevo espacio urbano va a diseñarse justo frente a la Iglesia de Santa Rosa, lateral a la plaza de la estación: una “plaza real” con todo y sus diagonales. Dos años más tarde, se bautiza como “Plaza América” (después también se le conoce como “Plaza Santa Rosa”). Las manzanas del barrio se alineadas al norte con la suave curva de la Calle Real y aserradas en orlas en su parte sur debido a la presencia de la acequia y a su lotificación en pequeñas parcelas. En 1932,  la esquina siguiente a la de Santa Rosa se nombra “Esquina del Carmen”. Poco dura la Plaza América como espacio público. Nueve años después de inaugurarse, se le planta en medio un edificio moderno de planta cruciforme que la anulará: es el “Jardín de Infancia Isabel La Católica” (1936), atribuido al arquitecto Carlos Raúl Villanueva, el cual formará en el futuro parte del complejo de la FESNOJIV.16 

Con la construcción de la Línea 1 del Metro de Caracas y de la Estación Colegio de Ingenieros, gran parte de la fábrica urbana de Quebrada Honda se borró.

Tras un concurso nacional de arquitectura en el que resulta ganador el arquitecto Luis Eduardo Chataing,  en 1939 se inicia la construcción del edificio del Colegio de Ingenieros de Venezuela entre la Calle Real y el Parque Los Caobos. Este surge prácticamente dentro del parque. De su arquitectura –hoy brutalmente desfigurada-, se conserva “parte de la fachada sur, que era originalmente la principal, con la escultura y relieves de Francisco Narváez”.17 He aquí el principal legado de Chataing: haber imaginado una tribuna abierta al parque… Un aporte sustancial. Hacia 1956 una de las diagonales de la antigua Plaza Morelos es usada como una conexión vial al nuevo trazado de la Avenida Libertador, y entreambas “cercan” por el norte y el oeste el barrio,  separándolo de Sarría.  

A partir de 1963, con la construcción en la Avenida Principal de Maripérez, frente al Paseo Colón, de la Gran Sinagoga Tiferet Israel, el sector comienza a convertirse en un gran “distrito multireligioso”. Salvo el deterioro creciente tanto del parque como del barrio y algunos cambios en la nomenclatura reciente (como la Esquina de Hoyo, que en 1967 pasará a llamarse “Esquina de la Bombilla” y la Calle Real de Quebrada Honda, que para 1982, a raíz de la construcción de la Estación Colegio de Ingenieros, se renombra “Bulevar Amador Bendayán”), el principal acontecimiento urbano reciente será dicha proliferación puntual de templos de los más diversos cultos. Así, en 1993 se inaugura la Mezquita Sheich Ibrahim Bin Abdulaziz al Ibrahim (1993) con su minarete de 117 metros de alto, y enfrente en 2002 la Iglesia Católica Maronita San Charbel (Orden Libanesa Maronita).18 En un kilómetro cuadrado, “una sinagoga Skenazim (San Bernardino), otra Sefardita, la Gran Mezquita de Caracas, la Iglesia Luterana de Caracas y una Iglesia Católica Romana (Santa Rosa de Lima), celebran una conjunción religiosa que no existe ni en Jerusalem”.19

Finalmente, a fines de 2007, Tomás Lugo, en la arquitectura de la sede de la FESNOJIV enfrenta de nuevo un reto semejante al de los setenta, para lo que reinventa su arquitectura en el parque, modelando ambas fachadas de su edificio, la del campo y la de la ciudad, a fin de que penetren al interior y se den la mano dentro de su caja de música. Como en un aplauso… La diferencia con todas las anteriores intervenciones a través del tiempo,  la de Mosquera primero, y luego Villanueva, Chataing, Galia, Legórburu, Carmona, Sandoval, Kunckel y del mismo Lugo, es que mientras éstas dejaron en Quebrada Honda un legado inconexo de buenos oficios y esperanzas truncadas tanto para el parque como para su balcón urbano, hoy, esta nueva pieza recibe un reclamo postergado de la ciudad  a la vez que crea una expectativa inédita.20

La experiencia nos ha demostrado que un lugar puede reconvertirse, renovarse y hasta volver completamente a la vida cuando en él se hace la inversión adecuada. La aparición en escena de este edificio en el contexto urbano de Quebrada Honda es desde ya su esperanza más concreta. Con la potencia de su operación arquitectónica y la importancia del proyecto cultural que alberga, puede impulsarse el reordenamiento de todo el sector. ¿Quién puede evitar que Caracas empiece a soñar con un Plan Maestro que ordene definitivamente el borde del parque como la tribuna abierta y continua donde todos podamos disfrutar del espectáculo… en primera fila?





NOTAS
1. Preinventario arquitectónico, urbano y ambiental moderno de Caracas, Fundación de la Memoria Urbana / Instituto del Patrimonio Cultural-CONAC, Caracas, 2006.
2. Plazas y Parques de Caracas, Caracas, c. 1957. 
3. Plazas y Parques de Caracas, Op. Cit., 1957.
4. Rafael Valery S. La Nomenclatura Caraqueña, Petróleos de Venezuela,Ernesto Armitano editor, Caracas, 1979. 
5. Plazas y Parques de Caracas, Ibid.
6. Tresbolillo: “dícese de las plantas colocadas en filas paralelas cruzadas en diagonal: plantar árboles en tresbolillo”. En: Miguel De Toro y Gisbert. Pequeño Larousse Ilustrado, Editorial Larousse, 17, rue de Montparnasse, París, 1970.
7. R. Valery S. Op. Cit., 1979.
8. R. Valery S. Ibid., p. 316.
9. Guillermo José Schael. Caracas, la ciudad que no vuelve, Gráficas edición de Arte de Ernesto Armitano, Caracas, 1968. 
10. Plazas y Parques de Caracas, Idem.
11. Mariano Goldberg. Guía de edificaciones contemporáneas en Venezuela. Caracas, Parte 1, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Caracas, 1982.
12. G.J. Schael. 1971. Op. Cit., 1968,  pp. 37-38. 
13. R. Valery S. Idem, p. 388,
14. R. Valery S. Idem, p. 114.
15. R. Valery S. Idem, p.198.
16. Paulina Villanueva & Maciá Pintó. Carlos Raúl Villanueva, Tanais Ediciones, ‘Obras y proyectos’, Sevilla, 2000.
17. Preinventario arquitectónico, urbano y ambiental moderno de Caracas, Op. Cit., 2006.
18. Hanns Dieter Echsling. Santiago de León de Caracas: una guía práctica histórica-cultural para caraqueños y visitantes, Grafía Kito-Cervantes C.A., Caracas, 2003. 
19. “Como la mejor muestra de la tolerancia y de la apertura de nuestra sociedad”. Luis Vidal (padre de Mitchele Vidal, una de las autoras de este libro).
20. Irma de De Sola-Ricardo. Contribución al estudio de los planos de Caracas, Ediciones del Cuatricentenario de Caracas, Caracas, 1967.



Publicado en: Marco Pitrelli Bizzini, Frank Balbi Hansen y Mitchele Vidal Castro. Arquitectura Musical, PNUD, Editorial Arte, Caracas, 2010.



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