"Partridge in a Pear Tree" (Grabado. Andy English, Cambridge, 2010 / studiodiary,blogspot.com).
“In
the first day of Christmas my true love gave to me...
a Partridge in a pear tree”.
Una clásica canción navideña canta cómo un verdadero amor durante los doce días previos al día de Navidad va acumulando regalos para su amada. Al pasar cada día, y conforme se acerca la Nochebuena, los obsequios se multiplican. Lo interesante es que no obstante el fasto creciente del obsequio, la rima vuelve siempre a sus inicios, al primer regalo, el más simple de todos, porque es el que simbólicamente otorga la paz y el bienestar… “and a Partridge in a pear tree”.
Al concluir un año de reflexión sobre nuestra ciudad y su arquitectura, queremos ofrecerle a nuestra bienamada Caracas para el próximo año doce oportunidades de discusión sobre temas prioritarios, surgidos en función de la experiencia recogida en el ‘93. Los doce temas, como en la tradicional Christmas Carroll, inevitablemente, volverán siempre al primero, que es el más importante, porque es el único que lo resume y lo promete todo, como la Perdiz en el Peral: el tema de la Legislación Urbana.
Las que tenemos son un fracaso. Están obsoletas. Ya ni siquiera sirven para continuar la ciudad que se propusieron. Cuando se aplican al pie de la letra demuestran ser la receta exacta para la producción del caos urbano. La Alcaldía de Caracas finalmente se ha dado cuenta de ésto, y ha colocado sus diecinueve parroquias en manos de diecinueve arquitectos.
¿Iremos del caos anónimo de las viejas ordenanzas a diecinueve versiones personales de ciudad que resultarán de la aplicación de quién sabe cuáles principios de Diseño Urbano? Aunque se trate de Forma Urbana versus Zoning, ¿quién dice cuál forma urbana? ¿Es la ciudad, como soñábamos en la Facultad de Arquitectura, realmente un libre laboratorio formal para los arquitectos? ¿O debe la Legislación Urbana ser producto de algún tipo de consenso? En la del Parque Vargas, hizo falta una Comisión de Notables y la concurrencia de todas las entidades que tienen que ver con la ciudad, para producirla. Cambiar las ordenanzas de toda la ciudad es cosa mucho más seria. ¿Se puede hacer a puerta cerrada?
2. El Catastro: dibujar una cartografía segura que defina qué cosas le pertenecen a la ciudad.
Día a día nos enteramos sobresaltados de la demolición de partes fundamentales de nuestro patrimonio. Aquella casa de la que nos queríamos copiar la entrada; aquel fantástico edificio en esquina; aquella cuadra de consumado estilo años cincuenta; aquel monumento de entrañable Art Déco Caraqueño; aquella joya inédita de la modernidad.
Día a día nos enteramos sobresaltados de la demolición de partes fundamentales de nuestro patrimonio. Aquella casa de la que nos queríamos copiar la entrada; aquel fantástico edificio en esquina; aquella cuadra de consumado estilo años cincuenta; aquel monumento de entrañable Art Déco Caraqueño; aquella joya inédita de la modernidad.
Nadie sabía que era importante; nadie sabía que tenía valor... a nadie se le puede reclamar. Al fin y al cabo, no había sido declarado Monumento Nacional. No constaba en ninguna acta, no había sido publicado en ningún libro. Basura, todo es basura demolible y desechable en esta ciudad que nadie ha levantado ni registrado por completo.
Hasta que alguien tome el plano y, con una caja de creyones de colores recorra la ciudad en vivo, de lado a lado. Y marque los estilos, las épocas, las tipologías, los arquitectos, los urbanismos, lo que tiene valor coral y lo monumental. Y haga un Catastro exhaustivo de las arquitecturas de Caracas, aclarando lo que no se puede ni pensar en tumbar y aconsejando todo lo que debería demolerse en el acto.
3. Ribera norte, ribera sur: descubrir el río, comunicar la ciudad.
¿Ha calculado usted el tiempo que le lleva cada día cruzar el río? ¿Por dónde lo cruza usted? ¿Por los recovecos del paso en Las Mercedes? ¿Por los temblorosos puentes de Rómulo? ¿Por la suburbana cola hacia Altamira? ¿Por la endemoniada subida de Los Ruices?
¿Ha calculado usted el tiempo que le lleva cada día cruzar el río? ¿Por dónde lo cruza usted? ¿Por los recovecos del paso en Las Mercedes? ¿Por los temblorosos puentes de Rómulo? ¿Por la suburbana cola hacia Altamira? ¿Por la endemoniada subida de Los Ruices?
Sin darse demasiada cuenta, los caraqueños han empezado a auto-identificarse con su ribera del río. Vivir del lado de acá o de allá del Guaire significa ya casi un rasgo de la personalidad y de la expresión del gusto, un dato para evaluarnos psicológicamente. Un caraqueño de pura cepa nos contó sus límites: “por arriba El Avila, por el sur El Guaire, por el este el Country y por el oeste Sebucán”.
Las tramas de las dos riberas, ignorándose mutuamente, y la imposibilidad de los funcionarios a los que les compete la antediluviana vialidad caraqueña en darse cuenta de que El Guaire es un accidente natural salvable, ha forzado una cultura urbana de ribera norte y ribera sur, pero no por sus valores intrínsecos, (“yo soy de la Rive Gauche”) sino porque odia menos un lado que el otro. Ello nos hace de nuevo preguntarnos, y entonces el río, ¿para qué?
4. Descifrar las calles caraqueñas: volverlas a transitar con una mirada vigilante.
Toda calle, toda avenida, tiene un carácter que es único. ¿Qué hace a la Urdaneta la Urdaneta, a la Baralt la Baralt y a la Miranda la Miranda?
Toda calle, toda avenida, tiene un carácter que es único. ¿Qué hace a la Urdaneta la Urdaneta, a la Baralt la Baralt y a la Miranda la Miranda?
En la Urdaneta, las sedes bancarias, las aceras decoradas y las entradas monumentales. En la Baralt, los portales de acceso, como el del edificio Madrid. En la Miranda, hay una cierta línea de cornisa que se respeta y los edificios son casi todos de pecho ancho. En la Fuerzas Armadas hay una amplitud casi de paseo, y en la principal de Las Mercedes hay un punto focal en el hotel.
Cada calle es el resultado acumulativo de las sensaciones introducidas por sus edificios. Una vivencia doble, lineal y transversal, nos ancla a cada paso al tiempo que nos impulsa hasta el final. ¿Construimos los callegramas de nuestras calles y avenidas conscientemenciente? ¿O nos salen así, pero las queremos distintas? ¿Podemos aspirar a los sabores intensos, o debemos contentarnos con tibiezas repartidas? ¿Cuál es nuestra Quinta Avenida, nuestro Paseo de La Castellana, nuestra rue Vielle du Temple, nuestro Lungotevere? O mejor aún, ¿Cómo hacer para que nuestras calles lleguen a tener todo el carácter que merecen?
"Unsicht von Caracas, hauptstadt der Republik Venezuela" (Grabado).
(Los restantes regalos fueron:
5. El paisaje: como en una expedición, adentrarse en la
naturaleza sumergida del más hermoso valle del Caribe.
6. Los monumentos: indagar en el potencial de los objetos
urbanos de mayor capacidad evocadora de la ciudad.
7. El Museo Ambiental: hacer un manifiesto, un voto de fe en
las posibilidades de recuperación de Caracas. Aquilatar su belleza.
8. Los recintos: Caño Amarillo, Petare, Las Mercedes… buscar
la esencia de estos lugares.
9. El Sistema Peatonal urbano: Caracas debe poder recorrerse
por entero a pie, y ello debe ser un placer.
10. Repensar el tráfico: calcular su energía; replantearse
cómo circula la ciudad.
11. La trama: cuestionar el urbanismo de hoy a la luz de la
primera ciudad que heredamos.
12. La desmetropolización de la ciudad: retornar a la ciudad
policéntrica, abrazar la idea de una ciudad más múltiple en parroquias).
Publicado en: Arquitectura, EL NACIONAL, Caracas, 23 de Febrero de 1994.