sábado, 11 de agosto de 2007

Más vicios de Miami

El "Castellanía", a construirse (1996) en la Avenida Francisco de Miranda, frente al terreno del Cine La Castellana, Bello Campo, Caracas. Arquitectonica International Corporation, 1996.








1. Memorias de Bryckell 
Nunca el director artístico de una serie de televisión tuvo tánta influencia en la cultura arquitectónica como la que alcanzó en los ochenta el de la serie Miami Vice. En efecto, con el viaje aéreo de la cámara sobre algunos de los principales íconos de la imaginería miamera, especialmente a través de la ventana monumental del hoy globalmente célebre edificio "Atlantis on Bryckell", este desconocido profeta de los medios a la vez que le daba la bienvenida popular no cibernética a lo que serían las animaciones arquitectónicas por computadora de los noventa, propulsaba el salto a la fama internacional del team iniciador en la península de la Florida de lo que se conoce como el estilo Miami Postmoderno, es decir: la Arquitectonica International Corporation, una oficina de arquitectura con sede en Miami.

Con la repetida escenificación de episodios en los más hedonistas espacios de los proyectos de Arquitectonica, es decir, cientos de besos y balas entre bloques de vidrio, barras de neón y planos de colores pastel, el gusto internacional fue entrenando su ojo en el pasticho formal de estos arquitectos, fruto del matrimonio concertado entre una versión local de las enseñanzas de Las Vegas y un alegre catálogo personal de los clichés más cotizados de lo postmoderno. En muy poco tiempo las imágenes de Don Johnson y su partner se nos confundían con las de Laurinda Spear y su Partner, su marido Bernardo Fort-Brescia, y la seducción de ambos pares de galanes rodaba simultánemente por el mundo vendiendo un mismo producto: la estética y el vicio arquitectónicos de Miami, Fla.

Atractiva y desinhibida, lúdica, banal y, ocasionalmente, original, nadie sin embargo puede olvidar la buena impresión que causó la primera arquitectura de Arquitectonica (un nombre, además, en español), cuando Laurinda develó su primer proyecto: una sensual casa para sus padres sobre Biscayne Bay (Spear House, 1979), inmortalizada por la televisión en una violenta lucha librada a puñetazos, que terminó (como todos soñábamos entonces que sucediera), con los elegantes narcos vestidos de negro arrojados de cabeza en la piscina heredera de la proposición de Rem Koolhaas (Delirious New York) para Roosevelt Island.1

A partir de entonces, la arquitectura de proyectos como “El Palacio”, “Babilonia” o “Ivanhoe”, con su típico despliegue mezcla de frivolidad y suntuosidad, su monumentalización de masas y vacíos rompiendo la escala de los edificios y su formalismo caprichoso, se convirtió en una nueva forma de Vicio Global de enorme aceptación que les proveyó de encargos repartidos por todo el mundo. Entre ellos, los más recientes (y polémicos): un banco en Lima (el Banco de Crédito de Lima, 1990), un complejo recrecional/hotelero en Nueva York (el Disney Vacation Club de la Calle 42, que comienza su construcción en estos días -1996-) y un apartotel en Caracas (el Castellanía, 1996-?).

2. Otro hereje para el eje

 ¿Qué pasó con el encanto inicial de Arquitectonica? ¿Dónde quedaron los delicados jokes de los ochenta, los traviesos detalles eclécticos, su inteligente sonrisa sardónica, sus alusiones críticas a la historia de la arquitectura moderna? ¿Se vuelve una broma pesada el que los talleres de arquitectura se conviertan en corporaciones internacionales? Al contemplar el partido con el que ganaron el concurso privado para el área de Times Square (que costará trescientos tres millones de dólares) y la idea que le vendieron al Banco de Lima para su sede, la primera una idea no-arquitectónica, la de un meteoro estrellándose contra el asfalto, “tomada prestada”, como se escribió en Arquitectura Viva el año pasado (1995), “del reino de la animación para aplicarse a un edificio” y la segunda, una provocadora imagen para la realidad peruana de un supuesto claustro colonial “típico de la arquitectura limeña” que haría llegar ¡finalmente! la sofisticación a América Latina, nos damos cuenta que la arquitectura resultante allí es mucho menos que promisoria, que quien se estrella es Arquitectonica, y que su propósito recurrente de satisfacer los delirios de sus clientes hasta el mismísimo delirio lo que más logra es evidenciar que hay un límite real para lo que constituye una idea en arquitectura.2

Mas si la provocación a la realidad peruana queda minimizada frente a la seducción descomunal del atrio elíptico hecho de doce mil bloques de vidrio y la monumentalidad boba (producto típico de las empresas Disney) del parque de ocio prefigurado para 42nd Street quedan casi disculpadas por la grandeza del despliegue mediático y publicitario en sus fachadas en el más furibundo espíritu venturiano, ¿qué maniobra genial justificará la Green Whale (ballena verde) de la Francisco de Miranda?

Por ahora, la reflectante contribución al lamentable Genius loci de la avenida, el canto en la encabritada cornisa y en la irregular fenestración al caos arquitectónico de la ciudad de esta versión disminuida y pobre del Atlantis de Bryckell, lo único que parece ser es una muestra de flagrante desprecio a Caracas. ¿Será que para resolver los encargos menos importantes la pareja se inventó un alter ego, es decir, la No-Arquitectonica International Corporation? ¿O será, más bien, que el verdadero vicio de esta malacrianza de Miami está en la abominable ordenanza que permite su construcción y la de tántos otros insultantes desafueros urbanos en Chacao?



NOTAS:
1. Rem Koolhaas. Delirious New York.
2. Arquitectura Viva, 1995.


Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, 1996.


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