Librería Le Moniteur, Cité de l' Architecture et du Patrimoine,
Paris (f. Hannia Gomez, 2016).
"En mi soledad, no tengo más libros,
y mi memoria es toda mi biblioteca".
Víctor Hugo. 1
"Qué
es lo que habrá que hacer:
rejuvenecer al mundo, o a la mirada?".
Christian Dotremont. 2
1. Autoayuda urbana
Desde hace unos seis años (2009) administro una cuenta en @twitter llamada
@FUNDAMEMORIA. Según las estadísticas, hasta la fecha he producido 14.8K tuits
y tengo 2K seguidores. Algunas veces los escribo yo; pero la verdad es que también
soy "pregonera de tuits". Lo mejor: haber hecho unas cuantas
denuncias fructíferas y haber disfrutado de discusiones fantásticas con
personas interesantes de todas partes del mundo.
La cuenta de @FUNDAMEMORIA fue planteada "para proteger y celebrar el
carácter y la herencia de las ciudades venezolanas". Sobre todo desde que
en Venezuela en materia de arquitectura y ciudad y publicaciones del ramo la
cosa ha mermado tanto en estos últimos diecisiete años (2016). Hoy esos campos de interés
se han multiplicado gracias a esta cuenta en mil temas aledaños gracias a la
curiosidad -y responsabilidad- de querer saber y estar informados. Mientras más
aumentó la crisis en Venezuela, más este sistema de autoayuda urbana cobró
sentido para nosotros en la Fundación de la Memoria Urbana.
De haber sufrido de horrible ansiedad cuando comencé (creía que había que estar
todo el día sumergida en el stream
informático), mi rutina cotidiana se ha recortado a menos de una hora, semejante
a un placentero moonwalk, una caminata
nocturna (a las diez de la noche por América y en horas de la madrugada por
Europa/Asia). Leo mucho, muchísimo… Ni qué decir que he logrado construir una suculenta
lista de autores, entre sitios web, revistas
y críticos de arquitectura, editoriales, instituciones del patrimonio, museos,
escritores, estudios de arquitectura y oficinas de los gobiernos de las
principales ciudades del mundo, con los consecuentes planos, fotos, renderings, videos, artículos, pdfs,
panorámicas, podcasts, entrevistas,
todo. Satisfecha de mi empeño, cada noche me duermo en medio de ideas e
imágenes de ciudades, obras de arte, edificios, paisajes y proyectos. Inevitablemente,
también he sufrido el mal de los ínternautas obsesivos. Eso que llaman insomnio
electrónico, con alucinaciones que titilan en la oscuridad.
Dicho todo ésto, la pregunta de hoy es: Logró esta lectura sistemática y maravillosa
sustituir lo que tenía antes? Es decir, esos paseos de las sábados por la
mañana en las librerías de Caracas, donde salía a pescar las novedades
editoriales y las noticias impresas recién llegadas de todos los países sobre
el devenir de los acontecimientos urbanos y de la arquitectura y del diseño? Es
equivalente todo aquéllo a esa cosecha semanal? Habiendo casi olvidado lo que
era éso -por razones obvias-, y para responder científicamente a la pregunta, decidí
emprender, gracias a un viaje, una exploración analógica a esa cotidiana promenade electrónica. Y salí a pasear
por las calles de una ciudad que es como era la Caracas de antes, en busca de
sus librerías de arquitectura. París.
2. Promenade architectural
Al principio entre en pánico. De las primeras librerías a las que me dirigí
mis pasos, a todas las encontré mal: la Librería Le Moniteur (la más importante
librería de arquitectura de París) había desaparecido hacía tiempo de su
esquina en la Place de L' Odeon; la librería L'Ecume des Pages en el boulevard
Saint-Germain tenía bajo el título "ARCHITECTURE" apenas dos escuálidos
anaqueles de libros (dos!), y la legendaria librería La Hune, también en Saint-Germain, no
solo había perdido el allure de su
departamento de arquitectura y diseño en aquel memorable rincón del segundo
piso, sino su misma condición de librería. Triste, pregunté a los amigos
arquitectos que qué era lo que estaba pasando.
"La desobediencia del arquitecto", Renzo Piano (f. Hannia Gómez,
2016).
Me contaron que es una cuestión de migraciones. La ciudad se reajusta al último estado de las cosas. Y el ultimo estado de las cosas es que la batalla
entre los libros electrónicos y la información que nos llega por Internet y los
medios tradicionales, los libros, las revistas y las librerías, está
encontrando un nuevo equilibrio. Desde la crisis reciente ("El libro ha
muerto"!) hasta hoy, ya la gente tuvo su tiempo de pensar, de sopesar
entre lo uno y lo otro. Y ello ya ha tenido su impacto en el mercado. La gran
verdad es que como la rueda, como los grandes inventos únicos de la humanidad,
el libro y la librería han demostrado ser insustituibles. Internet y los
adelantos electrónicos lo que han hecho es ampliar la experiencia de la
lectura. Ni unos, ni otros, desaparecerán. Y en el mundo de la arquitectura,
tampoco.
Con alivio retracé mi camino. Al fondo del gran
hall del magnifico Palais de Chaillot, en la Cité de l'Architecture et du
Patrimoine, encontré reinstalada a la librería Le Moniteur.
Librería
7L (f. Hannia Gómez, 2016).
Y allí de nuevo, tras una alta pila de gruesos libros/catálogo de la actual
exposición sobre Renzo Piano (via Taschen),
aguardaban las delicias de siempre…: Qué hacer con las ruinas? Poética y política
de los vestigios, de Chantal Liaroutzos (Interférences); Aldo Rossi Opera Gráfica: grabados, litografías,
serigrafías, impresiones (Silvana
Editoriale); La Villa Cavrois, una monografía sobre de la recién
reinaugurada obra de Robert Mallet-Stevens, en las Editions du Patrimoine del Centre des Monuments Nationaux. A su
lado, un portafolio de Jean Pierre Lyonnet sobre la misma maravillosa villa Art
Déco, La Villa Cavrois - Croix 1932. Luego, Una conversación
con Frei Otto de Juan Maria Songel y la ultima edición de la gran casa de
la memoria urbana parisina, Parigramme,
en torno a la villegiatura fluvial en
el curso del Sena: Locuras de los bordes del Sena, de Marie
Francois Laborde; luego, otro libro/catálogo de la Cité, esta vez de la hermosa
exposición "Chandigarh: 50 años después de Le Corbusier", Chandigarh: retrato de una ciudad; las obras completas de Steven Holl, por Robert McCarter (Phaidon); y, entre cientos más -para no
aburrirlos-, un opúsculo del propio Renzo Piano, cuyo titulo me encantó: La desobediencia del arquitecto, recién salido en Arléa.
Respiré tranquila. Mas una cosa sí que había cambiado: al querer tomar las
fotos de los libros para este artículo, un dependiente se me acercó, y tomándome
suavemente del brazo, me dijo: "Las
fotos de los libros están prohibidas". "Ni siquiera de sus portadas?", pregunté atónita. "Non, madame: c'est interdit".
3. Resistencia
Buscando una respuesta. proseguí mi camino. Entré en la rue de Lille a la caja
de maravillas que es la librería 7L. Y luego de comprobar con placer que todavía
sigue siéndolo, ya no pude resistirme más y sucumbí ante el libro/catálogo de una
exposición celebrada en 2015 en Ginebra, titulada "Yo Amo los Panoramas:
Apropiarse del Mundo" (Flammarion).
La obra, muy oportunamente para mi atribulado corazón, comenzaba con esta
pregunta: "Qué es lo que habrá que hacer: Rejuvenecer al mundo, o a la mirada?".
Ya en la puerta, me dispuse a tomarle una foto al espacio de la librería… pero
en el acto me lo volvieron a recordar: "Pas
de photos, SVP".
Libro en mano salí ofuscada de aquel Santa
sanctorum de Karl Lagerfeld, yo que tan libre había sido siempre en las
casas de los libros. Ya en las arcadas de la rue de Rivoli, en una última
librería, Galignani, de pie frente a la espléndida alcoba dedicada a la
arquitectura paisajista y al arte de los jardines, un amable librero, enfundado
en un elegante sweater cuello en V de cashemere
color naranja, me lo explicó todo: "Lo
que ocurre, madame, es que la gente viene aquí a trabajar como si fuera una
biblioteca. Quieren tomarle fotos con el celular a los libros e irse sin
comprar ninguno. Y se olvidan que en las mismas bibliotecas tienen que pagar
por eso! Esta prohibición es parte de nuestra resistencia para sobrevivir".
Así pues, c'est
la guerre! Habrá que cerrar
filas y hacer memoria urbana. Y así como debemos continuar navegando cada noche
en nuestro acostumbrado moonwalk, habremos
de reaprender cómo eran las cosas antes de Internet. Acercarnos de nuevo a las
librerías que enriquecen la ciudad, físicamente; reaprender a no juzgar los
libros por sus portadas, dedicarle más tiempo a ojearlos, a recordarlos, a memorizarlos.
Y así, con viejos y comprobados métodos, intentar rejuvenecer el mundo, y la mirada.
Y así, con viejos y comprobados métodos, intentar rejuvenecer el mundo, y la mirada.
Librería Galignani, rue de Rivoli, Paris (f. Hannia Gómez, 2016).
NOTAS:
1. "Dans ma solitude, je n 'ai plus de livres, et ma mémoire est toute
ma bibliothèque". Carta de Victor Hugo. En: Vincent Puente. "Le
National Bookstore de Detroit", Le
Corps des libraires: histoires de quelques libraires remarquables & autres
choses. Editions La Bibliothèque, Paris, 2015, p.13.
2. En: Lawrence Madelin y Jean Roch Bouiller. J'aime les panoramas, S'approprier le monde, Musées d'Art et d'
Histoire de Genève, Flammarion, Ginebra, 2015, p.8.
Publicado en: Opinión, @ELNACIONALweb, Caracas, 2016.
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